Viernes 18 de noviembre de 2016
castellano, evitando el término familias-
tras para contrarrestar la connotación
negativa de las palabras con el sufijo –
astro (equivaliendo al prefijo inglés
step) En idioma inglés, el prefijo step
no tiene la connotación despectiva que
el castellano le da a astro.
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Partiendo del preconcepto legal y reli-
gioso de familia urbana, de clase media
y de primeras nupcias, toda familia que
se aparte de este modelo ha sido estig-
matizada y sobre patologizada. Tal es
el caso de las segundas uniones en
aquellas parejas en donde uno o
ambos integrantes han tenido familias
anteriores, que no han continuado ya
sea por el fracaso de la pareja como
tal, o por la muerte o desaparición de
uno de sus integrantes. En sociedades
de tradición mayoritariamente cristiana,
estas uniones han tenido histórica-
mente que enfrentar desde el principio
una carga negativa muy fuerte, im-
puesta desde el seno mismo de la so-
ciedad, con «mala prensa» en los
medios y permanentes obstáculos lega-
les, jurídicos y sociales.
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Alcances sobre el origen del término en
español y equivalentes en idioma in-
glés.
En castellano al no existir un término,
fue necesario crearlo. Si bien algunos
terapeutas y sociólogos suponen que el
origen del nombre proviene de la inge-
niería, de un ensamblaje mecánico de
piezas, su creadora afirma que la deno-
minación proviene de la música: un en-
samble es una obra para un grupo de
solistas, que pueden mezclar instru-
mentos musicales de diferentes carac-
terísticas y también se utiliza el término
para describir el grado de coherencia
en una ejecución musical. El acento
está puesto en este caso, no en lo me-
cánico sino en el proceso de ajuste
creativo permanente que requiere la
conformación de estas familias.
En el
cine y la TV
E
l cine fue el primero en desmitificar
las crueles madrastras de los cuen-
tos con la inolvidable comedia «Los
tuyos, los míos y los nuestros», cuidán-
dose, eso sí, de aclarar que estos pa-
drastros no pertenecían a la categoría
de «usurpadores» dado que ambos
protagonistas eran viudos.
Lo mismo sucede actualmente en el
cine comercial, en películas como Step-
mom de Julia Roberts y Susan Saran-
don, aunque el cine independiente
tiende cada vez más a mostrar que
existen personas que cumplen ese rol
con padres separados y no solo viu-
dos/as.
Las primeras madrastras y padrastros
de la TV seguían el estereotipo de
crueldad de los cuentos, pero la pre-
sión social que significó el incremento
de familias ensambladas en EEUU y
las quejas de las agrupaciones de pa-
drastros, lograron que la TV rompiera
con este molde en la serie Dinastía,
transformando el rol en su opuesto ab-
soluto y creando una «supermadras-
tra» con una bondad y comprensión
imposibles de imitar.
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Configuraron así dos posibilidades
poco atractivas para imitar: o el re-
chazo o la sobreexigencia. El equili-
brio entre estos dos extremos se fue
logrando gradualmente en la TV
norteamericana y por imitación en el
resto del mundo. A partir de 1995 al-
gunos programas de la TV argentina
(Montaña rusa, Nueve lunas) empeza-
ron a incluir entre sus protagonistas a
madrastras o padrastros que no
eran ni ángeles ni demonios sino
personas reales
, con miserias y gran-
dezas que intentaban mantener el
mejor vínculo posible con sus hijastros.
También comienzan tímidamente a
surgir contra-cuentos como el de la es-
critora argentina Elsa Borneman La
madrastra que combate el prejuicio
sobre las personas que cumplen este
rol. Aun así todavía no es frecuente que
alguien cuya pareja tiene hijos acepte
cómoda y tranquilamente este rótulo y
aún es frecuente que las personas con-
sideren que solo son padrastros/ma-
drastras cuando el progenitor del
mismo sexo ha muerto.
Una nueva
organización
familiar
E
sta nueva organización familiar
posee una estructura y una diná-
mica propias, diferentes a las de las fa-
milias intactas. Las diferencias
fundamentales según Step son:
Nacen de una pérdida:
práctica-
mente todos llegan a la nueva si-
tuación después de la pérdida de una
relación familiar primaria
Los ciclos vitales
(individuales,
maritales y familiares) son incon-
gruentes, lo que significa conciliar ne-
cesidades muy diferentes.
Las relaciones padre-hijo
prece-
den a las de la pareja, lo que ge-
nera frecuentemente conflictos de
lealtades.
Hay siempre un padre o una
madre
presente o en el recuerdo,
cuya existencia como tal se mantiene, y
con cuya presencia –real o virtual- hay
que convivir.
Es necesario conciliar y nego-
ciar
permanentemente con una ex
pareja, lo que genera frecuentes con-
flictos y requiere contactos y negocia-
ciones para compatibilizar dos hogares,
con escalas de valores y hábitos de
vida diferentes.
Se duplica la familia extensa
y al
ser mayor la cantidad de miembros
de la familia los celos, los conflictos de
intereses y también los posibles mode-
los vinculares se incrementan.
Las relaciones legales
entre per-
sonas que conviven son ambiguas
y a veces inexistentes, como se define
más arriba.
Carecen de un modelo de funcio-
namiento
, libros o centros de ase-
soramiento son muchos menos que los
de las familias nucleares. Comprender
que no es una forma defectuosa o
anormal de la familia nuclear conyugal
y no erigirse en juez moral ni en agente
de control social, son algunos de los
presupuestos necesarios al encarar la
tarea de ayudar a una familia ensam-
blada a encontrar su equilibrio y su cre-
cimiento.
Escena del film “Los tuyos, los míos, los
nuestros” de 2005, protagonizada por
Dennis Quaid y Renee Russo. Remake de
la película original de 1968.
Poster del film “Los tuyos, los míos, los
nuestros” de 1968, protagonizada por Lu-
cille Ball y Henry Fonda
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Partiendo del
preconcepto legal y
religioso de familia
urbana, de clase
media y de primeras
nupcias, toda
familia que se
aparte de este
modelo ha sido
estigmatizada y sobre
patologizada.