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Viernes 18 de noviembre de 2016
gunos un fuerte contraste con Co-
lumba.
Aun así, por sus títulos pasaron gran-
des autores, guionistas y dibujantes,
los que no siempre tuvieron una cordial
relación con el editor. La leyenda negra
de Columba se basa en su política de-
predadora en materia de derechos de
autor, no pagar reediciones, en la no
devolución de originales, en la muchas
veces poco feliz aplicación de colores
en sus revistas, o en la nula sensibili-
dad artística hacia los nuevos talentos,
a quienes simplemente se les hacía co-
piar el estilo del dibujante de moda,
como en el caso de la adaptación de
Holocausto, dibujada por un joven
Risso clonando el estilo de Mandrafina.
La fórmula de publicación de álbumes
con gran cantidad de páginas y rápida
periodicidad permitía tener una presen-
cia sólida en el mercado, pero eviden-
temente resentía a la larga la calidad
de sus productos. De todas formas, en
las revistas Columba hubo trabajos no-
tables, a pesar de las cortapisas que
imponía la editorial. La censura era ex-
tensa, desde el lenguaje desprovisto de
toda palabra soez, hasta un mani-
queísmo extremo que solo la capacidad
de algunos guionistas podía disimular.
Los años 70,
época de oro
L
os años 70 fueron la edad do-
rada de Editorial Columba (El
Tony, Fantasía, D`artagnan, In-
tervalo). Son varios los autores –hoy
entre los maestros de nuestra histo-
rieta- que coinciden con esa visión,
tales como Gerardo Canelo, Carlos Ca-
salla o Juan Dalfiume.
Esa visión se sustenta al constatar en
el material publicado en aquellas publi-
caciones una combinación de creativi-
dad, calidad, originalidad y cantidad.
También fue el periodo en que se crea-
ron series y personajes, que pasarían a
formar parte del patrimonio de las gran-
des obras de la historieta argentina. La
línea editorial de Columba, de corte ne-
tamente popular, se basaba en perso-
najes y en géneros que se destacaban
como los de mayor aceptación de la
época.
El staff de colaboradores de la editorial
durante la década del 70 era enorme,
promediando el centenar. Lo integra-
ban los más destacados autores del
momento, como así también nóveles
que en las décadas siguientes alcanza-
rían el rol de “maestros”.
Cualquier lector con cierto conoci-
miento de la historieta argentina, sabe
que el guionista Robin Wood fue el
creador de gran parte de los persona-
jes y series más exitosas de Columba.
Desde un sector de la propia historieta
se le criticaba su forma de escritura y
aspectos ideológicos, pero siempre re-
sultó destacable su capacidad para lle-
gar al lector, lo que lo transformó en el
guionista estrella de la editorial y ser
reconocido a nivel internacional.
Entre las series creadas en los 70 por
Wood que han trascendido el tiempo se
cuentan “Nippur de Lagash” (dibujado
R
amón Columba fue un eximio dibujante au-
todidacta, nacido en Punilla, Córdoba, el 3
de diciembre de 1891.
De muy niño llegó a Buenos Aires. Realizó sus es-
tudios secundarios y comenzó a trabajar en el
Congreso Nacional en calidad de taquígrafo en el
año 1907 donde permaneció hasta 1946. Ingresó
a la Facultad de Medicina, pero abandonó para
dedicarse a su innata vocación artística, el dibujo,
destacándose como un hábil caricaturista.
Su labor como taquígrafo lo ocupó durante 40
años, registrando a través de sus dibujos caricatu-
rescos los hechos más destacados ocurridos en el
Congreso, que lo llevaron a publicar en 3 tomos
“El congreso que yo he visto”.
Colaboró en revistas de primera línea como
“Caras y Caretas”, “Vida Moderna”, “Mundo Argen-
tino”, “El Hogar”; en los diarios “El Nacional”, “La
Mañana”, “Crítica” y “La Razón”. Realizó exposi-
ciones de sus dibujos en Buenos Aires y en ciuda-
des del interior. También publicó “La Belleza en el
Desnudo” en 1940 y “Álbum de la Primera Guerra
Mundial”, que le valió felicitaciones oficiales del
Gobierno de Francia.
Fundó la revista de caricaturas “Páginas de Co-
lumba” en 1922, dando cabida a la mayoría de los
dibujantes de la época, hecho muy importante por-
que las revistas estaban dirigidas y dibujadas por
maestros europeos.
En esa revista se publicaba un suplemento infantil
que a partir de 1928, cuando crea la Editorial Co-
lumba, se convirtió en el semanario “El Tony”. En
esa época se esperaba ávidamente cada semana
su aparición, para disfrutar de “Mandrake, el
mago”, “El Agente secreto X-9″ y “El Hombre Mur-
ciélago”. Posteriormente se agregaron “Intervalo”
en 1945, “Fantasía” en 1950 y “D’Artagnan” en
1957. Fueron numerosos los dibujantes y guionis-
tas nacionales que trabajaron en esa empresa.
En una visita que realizó a Estados Unidos en 1925,
tuvo ocasión de entrevistar a las figuras descollantes
de entonces, que quedaron registradas en sus famo-
sos dibujos.
Durante la década del 40, en un festival artístico en el
“Luna Park”, en un momento dado, Ramón Columba
subió al ring y sobre un atril con grandes hojas de
papel dibujó con una carbonilla caricaturas de persona-
jes de la época. Impresionaba la velocidad en sus dibu-
jos.
En 1948 presidió la Asociación Argentina de Editores
de Revistas; filmó 2 películas de dibujos animados y
colaboró desde 1939 a 1946, con el noticiero “Sucesos
Argentinos”. En sus bosquejos fue un experto en cap-
tar la expresión del rostro, “en ese momento”, por lo
que en Estados Unidos fue apodado “el pirata de la ex-
presión”. Falleció en Buenos Aires el 14 de junio de
1959.
Ramón Columba
Mark. Gión
de Wood y
dibujos de
Ricardo
Villagrán.
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