Viernes 18 de noviembre de 2016
Escribe
Eduardo Quattropani*
temas de la justicia
Dijo Durrant con toda sabiduría:
“Los que trabajamos con víc-
timas de violencia sabemos que
uno de los objetivos más impor-
tantes y difíciles de lograr es
sacar a la víctima del lugar de
víctima”.
En el marco del VI Encuentro
del Consejo Federal de Ofici-
nas de Asistencia a la Víctima del
Delito, se afirmó: “... quien ha sido
particularmente damnificado por la
comisión de un delito requiere de
una consideración que casi no
guarda vinculación con la sanción
al ofensor. Que las consecuencias
del delito, en el plano físico, social,
psicológico o económico, merecen
una atención que supone la elabo-
ración de un programa y una mecá-
nica del Estado”.
Que en estudios, fruto de una
organización en avance, las au-
toridades del Servicio de Asistencia
a la Víctima del Delito del Ministerio
Público Fiscal de Chubut, se ha
postulado: “Una persona que ha
sido víctima de un delito sufrió una
situación especial de stress, de pa-
rálisis, de no poder defenderse, de
no poder solicitar ayuda, de pánico,
de gran humillación, etc. puede res-
ponder con una reacción defensiva,
de gran precipitación, a veces evi-
tando o agravando el delito, o por el
contrario, se mostrará pasiva, no
creyendo que será agredida ni asu-
miendo las defensas necesarias, o,
vencida, por el temor vivenciado
frente al agresor. También, conse-
cuentemente, pueden desencade-
narse conductas post-delictivas,
perturbaciones psico-sociales,
tanto en la victima como en su
grupo familiar, como temor de salir
del hogar, trastornos psíquicos, im-
posibilidad de desempeñar su acti-
vidad diaria, sentimientos de
venganza, alcoholismo, intentos de
suicidio, desintegración familiar,
etc.”.
Que este panorama reclama,
exige, requiere, que aborde-
mos, como insistentemente propo-
nemos, todo lo que hace a las
víctimas de violencia con seriedad
científica y profesional, asegurán-
doles que el sistema “las acunará”
desde el primer momento y que,
además, no las abandonará en el
camino.
En otras palabras, la atención
profesional, especializada,
científica, debe darse desde el
mismo momento en que se aborda
el problema, pues requiere de
quienes previenen en nombre del
Estado una “muy exquisita prepa-
ración” para ello.
Pongo ejemplo, cuando una
víctima de violencia concurre
ante los representantes del Estado
y estos la someten a esperas inter-
minables, a interrogatorios inapro-
piados, cuando los funcionarios se
desatienden de la víctima y hacen
chistes, toman mate, sonríen, con-
testan el celular, hablan de sus fa-
milias o del partido de la selección,
simplemente están destruyendo
a la víctima, la hacen sentir que
se equivocó en concurrir a pedir
auxilio al Estado.
Clarito.
Conclusión:
No existe –en ge-
neral- personas capacitadas ni
en sede policial, ni judicial, ni admi-
nistrativa para la atención primaria
de la víctima de violencia. Duele,
ofende, lo lamento, así es.
El sistema judicial, claro está,
también hace agua, no existen
Juzgados ni Fiscalías Temáticas,
Fuero Unificado, ni atribución de
competencia al organismo más
cercano territorialmente al domicilio
de la víctima. No existe especiali-
dad alguna.
En concreto, las instituciones
en general, con sus caracterís-
ticas y finalidades propias, en al-
gunas circunstancias (más aún
cuando no están en sus objetivos
la atención específica de víctimas)
carecen de herramientas apropia-
das para poder afrontar adecuada-
mente situaciones de victimización.
Es así que muchas veces vemos
trabajadores del área de Educa-
ción, Salud y de las instituciones
de Justicia y Seguridad, intervenir
con víctimas de violencia, desco-
nociendo pautas básicas de victi-
mología, lo cual, obviamente, en
muchos de los casos, los lleva a in-
currir en indeseadas revictimizacio-
nes, algunas de ellas de fuerte
impacto emocional en las victimas
y su familia.
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COLUMNISTAS
algo de alguien
Asombrado
Y
o no sabía mucho sobre la
sombra. Por ejemplo, que
es singular, sí, porque cada
quién tiene la suya, cada cosa
tiene la propia. Confirmé que es
como un ADN porque nadie puede
usar la sombra de otro. Además,
aquello de “estar a la sombra de
otro” es bastante cuestionable por-
que yo no sé si las sombras quie-
ran entrometerse en sombra ajena.
La inexpresiva Física nos quiere
hacer creer que la sombra es, sim-
plemente, falta de luz. Tal vez sea
cierto, pero es una explicación muy
fofita, le falta emoción. ¿O no sabe
que en las sombras se ocultan tan-
tos misterios? Y qué sería de la
vida sin misterios. Sería tan entre-
tenida como una hoja en blanco.
De la misma manera que el concu-
binato entre el sonido y el silencio
engendra música, el entrevero
entre la luz y la sombra crea la ima-
gen, da volumen, esconde cosas y
exalta otras. Marca formas y oculta
destellos.
No sé si existiría la belleza tal
como la concebimos si no hubiera
sombras. Todo sería plano y sin
contrastes. Por algo desde los fa-
raones egipcios hasta hoy, para
embellecer los rostros se usa algo
que llama “sombra” porque imita
los efectos de la verdadera, es
decir, sirve para resaltar lo bello
que se luce delante de ella.
Además, la necesitamos para no
broncearnos de más, para no achi-
charrarnos en el campo, para dor-
mir la siesta, para que no se
caliente el vino y un sin fin de utili-
dades prácticas. Antes, también se
usaba para amparar novios de la
vista ajena. Hoy, creo, que ni se
sabe qué es la sombra, por lo
menos a esos fines.
s
Vicepresidente Primero del
Consejo Federal de Política Cri-
minal de los Ministerios Públi-
cos de la República Argentina
Escribe
Gustavo Ruckschloss
A veces la conseguimos por mano
propia como con los sombreros,
que viene a ser algo tan útil y anti-
guo como el abanico, con el que
hacen una dupla casi olvidada.
Además de dar sombra, los som-
breros son un flor de pretexto para
lucirse y llamar la atención, antes,
ahora y siempre. Aunque ahora se
ven superados por las gorras en
todas sus formas, que vienen a ser
el pariente menos formal de la fa-
milia.
La que sí está en desuso es aque-
lla sombrilla, coqueta y femenina.
Debe ser porque en realidad es el
paraguas de los secos.
En otro aparte de este profundon
estudio hablaré de las sombras que
nos dan (o alquilan) otros compo-
nentes sociales como son los árbo-
les, las marquesinas, toldos,
aleros, galerías, techos, enredade-
ras o carpas.
Realmente, este tema, me asom-
bró.
Violencia: la Víctima y el Estado