Viernes 20 de abril de 2018
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El ginecólogo, cuando
era trasladado desde la
Central de Policía hasta
el departamento Jáchal.
tas. Según pudo establecerse, la
causa estuvo menos de un año en la
Sala I, por lo que todas las críticas re-
caerían ahora sobre Flores.
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Así, la negligencia de un juez en un
caso de abuso, permitió que el abusa-
dor multiplicara sus hechos y perfec-
cionara el modus operandi. Hasta el
momento y de acuerdo a lo trascen-
dido, los relatos de las víctimas son
coincidentes en líneas generales.
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La perversidad puesta de manifiesto
por el ginecólogo queda demostrada
en la lista de sus víctimas, muchas de
las cuales eran hijas de amigos o co-
nocidos del médico o hijas de otros co-
legas.
Qué hacer
con los jueces
negligentes
H
oy por hoy, todas las miradas
apuntan al juez Pablo Flores,
titular del Segundo Juzgado de
Instrucción y sindicado como el res-
ponsable de que una causa que debía
ser elevada a juicio terminara prescri-
biendo. Y porque fue abogado defen-
sor del médico en la causa del 2006.
La Corte puede tomar varios caminos:
iniciar una auditoría para determinar si
fue un caso aislado o si realmente la
morosidad habita en ese juzgado y hay
otras causas prescriptas o en peligro
de que suceda.
El otro camino, por la gravedad del
hecho, es disparar el mecanismo del
jury mediante la presentación de una
denuncia que terminaría en la destitu-
ción del magistrado. Ambas posibilida-
des están en evaluación
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El otro caso es más preocupante. Leo-
poldo Zavalla Pringles fue el juez que
ni siquiera indagó al médico en la pri-
mera denuncia de abuso sexual simple
que recibió. Esto se demuestra por-
que no hubo ni llamado a indagatoria,
razón por la cual la causa habría pres-
cripto en el 2010. Zavalla Pringles ya
no es juez y no hay mecanismo para
castigarlo.
S
egún consta en las denuncias, Martí-
nez no empezaba directamente con el
abuso, primero se ganaba la con-
fianza de las mujeres. Las víctimas eran, en
general, primerizas en la consulta, adolescen-
tes o jóvenes con un primer embarazo.
Hay casos en que las chicas advertían la si-
tuación y las intenciones, pero no se daba por
vencido. Cuando iban acompañadas, Martí-
nez intentaba que esas personas quedaran
en la sala de espera.
Todas denunciaron que les decía que tenía
que generarles un orgasmo ya fuera para ob-
tener una muestra en el caso de un PAP o
para lubricarlas en el caso de un examen.
Una adolescente les contó a sus padres lo
sucedido. El progenitor de la menor es abo-
gado e hizo otra consulta y cuando le dijeron
que no era normal, fue y radicó la denuncia
contra Martínez.
Cómo actuaba
ante sus víctimas
—¿Fue abogado del médico en 2006, en
la primera causa que prescribió?
—Es importante aclarar que cuando a un
abogado que no es de un fuero, lo buscan
para que lleve adelante una causa, suele
pedirle a un colega que es de ese fuero
que intervenga para apuntalarlo. Me ha pa-
sado. Me han buscado abogados que han
llevado la causa civil y pero para el juicio
oral correccional, me llamaron para que in-
tervenga. Esta causa del 2006 no tengo la
menor idea de qué se trata. Un amigo civi-
lista me tiene que haber dicho que tenía un
caso y que necesitaba que lo ayudara. Fui
abogado penalista por 23 años.
—Esa causa tuvo poca actividad.
—Aparentemente fue así, y digo aparente-
mente porque no tengo idea de nada. De
hecho, me enteré por gente que me lo tras-
mitió y en el Primer Juzgado de Instrucción
me dicen que sí, que fui designado pero no
tuve ninguna intervención. De hecho, no fi-
gura mi firma en ningún lado.
—¿Se reunió con el médico?
—Nunca lo había visto hasta el momento
en que lo detuve en el 2013.
—Si en el 2013 se hubiera acordado de
su intervención en el 2006, ¿se tendría
que haber inhibido inmediatamente?
—No necesariamente. Nuestro sistema
penal hace que de generación en genera-
ción se vayan repitiendo los apellidos de
los reos en las cárceles. Yo he atendido
una cantidad enorme de personas en lo
penal, que después han caído a mi juzgado
y las he procesado sin ningún problema.
No me inhibe haber sido defensor de al-
guien sino que yo haya entablado una rela-
ción de amistad o enemistad con esa
persona. Tengo varios casos, por ejemplo
la amenaza que recibió la doctora Camus.
La mujer que la amenazó fue mi defendida
y yo la procesé sin problemas porque la
causa recayó en mi juzgado. Está presa
porque lo dispuse y sigo la causa.
—Una mujer denuncia al ginecólogo en
el 2013 y esa denuncia recae en su juz-
gado, luego va a la Cámara, regresa y el
año pasado prescribe...
—Se está haciendo una investigación
sobre eso en mi juzgado. El ginecólogo se
había dado cuenta de que a la mujer no le
había gustado su proceder ni sus palabras,
por lo que había intentado resarcirla econó-
micamente. Esta mujer hace la denuncia,
la Policía me informa y se decide que en la
cita íbamos a estar. Fui con un secretario,
un actuario, personal policial y en mismo
instante se lo detuvo. Eso fue en junio de
2013. En julio lo proceso por el delito de
abuso sexual simple. Entre el procesa-
miento y el planteo de apelación, hubo pedi-
dos de ampliación de indagatoria que hacía
la defensa y esas cosas, uno las tiene que
tener presente porque hacen a la garantía
constitucional que es el derecho defensa.
De todas formas, la causa se elevó. En ese
momento se realizó una serie de pedidos,
luego nos devuelven el expediente y nos
piden copias certificadas. La Cámara de-
claró desierto el recurso.
—¿Qué pasó entonces?
—Esa resolución, la Cámara dice haberla
bajado, pero a mi despacho no llegó. En la
resolución por la que proceso a esta per-
sona, digo comuníquese a la autoridad
competente, o sea al Colegio Médico, pero
como no quedó firme, no se hizo esa comu-
nicación. Lamentablemente no llegó a mi
despacho lo que la Cámara había resuelto.
Quiero aclarar que el Juzgado ha tenido du-
rante ese tiempo 13 cambios de personal.
Quien recibió la causa, ya no trabaja más
en mesa de entradas. Hubo una falla mate-
rial por la cual esos papeles no llegaron a
mi despacho y como juez tengo la res-
ponsabilidad, pero no puedo controlar
todos los pasos.
—Esas justificaciones que se pueden
dar a la Corte, se complican cuando se
les pone la cara de todas las mujeres
abusadas. ¿Qué respuesta da la justi-
cia a esas mujeres?
—Tenemos una infinidad de fallas. El sis-
tema tiene sus fallas, particularmente los
jueces de Instrucción queremos que se
pase al sistema acusatorio, porque eso
permite acelerar las causas y la especiali-
zación de los fiscales. Con el sistema ac-
tual, uno tiene que resolver planteos de
quiebras o de alguien que subió a una
medianera. San Juan es una de las
pocas provincias con este sistema.
—Si en el 2006 hubiera existido Fla-
grancia, este médico ya tenía condena
y no habría más mujeres abusadas...
—Es una realidad que no puedo negar,
esa mujer sufrió. Lamentablemente es un
problema del sistema. Asumo lo que
pasó en mi juzgado. Siete años antes
hubo otra causa que también prescribió.
Es lamentablemente nuestro sistema.
PABLO FLORES - JUEZ QUE DEJÓ PRESCRIBIR LA CAUSA DEL 2013
“Asumo lo de mi juzgado, pero así es nuestro sistema”