El Nuevo Diario - page 10

Viernes 26 de febrero de 2016
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DICEN QUE AUNQUE NADIE LO DIJERA, TODOS LO SABÍAN: EL MATRIMONIO
DE RABOLINI Y SCIOLI SÓLO ERA UNA UNIÓN TRANSITORIA ELECTORAL
L
a imagen que se me quedó gra-
bada fue la de una de sus últimas
visitas a San Juan.
Habíamos pactado una nota y llegó a la
redacción de El Nuevo Diario a las 3 de la
tarde.
Fue un día muy particular. Un tremendo
viento zonda levantaba oleadas de tierra y
el termómetro indicaba 39 grados en
pleno agosto.
Y entró Karina Rabolini como una brisa
fresca. Impecable su peinado, elegante
desde los zapatos al peinado, caminando
con el glamour de una princesa.
Fue una larga entrevista la que grabamos
con Karina. Venía a las provincias apo-
yando la campaña presidencial de su es-
poso, Daniel Scioli. Y cumplió su papel a
la perfección. Habló maravillas de Daniel,
no eludió temas difíciles como viejos pro-
blemas matrimoniales o una hija de su es-
poso que apareció de pronto, desparramó
sonrisas y se fue como había venido
,
como una brisa fresca en aquella tarde
de viento zonda.
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Esta semana aquel hechizo que producía
la imagen de mujer, esposa y aspirante a
primera dama perfecta, se deshizo.
Karina Rabolini habría formado una nueva
pareja con el empresario Alejandro Roem-
mers, según la revista Semanario.
La ola de rumores sobre que se terminó
su relación con el ex gobernador bonae-
rense tras la derrota electoral sonó cada
vez más fuerte.
Roemmers es integrante del directorio de
un importante laboratorio de la industria
farmacéutica. Una industria que tuvo inte-
reses en San Juan, donde cultivaba acei-
tunas al amparo de la promoción agrícola.
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Un periodista con años encima ha visto
como se entrelazan los afectos y los inte-
reses.
Baste mencionar a los
Clinton
y el episo-
dio de la pasante en el salón oval. O
Menem
echando de Olivos a Zulema. O
Alfonsín
recordando alguna vez su matri-
monio con Lorenza Berrenechea. O las
cada vez más frecuentes
uniones transi-
torias entre políticos y modelos.
Pero lo de Karina y Daniel era distinto.
Era
mucho más creíble.
¡Ay Karina…!
¡Y yo que te creí!
Porque Karina era mucho más que la
mujer bella y sonriente que se presentaba
en los actos vestida como princesa. Era
eso pero también era una mujer que a los
48 años sufría por no tener hijos, que co-
noció los avatares de los negocios, que
sobrevivió a más de una tragedia domés-
tica y soportó y aceptó a una hija extrama-
trimonial de su esposo.
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Rabolini no pretendía una carrera política.
No le molestaba ser “la mujer de”. Tam-
poco los cambios en su esposo. Cuando
se conocieron, Daniel Scioli era un moto-
nauta heredero de una casa de electrodo-
mésticos. Aquel romance, que no era
aceptado por la familia de la novia, so-
portó todo tipo de traumas y los compartió
bajo las luces de las cámaras que los
acompañaban siempre.
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Desde 2007, la pareja vivía entre la Resi-
dencia oficial, en La Plata, y el caserón
que se construyeron junto al río, en Villa
La Ñata, en el Tigre, su lugar en el
mundo. Las ocupaciones de Karina tam-
bién estaban repartidas, mitad para la pro-
moción de los productos de belleza que
llevan su nombre y otro tanto como presi-
denta de la Fundación Banco Provincia,
un cargo que olvidó una deuda millonaria
que tuvo con el banco y que le permitía
viajar por los municipios llevando regalos
(computadoras, plata fresca), haciendo
beneficencia. Su rol en el mundo de la po-
lítica se limitaba a eso, a dar en nombre
de su esposo o, como decía ella, “a acom-
pañar”. Rechazó varias veces ser candi-
data a algo y, a diferencia de, por ejemplo,
“Chiche” Duhalde, no intentó jamás la
construcción de un espacio propio de
poder.
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Un viejo peronista sanjuanino solía co-
mentar
: “Karina no quiere ser Evita;
quiere ser Máxima Zorreguieta”.
Dicen las crónicas periodísticas que la
criaron así, para ser princesa. En un pue-
blo de Santa Fe, Elortondo, donde todavía
viven sus papás. Fue su mamá la que
pensó para ella un destino de palacios, y
la hizo estudiar piano, inglés, baile, dacti-
lografía, decoración. Todo eso en un ros-
tro bellísimo.
A los 14 sus papás se mudaron a Buenos
Aires y Karina ingresó al segundo año del
tradicional colegio Jesús María. Un año
después la acercaron a la agencia de mo-
delos de Virginia Elizalde. Karina Rabolini
era, en los ochenta, una de las bellezas
más notables del país. Aunque en aque-
llos tiempos no se usaban ni los desnudos
ni los hilos dentales como bikini, las mon-
jas del Jesús María no toleraron los afi-
ches y la obligaron a dar quinto año libre.
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Fue poco después, a los 19, cuando apa-
reció él. Se conocieron el domingo 30 de
noviembre de 1986 a las 10 de la ma-
ñana. No parecían el uno para el otro. La
aspirante a princesa se dejó enamorar
por un corredor de lanchas de 30 años
que andaba todo el día de jogging y
hacía vida de soltero con plata. ¿Cómo
podía ser? En la intimidad se escucha-
ron las quejas del padre de Karina. Pero
la cosa funcionó rápido y bien; al princi-
pio.
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Lo que su vida refleja, a contraluz, es
dolor en dosis altas. Su relación con
Scioli tuvo varias rupturas (se casaron y
se divorciaron) y momentos muy trági-
cos. El más famoso fue el 3 de diciem-
bre de 1989, cuando él perdió un brazo
en un accidente en lancha. Pero hubo
otro, anterior: el 15 de mayo de 1987, se
incendió el edificio donde vivían, en Ca-
llao y Posadas, y Scioli y Rabolini esca-
paron por el techo saltando a un edificio
vecino. Al caer de ocho metros de al-
tura, una de las piernas de Karina se
fracturó varias veces y la obligó a estar
un año en recuperación, entre silla de
ruedas y muletas.
Y estuvo, claro, el episodio de Lorena.
Karina contó que se enteró una tarde de
1994 viendo televisión. Allí se informaba
que Scioli tenía una hija, Lorena, a la
que no reconocía. La había tenido a los
19 años con una novia ocasional. La
chica ya era grande y la justicia le orde-
naba al padre reconocerla.
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Scioli y Rabolini: superaron tragedias
pero los separó la derrota
Ahora todos lo sabían, pero nadie lo
había dicho.
Una revista sacó a la luz lo que era un
secreto a voces: que Karina Rabolini y
Daniel Scioli
hace años que están se-
parados como pareja,
aunque se quie-
ren, y que sólo aparentaban ser un
matrimonio feliz por política, por una so-
ciedad política. Lo que no se sabía es
que había un tercero.
Terminada la ilusión del excandidato a
presidente de llegar al sillón de Rivada-
via, es hora de barajar y dar de nuevo.
Nosotros seguiremos creyendo en las
historias del corazón, en las mujeres
perfectas, en los matrimonios por amor.
JCB
karina durante su visita a nuestra casa.
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