la_cena_de_los_jueves2 - page 144

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nada y sospecha del remisero que lo lleva a hacer algún trá‑
mite o a cobrar la jubilación. Generalmente le roban los 100 o
200 pesos con los que sale pero parece que esta vez ha sido
toda la jubilación.
El jueves siguiente todos queríamos saber cómo había termi‑
nado la historia del abuelo de Fernando.
–Oh… ¡Ha sido una sorpresa muy grande!
–Contá…
–Mi madre me pidió que buscara al remisero y le dijera que no
somos tontos y que no vamos a aceptar que le sigan robando la
plata al abuelo…
–Ahá. ¿Lo encontraste?
–Sí, hablé con el hombre. Pero él no tiene nada que ver…
–¿Y quién le roba?
–Nadie.
La historia comenzaba a intrigarnos. Fernando, sabedor que era
el centro de atención, iba creando suspenso.
–Mi abuelo hasta hace un año vivía solo en su casa con mi
abuela. Era independiente, manejaba su dinero, salía, hacía su
vida…
–Bien…
–Pero el año pasado se cayó en la bañera y se quebró la cadera.
–Esos golpes son muy feos…
–El viejo es duro pero después de la operación quedó rengo y
mi madre se llevó al abuelo y a la abuela a vivir con ellos.
–¿Tu abuelo estuvo de acuerdo?
–Protestó pero sabe que puede volverse a caer. Esto le condi‑
ciona un poco las salidas. Más aún cuando mi madre, que vive
con miedo, lo interroga sobre adónde va, qué hace, le pide que
se cuide, que la calle está muy peligrosa…
Todos habíamos pasado por experiencias similares con padres o
Juan Carlos Bataller
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