El Nuevo Diario - page 6

Viernes 15 de febrero de 2019
6
ESPECTÁCULO FINAL
“EL CALOR DE LO NUESTRO”
ESPECIAL
Los niños vs.
la Pericana y el
viejo de la bolsa
“Es la jornada más calu-
rosa del año 1972. Las
familias terminan de al-
morzar y se disponen a
dormir la siesta, como
corresponde... ¡pero los
niños tienen otros planes!
Entre fantasía y realidad,
vivirán la mayor aventura
de sus vidas”, así se pre-
senta el Espectáculo
Final de la Fiesta Na-
cional del Sol “El calor
de lo nuestro”, que
será realizado el pró-
ximo 23 en el Costa-
nera Complejo Ferial San
Juan, ubicado en Chimbas.
l l l
Todo el guión gira en torno a la le-
yenda de La Pericana, la reina abso-
luta de la siesta, un ser al que le gusta
robar niños, tanto como al viejo de la
bolsa, y con los que miles de padres
asustaron a sus hijos intentando que
durmieran a la hora de la siesta.
l l l
Tomando como disparador el cuento
La Pericana de Juan Pablo Echagüe
(del libro Por donde corre el Zonda), la
puesta en escena cuenta la aventura
de un grupo de niños que deciden una
siesta, ir en busca de la Pericana.
l l l
En el camino, van entrando a una
fantasía que se mezcla en planos
paralelos con la realidad, hasta
enfrentarse cara a cara con la
Pericana y el viejo de la bolsa,
y descubrir que esconden
una verdad que puede
cambiar la historia para
siempre.
Al igual que los hé-
roes de las historias
de Disney, ayuda-
dos por una
abuela dulce y
sabia, los prota-
gonistas lograrán salvar a San Juan de
un final trágico. Y aprenderán que, uni-
dos y de la mano del conocimiento, es
posible vencer todos los miedos.
El cuento de Echagüe
A
unque la leyenda de la Peri-
cana nace de la tradición oral,
es el escritor Juan Pablo Echa-
güe el único que narra una aventura
donde los niños se encuentran cara a
cara con la Pericana y la describe.
Al leer el cuento, los sanjuaninos se
sentirán identificados con esa historia
de la Pericana que les contaban
cuando niños.
En el Espectáculo Final, la actriz
Coyi Aguiar es quien protago-
niza a la Pericana, pero en
lugar de un ser horrendo,
como lo describe Echagüe
en su cuento, es una bella y
enigmática mujer que es-
conde un terrible secreto.
L
a siesta era el terror de
nuestras familias. Nos ence-
rraban y saltábamos por la
ventana, o forzábamos la puerta.
Nos reprendía la palabra cariñosa
de la madre o la severa y breve
amonestación del padre, nos vigila-
ban, nos suplicaban... ¡Inútil!.
Cuando el pueblo entero se ador-
mecía postrado por el vaho que-
mante de la siesta; cuando de
entre el ramaje de los árboles salía
el ríspido cantar de las chicharras,
único ruido que turbaba la calma
desfallecida de la tarde; cuando las
víboras y los lagartos abandona-
ban su madriguera para ir a rego-
dearse sobre el reseco polvo de los
caminos, nosotros, burlando prohi-
biciones y cárceles, ganábamos
los viñedos reverberantes de sol.
Un cañaveral divisorio de las quin-
tas adyacentes servíanos de punto
de reunión.
E íbamos llegando por turno: la Ti-
jereta, chiquilla de doce años, hija
del próximo chacarero, montaraz
criatura crecida corno animal sil-
vestre entre yuyos, capitana de la
banda y baqueana incomparable
de cuanto intrincado vericueto es-
condían los carrizales y las mara-
ñas de las cercanías.
Felipe, avispado galopín, lector de
“Robinson y las Mil y una Noches”,
cuyo cuentos nos relataba; Enri-
que, Alberto, Eduardo... hasta
media docena de forajidos de dos
lustros o más o menos edad, que,
durante nuestras vandálicas corre-
rías, solíamos entretenernos en
desbastar los circunvecinos fon-
dos.
La Tijereta nos dominaba. Era
ella quien nos obligaba a ser
puntuales a la diaria cita.
Aquella
selvática muchachuela ejercía
sobre nosotros esa especie de fas-
cinación con que arrastran a sus
tropas los grandes capitanes. La
admirábamos y la temíamos. Nadie
como ella trepaba a un árbol, esca-
laba una barranca o acertaba una
pedrada a treinta metros de distan-
cia. Nadie tampoco sabía castigar-
nos con más eficacia. Ni las
suplicas de nuestras madres, ni las
reprimendas de nuestros padres, ni
los encierros, ni las amenazas, ni
los pescozones, alcanzaban el te-
rrible efecto punitorio de esta sola
palabra con la cual la Tijereta fulmi-
naba al desertor de un día cuando
se reincorporaba a la caterva:
¡Mariquita!
La
Autor:
Juan Pablo Echagüe
Del libro:
“Por donde corre el
Zonda”
Apostando a las leyendas y a la fantasía, el
Espectáculo Final de la Fiesta Nacional del
Sol es una reflexión sobre los miedos y
cómo el conocimiento logra vencerlos.
Esta es la Pericana que apare-
cerá en el espectáculo final, ca-
muflada de candidata a reina.
1,2,3,4,5 7,8,9,10-11,12,13,14,15,16,17,...20
Powered by FlippingBook