El Nuevo Diario - page 20

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Viernes 29 de abril de 2016
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Bonavena andaba encandilado por
una bella prostituta del Mustang Ranch e
incluso le había ofrecido promesa de
matrimonio, y según esta versión, el pro-
pietario del establecimiento Joe Con-
forte, en un ataque de celos, ordenó su
asesinato a uno de sus matones.
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Para otros, Ringo había firmado un
contrato para enfrentarse a un boxeador,
para que después de pasar una elimina-
toria combatiera el ganador ante el cam-
peón mundial, entonces Muhammad Alí.
Las apuestas se hallaban diez a
uno a
favor de Bonavena cuando éste re-
cibe una llamada de la mafia indicán-
dole que debía tirarse en el quinto
round
. Bonavena no sólo se negó, sino
que apostó a su favor todos los dólares
que recibió como anticipo del combate.
Ante esto, la mafia lo amenazó de
muerte y ante la posibilidad que Bona-
vena regresara a Argentina, hizo desa-
parecer sus documentos de identidad y
el pasaporte. Angustiado llamó a su es-
posa:
“Dora, espero estar el lunes con
vos, pero si algo me ocurre, reza por
mí, mi amor, reza por mí...”.
Antes de
poder regresar, murió asesinado.
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Otra versión también tiene que ver con
polleras. Se dice que la amante de Bo-
navena era SaIly, la esposa de Joe Con-
forte y que éste lo mandó a matar al
enterarse de un supuesto romance del
boxeador con su esposa, Sally Conforte,
una mujer semi inválida de 59 años con
la que últimamente salía muy seguido.
Incluso, dicen que Ringo aspiraba a que-
darse con el negocio de su manager y,
entonces, éste decidió terminar de cual-
quier manera con tanta ambición.
Una vida
a puro vértigo
Oscar Natalio Bonavena nació el 25 de
septiembre de 1942 en el barrio de
Boedo. No fue un boxeador fino. Ni su fí-
sico ni su técnica eran como la de los
grandes campeones. Pero su enorme
orgullo y su excepcional personalidad lo
convirtieron en una de las figuras más
populares de la década del 70.
Su primer acercamiento con el boxeo
fue cuando tenía 7 años y su madre, la
popular doña Dominga, le puso un pan-
talón corto, una toalla alrededor del cue-
llo y le pintó un ojo con un corcho y lo
RINGO BONAVENA: A 40 AÑOS DE SU MUERTE
transformó en boxeador para un baile de
carnaval. Después de ser repartidor de
pizza, empleado de carnicería y picape-
drero, comenzó a boxear en el club Hu-
racán en 1958 y al año siguiente fue
campeón amateur y; en los dos años si-
guientes, consiguió dos coronas en los
torneos sudamericanos.
Bonavena en San Juan
Diez frases de Ringo
1969 - Ringo Bonavena en el Nogaró.
Durante la estadía de
“Ringo” Bonavena en San Juan, el famoso boxeador se alojó en el Nogaró con su
hermano Juan (quien aparece en el extremo derecho) y como no podía ser de otra
manera, los mozos del hotel, Julio Alcaraz, Carlos Balmaceda, Palito, Juan Alvarez
y Luis Flores, quisieron fotografiarse con él en la piscina. (Foto proporcionada por
Palito González)
1969 - “Ringo” Bonavena en Canal 8.
Llegó conduciendo un auto
Mercedes Benz y permaneció varios días en San Juan. Aunque ya poco carretel le
quedaba como boxeador, la fama de Oscar Natalio “Ringo” Bonavena era increíble.
Bastaba que caminara por alguna de nuestras calles para que se juntara gente a
su alrededor. Esta fotografía lo muestra con un cigarrillo en la mano en los estudios
de Canal 8 junto a los periodistas Juan León Roldán Moreno y Juan Carlos Igle-
sias. (Foto proporcionada por la familia Estornell)
La experiencia es un peine que te lo dan cuando
te quedas pelado.
Cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda
solo.
Dios me hizo boxeador. Bueno, yo digo Dios como puedo decir mi
mamá. A Dios no lo conozco, a mi vieja sí y es lo más grande que
hay.
De tanto repetir, casi me caso con la maestra (Abandonó en sexto
grado de la primaria)
¿Cuántos hermanos somos? Ocho vivos y yo, que soy el único que
trabaja.
La calle lo aviva a uno. Nadie es malo de
chico, pero no se la puedo vender cam-
biada diciéndole que era un santo, que
hacía bien los deberes, que no fumaba a
escondidas bajo el puente y que iba a misa
los domingos. Todos me lo cantaban en el
barrio: vas a ser boxeador, y a fuerza de re-
petírmelo, me lo creí.
No me gustan las mujeres mo-
dernas. La casa o la vida.
Aunque no lo parezca, yo soy
un tipo muy consciente.
Todas las mañanas, a eso de
las siete, se repite esta misma
escena ante mis ojos llenos de
sueño: la pelada del profesor
López Aguirre me anuncia que
debo levantarme. He decidido
perdonarlo porque ya me llama
campeón.
Mejor perder a lo macho que
ganar a lo cobarde.
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Viene de página anterior
Con 21 años, Ringo enfrentó a Lee Carr
en San Pablo, pero fue descalificado de-
bido a que le mordió una tetilla a Carr,
víctima de su impotencia por el castigo
que estaba recibiendo. Esto valió para
que la Federación Argentina de Boxeo lo
sancionara por lo que Ringo partió a Es-
tados Unidos en busca de nuevos hori-
zontes deportivos.
El 3 de enero de 1964 debutó como pre-
liminarista en el Madison Square Gar-
den. Menos de un minuto le alcanzó
para vencer a Ron Hicks. Después de
varios rivales de segunda línea, fue de-
rrotado por Zora Folley, lo que lo conven-
ció a regresar a la Argentina,
aprovechando que la sanción de la FAB
había terminado.
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El regreso de Ringo al pugilato argentino
estuvo coronado de incidentes genera-
dos por él mismo con afán de promo-
ción. El 4 de septiembre de 1965 peleó
contra el sanjuanino Goyo Peralta, en el
Luna Park, por el título argentino de peso
pesado.
Ringo subió a la lona, donde
recibió la silbatina más fuerte que se
recuerde en la historia del box nacio-
nal; en contraste; Goyo fue vivado y
ovacionado desde las cuatro puntas
del estadio. A casi 2 minutos del co-
mienzo del 5° round, Bonavena defi-
nió la pelea por knock-out.
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El 7 de diciembre de 1970 se enfrentó a
Cassius CIay en el Madison Square Gar-
den, perdiendo en el último round des-
pués de haber caído en tres
oportunidades y decretándose el KO au-
tomático. Ringo tenía 68 peleas a cues-
tas con 58 triunfos, 9 derrotas y un
empate.
Durante el sepelio que se hizo en el
Luna Park, testimonio mudo de tantos
combates que jalonaron su carrera pugi-
lística,
doscientas mil personas se die-
ron cita para rendirle homenaje,
hallándose en primer lugar el expresi-
dente Lanusse y las nuevas glorias
del momento del boxeo argentino,
Carlos Monzón y Víctor Galíndez.
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