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Viernes 9 de diciembre de 2016
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LAS MEMORIAS DE IVELISE
►
Carta
a los hijos
Moscú, marzo 15 de 1977
Queridos hijos: Leopoldo Alfredo,
Juan Domingo, Federico Jorge,
Fernando Esteban y Alejandro
Quinto.
Estas líneas las recibirán de manos de
vuestra madre, por encargo mío,
cuando ya no pueda estar con ustedes.
Como es natural llegará el día y quiero
que conozcan pocas cosas que tengo
que decirles, que sumadas a las que
oigan de Ive son las únicas valederas,
todo lo demás que escuchen, tómenlo
con precaución, podrá obedecer a otras
motivaciones interesadas o porque la
vida de los seres humanos siempre
tiene el color del ojo que las observa y
es común el no ser objetivo o juzgar
por informaciones erróneas, etc.
Mis actividades y mi carácter reservado
—fundamentalmente— no me han per-
mitido ser más confidente y decirles,
para que sepan, cuánto los quiero y
que de todo lo que he hecho en mi
vida, lo principal fue formar la familia.
A los 38 años me casé y nacieron uste-
des, gracias a la fortaleza espiritual y fí-
sica de vuestra madre, admirable,
prácticamente ella es la autora de todo,
nunca se lo manifesté. Pese a conside-
rarme estricto en el cumplimiento de
mis responsabilidades, descargué en
ella todo lo referente a la crianza y edu-
cación, porque lo hace bien; además,
por su temperamento posesivo y absor-
bente, nadie hubiera podido hacer
base, también por comodidad no he
participado, sabiendo que no era nece-
sario.
Nos han visto disentir algunas veces y
ambos de carácter embromado, hemos
reñido y desgraciadamente recordarán
ingratamente algunos episodios, pero
en el fondo había mucho cariño. De
parte mía os digo que gracias a ella, di
nuevo sentido a mi vida y que llenó con
grandeza todo lo que un hombre puede
aspirar —tampoco tuve habilidad para
transmitírselo— solía decirle lo contra-
rio y así mamá con algunas razones se
desesperaba y lloraba (no le cuesta
mucho), pero al primer mimo está de
buen carácter y siempre linda.
Ivelise como me agrada nombrarla,
joven, como es natural, conoció otro
hombre compañero de estudios y se
casó, no se entendieron y se separó
pocos meses después, creo honesta-
mente que su vida real la tuvo conmigo.
Estimo que es mejor que yo les cuente
y no que se enteren por otros conduc-
tos, por otra parte de nada tiene que
avergonzarse y ella les dará los deta-
lles, si quieren, aunque son innecesa-
rios.
Dos personas la queremos inmensa-
mente: Doña Amalia y yo, somos
ambos las víctimas de sus expresiones
de desencanto cuando se enoja y sos-
tiene que sólo su padre la entendía y la
quería. No es cierto, en todo caso los
tres por igual, aunque nos manifeste-
mos de distinta manera.
Finalmente les pido que sean muy uni-
dos y honrados, cuiden de la hermana
—le escribo por separado— y velen
permanentemente por la madre, inteli-
gente, que yo frustré en las cosas pa-
sajeras de la vida, aunque a ella a
veces la deslumbraran; pero contribuí a
que se integrara en una familia que no
tiene comparación con ninguna otra ac-
tividad, que sin duda puede realizar,
porque donde la pongan siempre será
número uno. Uds. crecidos contribuyan
a que se realice en alguna actividad
política. La harán feliz.
Deseo fervientemente que estudien, en
el mundo actual cada ser humano val-
drá por sí mismo y naturalmente se de-
fenderá mejor en la lucha por la vida, el
que tenga más conocimientos.
No hay que temerle a la vida, hay posi-
bilidades para todos, la clave del éxito,
radica principalmente, en tener garra,
perseverancia y siempre obrar correc-
tamente. Soy un triunfador, especial-
mente porque tuve a mamá por
compañera y mis seis hermosos frutos.
Todos los bienes materiales, los he ga-
nado honradamente y sin ninguna pre-
ferencia dispongan de común acuerdo,
primando lo que diga Ivelise.
Que la vida los llene de satisfacciones,
el secreto para triunfar es saber
adónde se quiere llegar, buscando lo
posible y conformarse.
Mi más grande y fuerte abrazo.
La familia
Bravo junto
a Su Santi-
dad, Juan
Pablo II
Cartas de don Leopoldo
desde Moscú
En esta nota reproducimos cartas que don Leopoldo
escribiera, explica la autora, cuando era embajador en
Rusia, en días que sentía cerca su muerte. Las cartas
tienen gran valor testimonial. A ellas hemos agregado las
reflexiones finales de la ex legisladora nacional.
Omitimos partes del libro referidas a temas muy puntuales
o de política interna partidaria.