►
“Querida
vieja”
Moscú, marzo 15 de 1977
Ivelise:
Desde hace tiempo que deseo decirte
muchas cosas, pero el tiempo pasa y
hoy me resuelvo, con unas líneas para
los hijos, que entregarás en el mo-
mento oportuno. En forma simple, todo
cuanto digo, son mis últimas palabras y
por tanto mi testamento.
Querida vieja, nada he amado tanto
como a mi Ive, mi gran regalona —
menos mal— dirás, pero tienes que re-
conocer que conmigo has sido a veces
bastante embromada, dirás que hasta
te he golpeado, pero en verdad nunca
pasaron de tímidos empujones y corre-
teadas, que más me dolían a mí (...)
Bromas, me gustaba verte asustada,
han sido pruebas de cariño, piensa que
nunca he tocado a nadie, ni siquiera he
reprendido a los niños, sólo a mi pe-
queña Ive.
No puedo quejarme, al despedirme
confieso públicamente, mi vida tiene
razón y la siento desde que me uní a tí,
sos una gran mujer, la más grande de
tu sexo, al cual yo tuve conocimiento
no directo, por supuesto... sino como
estudioso... lo digo a esto último para
fastidiarte, mi celosa sin causa.
Te dejo seis hijos, tu obra principal, que
serán tus guardianes y que son he-
chura exclusiva tuya, no me diste parti-
cipación, nada más que para
concebirlos, pero no importa, te has
comportado ejemplarmente.
Mis bienes, que no sé qué importancia
real tienen, son para vos y los hijos;
ellos saben que tu opinión tiene priori-
dad y que deben velar para que nada
te falte —esto no me preocupa— por-
que ningún hijo abandona a su madre y
menos los nuestros.
Desde que nos unimos, en todo mo-
mento has estado presente en todas
mis acciones, en cada instante Ivelise
rondaba mi pensamiento; cuando tra-
bajaba o en los momentos de reposo,
en los primeros como fuente de inspira-
ción, en los segundos premeditando
cariños para el encuentro.
Vieja querida, qué breve es la vida;
ahora que quisiera una prórroga para
vivirla y compartirla un poco más con-
tigo, me llaman, es el orden de la vida.
Sólo me falta desearte todo lo bueno y
mejor para tí y nuestros hijos, ellos cu-
brirán largamente mi ausencia, si te
aparece algún candidato, puedes ca-
sarte —mejor que yo lo autorice expre-
samente— aunque las viudas lo hacen
y generalmente afirman que es si-
guiendo los deseos del difunto, pero re-
cordame a menudo, para que se
amargue el cliente y no todo le sea
dulce.
Mi vieja querida, mi Ivelise; Ive. Mi úl-
timo momento lo viviré con tu recuerdo.
Hasta siempre.
►
Para María
del Valle
Moscú, marzo 15 de 1977
Mi querida hija María del Valle:
Por separado le he escrito a tus cinco
hermanos, considerando que a mi
única hija debía hacerlo exclusiva-
mente.
Lo mismo que a ellos mamá te entre-
gará estas líneas, que son las más tier-
nas que desearía escribir y lamento no
ser poeta para decirte bellamente, lo
mucho que te quiero y que desde la
eternidad te estaré siempre apoyando.
Tú, María, que eres la estampilla de
mamá, y que deberás seguir siéndolo,
no quedes con el recuerdo negativo de
que tus padres no han sido muy uni-
dos, por el contrario, ambos nos hemos
complementado y gradualmente nos in-
tegramos, compartiendo intensamente
todos nuestros quehaceres, cuando no
tenía a Ive a mi lado, no me encontraba
en mis cabales.
Papá ha sido un triunfador, la vida me
ha sonreído, pero mi éxito mayor fue-
ron tu madre y Uds. que cambiaron mi
existencia que empezaba a ser monó-
tona y a perder interés, con el empuje
de Ivelise comienza mi verdadera ac-
ción.
Niña querida, tú tienes que ser la mi-
mada de la familia y vivir dichosa todos
los encantos de la vida, estudia lo que
te guste, me agradaría que supieras
algo de música, el piano que compré
cuando soltero es para tí, practica
baile, canto y en lo posible concluye al-
guna carrera universitaria, para que
tengas independencia en caso necesa-
rio
Respalda a tu marido y colabora en
todo con él, pero a fin de que tengas tu
propio radio de acción, ejerce fuera del
cuidado de tus hijos algún trabajo, den-
tro del campo de operaciones de tu es-
poso o independientemente, pero en
cualquier caso con la conformidad de
ambos.
Estoy seguro que serás una gran
mujer, tienes buena cuna, buena san-
gre y padres correctos, siempre debes
ser muy compañera de mamá, que
será tu mejor amiga.
La elección de tu compañero, te corres-
ponde a tí, pero informa de todo a
mamá —y tú decides— sin disgustos,
no me cabe duda que acertarás, no ol-
vides que el matrimonio es una socie-
dad en que las partes tienen que poner
lo mejor de sí y mucha buena voluntad.
La unión es para siempre, pero si sur-
gen problemas de fondo, nadie debe
vivir calvarios y dentro de las normas
de moral y corrección, tienes el dere-
cho de buscar otras soluciones.
Que tengas hijos sanos, fuertes y bue-
nos como tú, mi preciosa hija.
Bueno, mi nena querida y hermosa,
que la vida te sea dulce en compañía
de mamá, de tus hermanos, a quienes
debes enterar de todo, me despido con
el beso que se deja para el último mi-
nuto para los seres más queridos.
Tu padre.
Leopoldo Bravo
T
ambién Leopoldo dejó estipu-
lado su deseo de que yo con-
servara muy especialmente el
ícono que le fuera obsequiado por el
rey Carol de Rumania, la pintura de
Quinquela Martín, el juego de plata
victoriano y la platería adquirida du-
rante los numerosos viajes que reali-
zamos juntos.
Aunque resulte extraño, hay quienes
creen que estas cartas de mi esposo,
tan cariñosas, tan llenas de amor por
sus hijos y por mí, no son auténticas.
Sin embargo, cualquiera que com-
pare la forma en que fueron redacta-
das con los muchos documentos
oficiales que ha acumulado mi es-
poso durante toda una vida o con
otras cartas escritas por él, encon-
trará el mismo estilo de redacción y
un modo similar de expresarse, sin
contar con la antigüedad del papel en
que fueron escritas, los tipos de la
máquina de escribir y la autenticidad
de su firma podrían ser fácilmente
comprobables con los nuevos recur-
sos técnicos que existen hoy en día y
con el examen de un perito calígrafo.
lll
En este clima de ansiedad e incerti-
dumbre que transcurren mis días, sin-
tiendo que como mujer política, si la
oportunidad se presentara, todavía
tendría mucho para dar, mucho por
hacer. Por el momento tengo dudas
sobre el futuro de la provincia, del
país, de mis hijos. El hombre es el
lobo del hombre, la vida que creemos
poseer nos maneja a su gusto y la
muerte ronda a todos los seres por in-
termedio de la enfermedad, la lucha
es imposible de ganar. Este hombre
con quien compartí tantos años de
alegrías y sufrimientos, de triunfos y
fracasos, momentos violentos y de
solaz, en las grandes capitales del
mundo y en la tranquila San Juan.
Este hombre al que cuido con dedica-
ción día a día, sola con mis pensa-
mientos y mis recuerdos, alerta a
toda noticia proveniente de la provin-
cia, de los pobres o necesitados.
En esa búsqueda incesante que nos
exige la vida, he encontrado un
nuevo horizonte y satisfacción: escri-
bir.
Sepan que soy consciente que todo
ser humano, sin excepción, cree reci-
bir siempre menos de lo que le co-
rresponde o merece; y yo estoy
incluida en el género humano.
lll
Este testimonio valioso merece difun-
dirse en homenaje a las cientos de
mujeres bloquistas que nos acompa-
ñaron durante años y fuimos olvida-
das. He dejado atrás mi silencio, todo
ha sido disculpado pero no olvidado.
El lector sabe que tengo espíritu de
lucha y deben saber que soy descon-
fiada en extremo en lo que hace a la
lealtad; al que la perdió no le será
fácil recuperarla. Se olvidaron que yo
oí muy cerca cantar al ruiseñor.
Sabemos que hay cielo e infierno,
sólo Dios es la misericordia, le pido
perdón por todo y por todos. El día
del Juicio Final, el Señor nos pregun-
tará a cada uno: ¡Qué hiciste con el
tiempo que te di en la tierra! Yo diré
que después de haber pasado por lo
bueno y lo malo, puedo enfrentarme
a cualquier cosa. En definitiva, como
diría mi madre: ¡¡Continúa!!, mis ple-
garias estarán contigo durante todo el
camino que te quede por recorrer, tú
la conoces y haz lo mismo. ¡¡Cuánta
razón...!! Por eso mi conciencia me
obliga a escribir esta Historia de vida,
sino seré para siempre prisionera de
profundidades temibles.
7
Viernes 9 de diciembre de 2016
Leopoldo
Bravo y su
hija María
del Valle
Hoy