Viernes 18 de noviembre de 2016
imágenes
La originalidad de
Miguel Burgoa Videla
D
urante años visite con los
alumnos de Estética, la an-
tigua sede del Museo Pro-
vincial de Bellas Artes Franklin
Rawson y observé que casi sin ex-
cepción la pintura de Burgoa Videla
era una de las que más llamaba la
atención, porque les provocaba
emociones de admiración y re-
chazo por partes iguales. Este
hecho motivó el inicio de una inves-
tigación sobre la obra y el autor,
por aquél entonces, casi descono-
cido.
A poco andar se advirtió que era un
artista sanjuanino, con una sólida
formación, que había logrado reco-
nocimiento en el mundo artístico y
obtenido premios importantes; pero
sobre él se tendía un manto de si-
lencio. Hace más de veinticinco
años, los resultados de la indaga-
ción fueron publicados en “El
Nuevo Diario” y seguramente, fue
la única publicación en años.
En el trayecto de la investigación
se descubrió que a pesar del des-
conocimiento del gran público, un
sector muy restringido de la crítica
especializada consideraba a Miguel
Burgoa Videla un artista de culto,
tanto por la singularidad de su obra
como por su extravagante persona-
lidad.
El trabajo realizado por Marcelo
Pacheco, curador de la muestra
que actualmente se exhibe en el
MPBA/FR muestra las razones por
las que Burgoa Videla debe ser
considerado como el representante
de la modernidad, aunque no se
encuadra en las vanguardias clási-
cas. Dentro de la totalidad de los
trabajos se observa la diferencia
entre unos y otros – aunque se
ción bastante fiel, aunque de hecho
ha exagerado aquellos elementos
que justamente provocan la extra-
ñeza.
La singularidad del artista no es in-
genuista sino de corte académico,
elige elementos de la tradición pic-
tórica y de las vanguardias para al-
canzar efectos decorativos – esta
actitud también se extiende a las
composiciones de escenas casi
simbolistas-. Mezcla geometría,
abstracción y figurativismo, apli-
cando colores vibrantes hasta el
punto de dar toques de irrealidad.
Mientras que los paisajes deshabi-
tados se llenan de misterio y la luz
se multiplica en distintos puntos,
los trabajos con figuras humanas
parecen escenarios de personajes.
Se podría afirmar que desde el
punto de vista estilístico se advierte
tanto la influencia de la experiencia
visual de las ciudades que visitó
como desarrollos plásticos al modo
de Alfredo Guttero. Se podría afir-
mar una gran semejanza con este
último autor desde el punto de vista
de la imposibilidad de adscribirlo a
un estilo general.
Burgoa Videla mostró un compro-
miso estético integrado al desarro-
llo del arte argentino, pero
descentrado de las problemáticas
más conocidas. Constituye, por ello
mismo, una expresión que agrega
características a la producción ar-
tística del siglo XX.
Algunas de las obras
de Miguel Burgoa Vi-
dela exhibidas en el
Museo Provincial de
Bellas Artes Franklin
Rawson
s
10
COLUMNISTAS
Escribe
Eduardo Peñafort*
*Filósofo. Crítico de arte
mantiene en todos una inequívoca
voluntad de embellecimiento de los
motivos representados -, sino en
toda la producción con respecto de
sus coetáneos.
Entre los datos biográficos se
cuenta una estadía del artista en
Río de Janeiro, justamente el cua-
dro del Museo Franklin Rawson de-
nominado “Jardín” – pintado en
1940 y adquirido en 1942 - parte
de una vista del Jardin Botânico do
Rio de Janeiro, se puede recono-
cer inclusive la Avenida de las pal-
meras y una de las más famosas
fuentes del paseo. La sorpresa se
produce porque lo que parece una
invención caprichosa de Burgoa Vi-
dela en realidad es una representa-