Viernes 18 de noviembre de 2016
En el casamiento de los
dos hijos mayores de
Daniel y Graciela. Vanina
Ugrín, su papá Daniel, Ale-
jandra Moreno López y su
esposo Martín Ugrín, Gra-
ciela López y María José
Ugrín.
Leticia y Nelson, en el
medio, junto a sus
hijos Simón, Timoteo,
Dámaris, Azul,
Macarena y Cande
Buasso, que se sumó
a la familia
21
G
raciela López y Daniel Ugrin
fueron novios en la adoles-
cencia. Cuando él se fue a
estudiar a Córdoba se separaron y
cada uno construyó su familia. Se
reencontraron más de veinte años
después, él era viudo y tenía tres
hijos, entre los 18 y 8 años, y ella
estaba separada, con una hija ado-
lescente.
Juntos decidieron formar un nuevo
hogar. Para su sorpresa, desde allí
nació una nueva familia, porque el
único hijo varón de Daniel se ena-
moró y se casó con la hija de Gra-
ciela.
—¿Por qué apostaron por vivir
juntos, con sus hijos?
—Porque nos amábamos. Vos por
un lado con tus hijos y yo con mi hija
es lo más cómodo, pero no quería-
mos la felicidad solos. Para ensam-
blar las familias los papás tienen que
ser maduros y analizar con respon-
sabilidad y compromiso cómo armar
esto. Esto lo da el tiempo y hay que
ser pacientes. Ellos traen un estilo
de vida, vos tenés otro. Hay cosas
que se charlan entre los papás,
otras con los hijos, pero siempre con
la verdad.
—¿Cómo se prepararon para la
convivencia?
—Conversamos entre todos. Yo
tenía una casa grande y la reformu-
lamos completamente. Entre todos
elegimos quién iba a dormir con
quién, cómo, cuáles eran las prefe-
rencias de cada uno.
—Aparte Daniel y sus hijos deja-
ron Córdoba para venirse a San
Juan.
—Se vinieron y decidieron acompa-
ñar al papá. Si el papá era feliz acá
ellos también, fue lo que expresaron.
Es una actitud bastante madura, que
tiene que ver con la manera en la
que crías a los chicos, las charlas, el
tiempo que les dedicás. A pesar de
que trabajo todo el santísimo día,
siempre los llevé y traje de la es-
cuela y la universidad, a todos.
—¿Y los cuatro pasaron a ser
hijos de los dos?
—Sí, y no hace falta que te digan
mamá o papá. Mi hija no le dice papá
a Daniel, ni los hijos de Daniel a mí.
Sin embargo, tienen que ver que
esta figura existe. Tenés que acordar
valores con ellos, poner límites y
pautas de convivencia. También tie-
nen que ver que sus papás son feli-
ces, sino esto fracasa. Las
vacaciones también son importantes,
para compartir momentos entre
todos.
L
a historia de Nelson Videla y
Leticia Naput es de película.
Ambos son contrabajistas, él
sanjuanino y ella santafecina. Se co-
nocieron en agosto de 2010, en un
encuentro de contrabajistas.
Después de mantenerse en contacto
por internet, decidieron ponerse de
novios y vivir juntos. Esto no solo los
involucraba a ellos, con Leti llegó a
San Juan su hija Azul y acá Nelson
vivía con su hija Macarena, después
también se sumó su otra hija Dáma-
ris. Unos años después llegaron los
mellizos Simón y Timoteo para sellar
esta nueva familia.
¿Por qué decidieron volver a
apostar por la convivencia?, más
aun teniendo hijos.
—Fue tan fuerte lo que sentimos,
una confirmación de que Dios había
predestinado nuestras vidas para
que se cruzaran, que fue una necesi-
dad estar juntos. Ella tenía que re-
nunciar a todas sus cosas, venirse y
hacerse cargo de tres hijas.
—Ahora las tres son hijas de los
dos, ¿lo ven así?
—En casa es así. Ellas decidieron
estar con nosotros y armamos una
familia muy grande. Tenemos los
avatares propios de la vida, pero
siempre hubo una confirmación di-
vina y se han llevado muy bien. Ellas
son hermanas. Ahora con Cande
(Buaso, quien vive con ellos) es igual,
una más.
—¿Cómo se hace para que los chi-
cos acepten la autoridad de un
padre o madre con el/la que no
crecieron?
—Nuestros padres nos enseñaron las
buenas costumbres pero más allá de
eso creemos en la impartición, lo que
uno es. ¿Sabés lo que fue que Leticia
me eligiera, viniera con su hija y yo,
siendo hombre, con todas las cosas
que pasan ahora? Dios fue fiel con
nosotros y se encargó de que ellas
entendieran lo que había en mi cora-
zón y el de ella. A medida que crecen
aparecen problemas, pero la autori-
dad que Dios nos regaló fue impre-
sionante y nunca fue algo forzoso.
—¿Cuando decidieron convivir se
prepararon de alguna forma o pu-
sieron ciertas reglas?
—Jamás. Nos sorprendíamos porque
en dos veces que nos habíamos visto
nuestras vidas habían cambiado y
estábamos involucrando a nuestras
hijas. De nuestra naturalidad, fue la
misma que hubo entre ellas. Ahora
decidimos casarnos, significa que
queremos una eternidad juntos.
“No queríamos
la felicidad solos”
Y TIENE EJEMPLOS EXITOSOS EN SAN JUAN
GRACIELA LÓPEZ, SECRETARIA GENERAL DE UDAP
“Fue una necesidad estar juntos”
NELSON VIDELA, CONTRABAJISTA
s
s