El Nuevo Diario - page 5

Viernes 12 de agosto de 2016
Así lucía la Plaza 25 de Mayo du-
rante la gobernación de Videla. Al
fondo se aprecia la fachada de la
vieja Catedral.
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s
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s
La ciudad
ción provincial. San Juan había que-
dado sin gobernador.
Tras un corto debate se nombró gober-
nador interino al jefe de Policía y amigo
personal de Videla, don Benjamín
Bates. Qué mejor que el jefe de Policía
para investigar un caso que se presen-
taba difícil.
El muerto no era cualquier persona.
Era el gobernador de la provincia.
Pero además, un político de larga tra-
yectoria.
Una provincia
conmocionada
Las reacciones por la muerte de Videla
fueron inmediatas.
No era para menos.
Una maldición parecía haberse adue-
ñado de San Juan:
todos los goberna-
dores morían trágicamente.
Benavides, asesinado en su celda. Vi-
rasoro, asesinado en su casa. Aberas-
taín brutalmente muerto en La
Rinconada.
Y ahora Videla.
En Buenos Aires, nadie quería oír ha-
blar de San Juan.
Cada problema que se suscitaba en la
provincia tenía gran repercusión en la
política nacional.
¡Cómo no iba a tenerlo este nuevo ase-
sinato!.
Más aún siendo Domingo Faustino Sar-
miento -hombre del mismo partido y
amigo personal- el presidente de la Na-
ción.
Pero en este caso había algo extraño.
No aparecían claros los móviles políti-
cos.
-Después de los asesinatos de Bena-
vides y Virasoro, ningún político va a
ser tan loco como para ordenar esta
muerte-
,
se argumentó.
En San Juan, el clima era de tranquili-
dad, aunque el gobernador había te-
nido un fuerte encontronazo con el
presidente Sarmiento a raíz que la pro-
vincia reclamó el pago de 500 mil
pesos a la Nación por deudas contraí-
das durante la guerra de la indepen-
dencia.
—La República Argentina no debe
sino lo que una ley haya declarado.
Para reconocer a San Juan su pobre
medio millón, por equipar con Bue-
nos Aires, Mendoza y San Luis al
Ejército de Los Andes sería preciso
echarse unos 20 o 30 millones de las
otras provincias y otros tantos de
Buenos Aires. Hace años que se re-
siste el pago de las deudas del go-
bierno de Rosas y Dios saben si
escaparemos—
,
fue la contundente
respuesta de Sarmiento a Videla en
una carta en la que hasta se olvidó de
despedirse, tanta era la bronca ante el
reclamo.
¿Quién mató
a Videla? ¿Por qué lo
mataron?
Las preguntas se instalaron pronto en
los sanjuaninos.
S
an Juan tenía en aquellos años 60
mil habitantes de los cuales 8.353
vivían en la ciudad, 4.246 en Desam-
parados, 6.345 en Concepción, 3.512
en Trinidad y 3.955 en Pocito, que in-
cluía lo que hoy es Rawson. Jáchal
era el pueblo más importante, con
12.054 habitantes.
La economía prácticamente era de
subsistencia pues aún no llegaba el
ferrocarril y la consiguiente integra-
ción con los grandes mercados. El
cultivo de la tierra, una vitivinicultura
venida a menos como consecuencia
de políticas nacionales que habían
permitido la importación de vinos y
una minería incipiente, eran los pun-
tos salientes.
La ciudad comenzaba a mostrar algu-
nos signos de adelanto.
Por ejemplo, se había extendido
hacia el este la calle Ancha del Norte,
que luego se llamaría Roque Sáenz
Peña (prolongación de 25 de Mayo) y
la calle La Legua con lo que se am-
pliaba hacia Santa Lucía la estrecha
cuadrícula heredada de la colonia y
se había celebrado un contrato para
instalar 300 picos de gas de carburo
que proporcionarían alumbrado pú-
blico. El gasómetro central y las cañe-
rías de distribución fue sin embargo
una empresa demasiado grande para
la época y no se concretó.
lll
También se firmó un contrato para
traer agua desde Zonda por medio de
una cañería subterránea, que sería
utilizada en la fuente de la plaza y
cuatro surtidores que se instalarían en
cada esquina y en la Casa de Baños
y el mercado público que funcionarían
en el costado sur del cuartel de San
Clemente, que ocupaba la manzana
de Santa Fe, Tucumán, Córdoba y
General Acha, llamada entonces calle
del Cabildo.
La Casa de Gobierno, ubicada en la
calle General Acha, frente a la Plaza
Mayor, aunque a ritmo muy lento, se-
guía con su construcción.
“Aldea chica, infierno grande”,
nunca
más apropiado el proverbio.
Don Valentín era uno de los hombres
más ricos de San Juan.
Gran parte de su fortuna la heredó. Y
otra parte la hizo con su profesión de
abogado y sus negocios.
Los rumores que circularon en los días
siguientes sobre los presuntos autores
del crimen fueron de lo más variado.
Unos creyeron ver móviles políticos y
apuntaron sus dedos acusadores con-
tra el ex gobernador Manuel José Za-
valla o el ex gobernador Manuel José
Gómez.
Zavalla había sido expulsado del go-
bierno y de la presidencia del Club del
Pueblo y era hombre que mantenía re-
laciones muy cordiales con Santos
Guayama, forajido que en aquellos
años asolaba la ciudad y la zona rural.
Pero la pista política no conducía a nin-
gún lado y se basaba en suposiciones.
Había otra hipótesis que la aldea repe-
tía con indisimulado regocijo.
—Esto es cuestión de faldas.
Don Valentín Videla tenía 53 años.
Había nacido el 9 de diciembre de
1818.
A los 25 años se casó con su prima se-
gunda, Jesús Maradona, hija de mon-
señor Timoteo Maradona y de su
esposa, doña Antonia Videla.
Su suegro, Maradona, había sido va-
rias veces gobernador de San Juan.
Hasta que un día enviudó y se hizo sa-
cerdote.
Descendiente de uno de los fundadores
de San Juan, don Alonso de Videla, Va-
lentín ejerció la profesión de abogado
en virtud de una licenciatura otorgada
por su práctica forense.
Pero en realidad la política era lo que
más le interesaba y estaba ubicado en
el sector beato denominado
pelucón
,
evolucionando al federalismo, opuesto
al sector
marrano
, que incluyó a los fu-
turos unitarios y sus sucesores libera-
les.
Historia de
un picaflor
Pero no sólo en la política, los negocios
y la abogacía consumía su tiempo don
Valentín.
Tenía fama de ser muy galante con
las mujeres.
Y cuando al dinero se suma el poder y
cierta capacidad de seducción, todo
junto transforman el depositario de tan-
tos bienes en un hombre al que las mu-
jeres miran con indisimulada atracción,
cualquiera sea su edad.
El caso es que la cuestión de faldas es-
taba presente en la aldea.
-En esto algo ha tenido que ver el
chileno García Aguilera
-
, pronto se
afirmó.
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