El Nuevo Diario - page 8

Viernes 12 de agosto de 2016
Escribe
Eduardo Quattropani*
temas de la justicia
Falta de equilibrio
Vivimos en una sociedad com-
plicada, muy complicada, eso
ya lo hemos sostenido en varias
oportunidades.
Las complicaciones se convier-
ten en problemas graves
cuando su naturaleza tiene carácter
conceptual, de valores, cuando se
torna dificultoso diferenciar la ver-
dad de la mentira, lo justo de lo in-
justo.
Vivimos, hoy, un momento de,
por lo menos, confusión pues,
bajo diferentes figuras jurídicas,
ocupan el centro de la información y
de la opinión nacional personajes
que, de normal, no deberían de-
sempeñar ese rol; y que para peor,
de algún modo, se han convertido,
también, en presuntos referentes
del deber ser.
Veamos, como ejemplo de lo
que se dice, las posiciones de
Pérez Corradi, Lázaro Báez, Fariña,
López, etc., etc., quienes se paran
en el centro de la escena y señalan,
solo discursivamente, quiénes se-
rían los supuestos buenos y quie-
nes serían los supuestos malos;
todo, claro está, luego de presen-
tarse como abanderados de la ética
y de la ley.
Pérez Corradi es buen ejem-
plo, cansado ya de señalar a
funcionarios del gobierno anterior,
“tiró a la hoguera” al senador radi-
cal Ernesto Sanz, sin más eviden-
cia que sus propias palabras,
dichas en el marco de una indaga-
toria, y con absoluto desparpajo.
Debemos, en algún momento,
razonar que si bien figuras
como la del “Arrepentido”, “Testigo
Protegido”, “Agente Encubierto”,
etc. pueden constituir herramienta
útil de investigación, en modo al-
guno pueden desnaturalizarlas
hasta el extremo de convertir a su-
jetos infractores de la ley en due-
ños de la reputación y fama de los
demás.
Vivimos en una sociedad com-
plicada, sin términos medios,
las mas de las veces poco razona-
ble, en ocasiones permisiva al ex-
tremo, en otras descalificadora
serial; en verdad casi siempre ale-
jados del “justo medio”, de lo con-
ceptual, del sistema.
Vivimos en una sociedad com-
plicada, muy complicada,
donde extrañamente gente de inte-
resantes valores en la vida privada,
no guardan idéntica virtud al inte-
ractuar en lo público.
Creo, es una carencia, un pro-
blema, una dificultad que de-
tiene el desarrollo de la Sociedad.
Ibar Esteban Pérez Corradi
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COLUMNISTAS
algo de alguien
Maldición gitana
U
na maldición gitana dice:
“ojalá que te toque un mal
vecino”, pero ¿y si te toca
un buen vecino?
Esa parte no la dice. Un buen ve-
cino es como un amigo que no se
mete en lo interior de nosotros. Es
el mejor guardián de nuestro espa-
cio (barrio, edificio, country, etc.);
es quien se interesa por nosotros
desde allí, su casa.
No hace falta que estemos todos
los días pegoteados para saber
que podemos contar con él y vice-
versa. Es el saludo que se extraña
cuando no está. Es el dicho maña-
nero cuando sí está. Es quien nos
hace sufrir con el olorcito a asado
de los domingos y nos da malos
ejemplos cuando corta el pasto o
lava el auto mientras nosotros esta-
mos tirados mirando el partido. Es,
a veces, bastante odiable. Menos
mal que cumple años una sola vez,
porque le gusta festejar a lo
grande; multitud grande; bochinche
grande. Te manguea sillas y algu-
nas otras cosas para atender a las
visitas. Te invita sabiendo que no
irás porque estarás vigilando que
los que vienen no te estacionen
arriba de tu dormitorio al llegar o
no te vomiten el jardín cuando se
van. Se les perdona usar el taladro
con percutor en plena siesta, en la
medianera sobre tu dormitorio o
que la señora estacione cruzado
sobre la entrada a tu casa, justo
cuando venías apurado.
Ni qué hablar cuando su hijo ado-
lescente se pone a ensayar con su
batería y su banda justo cuando a
vos te duele la cabeza y pensabas
reposar para aliviarte. La hija tiene
otras amigas adolescentes con un
físico que parten la tierra y con un
cerebro que parte el más elemental
s
Vicepresidente Primero del
Consejo Federal de Política Cri-
minal de los Ministerios Públi-
cos de la República Argentina
Escribe
Gustavo Ruckschloss
sentido común, y ni qué hablar de
los modales, gritos, carcajadas y
malas palabras de las chicas.
Alguna vez la vecina dueña de
casa vino a pedir un poco de algo -
sal, azúcar, yerba, una cebolla, una
bombilla, o un cuchillo bien afilado -
con la promesa de devolución. Pa-
recen buenos prometedores y
malos cumplientes.
Son buena gente pese a que al-
guna vez estuvieron más de un
año sin saludarme porque les dije
que el gato de ellos me tenía frito
porque se entrometía a mi casa y
rompía y ensuciaba todo. Calladi-
tos, con el tiempo, me dieron la
razón porque había arañado al
bebé de ellos cuando este le mor-
dió la cola.
Todo esto forma parte de una
buena vecindad. Imaginemos, en-
tonces, lo que será un mal vecino.
Tiene mucha razón la maldición.
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