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Viernes 27 de octubre de 2017
E
n noviembre de 2013 El Nuevo
Diario recorrió zonas de Rawson
en las que hoy viven más de 10
familias gitanas. A diferencia de
épocas anteriores, en las que se los re-
conocía por las carpas que habitaban,
hoy los identificamos por los autos que
tienen en la puerta para vender a precios
muy bajos. En el primer lugar, nos
atiende un grupo de mujeres que está a
punto de almorzar en una de las pocas
carpas gitanas que quedan en San Juan.
Cuando les explicamos el motivo de la
visita, se niegan rotundamente.
No nos importa lo que piensen
sobre nosotros. Dicen que robamos
niños pero no es cierto porque tene-
mos chicos de sobra”,
dice ofendida
una gitana de tez morena.
Así nos retiramos a ver a otra familia gi-
tana que vive en una casa. Nos recibe
un grupo de jóvenes de entre 15 y 25
años. Son hombres que visten jeans y
zapatillas y hablan sin problema. Nos
dicen que las mujeres están adentro ju-
gando a la Play y ante nuestra sorpresa,
se ríen y aclaran que los tiempos cam-
biaron mucho. “
Escuchamos reggea-
ton, tenemos Internet y usamos
celular igual que ustedes”,
nos dicen
con confianza, pero explican que
“solo
los hombres pueden dar información
a los criollos”
. En esas dos direcciones
se mueve nuestro diálogo: entre el des-
cubrimiento de que son muchas (más de
las que pensamos) las cosas que nos
unen y la sorpresa que nos generan las
grandes diferencias que todavía existen.
La más notoria es la lengua con la que
se comunican entre sí: el romanés o ro-
maní.
Los gitanos de
Rawson y los
“voyage”
A lo largo de su historia, los gitanos so-
portaron prohibiciones, persecuciones y
matanzas pero se negaron a la asimila-
ción y mantuvieron vivas sus costum-
bres. En la actualidad y aunque muchos
se encuentran en situación de precarie-
dad, la mayoría vive en casas y empieza
a echar raíces, aunque no deja de viajar
por negocios.
En San Juan, los gitanos están concen-
trados en Rawson. La familia Yancovich
cuenta que esto se debe a que “es un
lugar más tranquilo y si pasa algo, están
todos comunicados”. Al hablar sobre su
cultura distinguen entre dos tipos: los gi-
tanos, a los que ellos pertenecen, y los
“voyage”, que
“no viven en San Juan y
se dedican tanto a sacar fotos con los
ponys como a cometer delitos y dro-
garse”.
Escolarización
de 1 semana
Cuando llegamos a sus casas en un día
de semana, vemos varios niños que jue-
gan junto a los autos. Los mayores
cuentan que los chicos no van a la es-
cuela.
—Van un tiempo para aprender a leer y
escribir pero después no los obliga-
mos— explican.
Un chico de 8 años dice que sola-
mente asistió una semana
, el mismo
tiempo de escolarización que tuvo Ariel
Juan, que hoy tiene 18.
—Todavía quedan gitanos que no
saben leer y escribir—
dice.
Más allá de esto, la familia recibe la
Asignación Universal por Hijo y no
muestra demasiada preocupación por el
incumplimiento. En la escuela, los niños
suelen ser víctimas de algún tipo de dis-
criminación, que se extiende hasta la
edad adulta.
—Empiezan a sobrarte, te dicen que
no servís y te discriminan—
dice Ariel.
Aunque la discriminación los aleja de la
escuela, los especialistas en integración
cultural sostienen que la deserción esco-
lar profundiza la separación y la intole-
rancia. Más allá de esto, las familias que
viven en Rawson aseguran que tienen
una buena convivencia con los vecinos.
Casarse por una
dote de 30 mil pesos
La unión matrimonial es uno de los
EL FASCINANTE MUNDO
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Cómo viven los
gitanos en San Juan
Una de las viviendas donde residen los gitanos en Rawson, San Juan
vidriera
Conviven con nosotros
pero solo los conoce-
mos por las leyendas y
rumores que se cuentan
sobre ellos. Ante las
noticias que generan
mayor rechazo hacia
este pueblo, El Nuevo
Diario visitó a las fami-
lias que habitan en
Rawson para saber
cómo son y cómo viven.
Un informe que muestra
a una cultura que in-
tenta integrarse y adap-
tarse al siglo XXI.
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