El Nuevo Diario - page 7

Viernes 2 de septiembre de 2016
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—Sí y lo sigo siendo. Pido a Dios la gra-
cia de morirme feliz. Lo que pasa es que
mi vida no fue fácil; la ustedes, tampoco.
Dios nos quiere inmensamente felices en
la tierra y el cielo.
—¿Se enamoró?
—Antes de pensar en ser sacerdote, lo
pensé. El camino que tenía por delante
era una carrera, formar una familia, en-
traba mucho en la política estudiantil uni-
versitaria, en la escuela también,
empezaba el deporte
—¿Qué deporte practicaba?
—Fuimos pioneros en buceo en Rosario,
que tiene un rio de aguas turbias. Es muy
difícil bucear allí. Fuimos armando un pe-
queño club de buceo y como los equipos
eran muy caros, hasta hice una pequeña
empresa de hecho para pequeños resca-
tes en el rio y con eso pudimos pagar
esos equipos. Fui un poco inquieto.
—Entonces tuvo una juventud de al-
guien que no pensaba que iba a llegar
a ser obispo
—En absoluto. En la vida pensé que iba a
ser sacerdote, nunca pensé. Es más al-
guna vez alguien me lo preguntó y con-
testé que no, estaba absolutamente
convencido que no sería.
—Usted es obispo del Opus Dei.
—Procedo del Opus Dei, soy sacerdote
de la Iglesia. No soy obispo del Opus Dei,
soy el obispo de San Juan. En el mundo
sé que hay unos cuantos. El Papa puede
llamar a cualquier sacerdote para ser
obispo, sea de donde sea, y cuando es
obispo es obispo de ese lugar.
—Hay todo un misterio alrededor del
Opus Dei y hay gente que no lo conoce
y opina.
—Está compuesto por personas corrien-
tes, solteras, casadas, viudas o sea que
la única finalidad es recibir la ayuda espi-
ritual que brinda la Iglesia para buscar la
plenitud o intentar buscar la plenitud con
la ayuda de Dios, la plenitud de la vida
cristiana, que no son cosas raras.
—Siempre se lo relacionó con el apego
al dinero o los bienes...
—Es una vida de austeridad, de piedad,
de trabajo, de familia y convirtiendo eso
en ocasión de contagiar la fe y el amor de
Jesucristo. Los apostolados que lleva el
Opus Dei son de servicio a la gente y
también para aquellas misiones que
pueda pedir la Iglesia. Ser del Opus Dei
me ha ayudado muchísimo a descubrir la
riqueza de la vida cristiana. Yo pensaba
cuando estudiaba que por un lado iba mi
fe creyente y por otro distinto mi trabajo,
mis amigos, mis ideales, mis aficiones de-
portivas, la familia que iba a poder formar,
etc. hasta que conociendo el Opus Dei vi
que era un solo camino porque la fe ilu-
mina tu vida, tu familia, tu trabajo, tus
amistades, tus ideales, tus afanes, con-
viertidolo en algo donde pueda amar más
a Dios con eso y contagiar tu fe. Hay
gente que no entiende la normalidad.
—¿Qué cambió tener Papa argentino?
—A mí me dejó sin habla y lo primero que
hice fue empezar a rezar por él. Los que
estaban conmigo, me oyeron decir “pobre
Jorge”. Había hablado antes para de-
cirme que me enviaba una carta, que
cuando fuera a la reunión de la Conferen-
cia Episcopal la recibiría. Le dije: ¿Vos no
vas a ir a la Conferencia? Estoy en cón-
clave, reza por mí, respondió. No asocié y
dije: Sí, rezo por vos, me lo pedís siem-
pre. Y unos días después fue Papa. A
propósito de esa carta, yo tenía que ir a
Roma, entonces cuando nos vimos en
una pequeña reunión. Otra vez, después
del accidente de José Luis Gioja, que nos
vimos en la plaza San Pedro, me pre-
gunto cómo está tu gobernador, decile
que he rezado por él como me han pe-
dido. Cuando le conté que estaba bien
me dijo que le daba mucha alegría tam-
bién. Es muy normal el Papa, muy cer-
cano a todos, no sé cómo hace.
—¿Podrá producir cambios?
—Los cambios se van haciendo y los más
importantes son los que se notan menos.
Fíjense lo que se nota dentro de la Iglesia
proclamar la alegría del evangelio, la ale-
gría de la fe, la alegría de servir, la alegría
del amor en la familia. Esto tiene una re-
percusión muy grande que quizás no es
glamorosa pero es fecunda. También hizo
otros cambios.
—Por ejemplo, combatir a los curas
pederastas...
—Le dio una especial fuerza a esto que
se venía haciendo de hecho. El concepto
tolerancia cero ya está en boga, el Papa
le dio un empujón muy especial y otro
impulso muy fuerte fue una advertencia al
mundo entero sobre el medio ambiente.
—¿Dentro del Vaticano hay juegos de
poder? Se dice que se juegan intere-
ses cruzados. El Papa intervino en el
banco del Vaticano porque había
cosas que no estaban nada claras.
—Creo que es mucho menor que las no-
velas, los relatos o las crónicas que se
hacen. El Papa acunó una expresión muy
buena “cuidado con la mundanidad espiri-
tual”, es decir hacer que se trabaja para
Dios, para la gente. Cuidado con eso, no
vaya a ser que te la creas, cuando fue
elegido mandó una carta: “Muchachos, no
se la crean, somos iguales a los demás.
Hay que trabajar y servir”
-En el último tiempo, se transformó en
protagonista de un hecho de gran re-
percusión política y mediática, usted
hizo una denuncia, a partir de ahí con-
traatacó la otra parte y quedó en medio
de un debate que no está terminado.
—Ninguno sospechaba esto. Había cierto
desorden, falta de información y decidi-
mos adelantar una auditoria. El resultado
fue sorprendente. Pedimos que se pro-
bara, que se investigara bien, y era algo
más allá del descuido. Tenía una dimen-
sión fraudulenta, penal. Entonces tenía-
mos que elevarlo a la justicia. Quizás
alguno pensara que era mejor esconderlo
debajo de la mesa, mirar para otro lado,
entonces se presentó a la justicia. Me
presenté como querellante y el juez de-
creto secreto de sumario. No podía hablar
hasta que un día lo sacaron ustedes, fue
noticia. Mi sorpresa fue cuando otro
medio, que tendría algún motivo, da
vuelta la tortilla y resulta que de pronto, el
acusado es uno y es un escándalo. Me
parece que el escándalo hubiera sido es-
conderlo. En la vida de un obispo a veces
hay presiones y uno en conciencia tiene
que resistirlas porque no corresponden.
—Hay comentarios que han quedado,
como que desde el Arzobispado se
mantienen hijos de sacerdotes.
—Es absurdo; eso lo dijo una persona
que fue denunciada penalmente, está
procesada y no presenta eso ante la justi-
cia sino lo larga mediáticamente y alguno
se lo compra, como se llama en términos
periodísticos cuando te venden pescado
podrido.
—¿Hay casos en San Juan de sacerdo-
tes que reciban una ayuda por tener
hijos?
—No hay casos en San Juan de sacerdo-
tes que reciban ayuda por tener hijos.
—El otro tema es que había dinero del
Arzobispado en una cuenta en el exte-
rior.
—Si, pero muy normal, un fondo que dejo
monseñor Di Stefano para necesidades
del Obispado y desde que comenzó el
cepo no se tocó. Después en el IOR
(NdelaR: Instituto para las Obras de Reli-
gión), que es uno de los organismos que
más controla, recibimos algunas ayudas
de instituciones que colaboran con quie-
nes envíen un proyecto. Estas ayudas lle-
gan a la cuenta oficial de IOR, tiene
supervisión de la iglesia y con eso el Ar-
zobispado hace el traspaso de ese dinero
sin quedarse con nada.
-¿Se perdió dinero por la estafa Madoff
en Estados Unidos?
—Una parte estaba en el fondo, otra a
plazo fijo y de pronto ocurrió esto. Pudi-
mos recuperar el mayor numeral, costó
un poco de trabajo pero finalmente -aun-
que no es ningún consuelo la pérdida que
hubo—fue menor que el bien que produjo
en esos años. Hubiéramos necesitado
esos fondos para otras cosas que hacían
falta.
—¿Es consciente de que muchas
veces son los mismos sacerdotes los
que dan información a los medios?
—Puede ser, cada uno es responsable de
sus propios actos. Tenemos sacerdotes
excelentes, serviciales, se gastan la vida,
van de acá para allá donde haga falta,
disponibles... Puede ser que algunos ten-
gan otras realidades en sus tiempos li-
bres que no son muchos. A veces la
institución tiene que estar cuidándose que
no se establezcan kioscos de poder, en-
tonces puede ser que alguno se enoje.
—Usted por ahí se ha enojado con el
periodismo, pero si alguien dice algo,
el periodismo debe reflejarlo y des-
pués refleja también su opinión. Lo ló-
gico es charlarlo.
—Puede ser que alguna vez me haya
molestado. Me molesta cuando no busca-
mos la verdad. Yo me voy a llevar a la
tumba muchas cosas y si se me ocu-
rriera, podría armar un poco más de lío,
pero no sería correcto.
—Se enojó con los medios cuando el
fiscal federal lo citó.
—Fue por lo que dijo un acusado y proce-
sado. El fiscal me preguntó dos o tres
cosas y aprovechamos para enviar toda
la información que tenía el Obispado de
todos estos movimientos, de las ayudan
que llegan y donde fueron destinadas.
Después de eso no hay más noticias. A
mí me alegró que se quisieran conocer
esos datos, no hay nada que ocultar.
Monseñor Alfonso
Delgado habló de su
infancia en Rosario,
de su vocación reli-
giosa y de los cues-
tionamientos en los
últimos tiempos en la
entrevista realizada
por Juan Carlos y
Juanca Bataller
Me voy a llevar a la
tumba muchas cosas y
si se me ocurriera, podría
armar un poco más de lío,
pero no sería correcto
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