la_cena_de_los_jueves2 - page 115

115
cación con Buenos Aires que a veces demoraba dos o tres horas.
Cuando la conseguía, grababa la información que luego “levan‑
taba” en Buenos Aires un operador.
El trabajo periodístico era sólo una parte del trajín de un diario.
Las noticias de afuera llegaban por telex, las fotos por radiofo‑
tos y en aquel mundo en blanco y negro, con olor a plomo y
tinta, el personal gráfico era una parte fundamental de la he‑
chura del periódico.
Un mundo del que han desaparecido muchos oficios que lo ca‑
racterizaban, como el de los tipógrafos, linotipistas, grabadores,
laboratoristas fotográficos. Y donde términos usuales han de‑
jado de tener significación para las nuevas generaciones. ¿Quién
sabe hoy qué significan palabras como
corondel, regletas, lin‑
gotes, galeras, orlas, matrices, picas...?
Un mundo donde el tipómetro era la vara de medida y el cícero
la unidad.
Aquellas palabras, la mayoría de origen latino, han sido suplan‑
tadas por otras, de origen anglosajón y comunes a muchas pro‑
fesiones como
caracteres, hardware, software, bit, URL, JPG,
servidor…
De pronto aquel joven periodista de los años 70 está hoy ante
un ordenador.
Corta, pega, rehace, archiva, consulta a través de internet, uti‑
liza el autocorrector, arma sobre la página. A través del teledis‑
cado se comunica en el acto con cualquier lugar del mundo.
Ese periodista de hoy viaja con su escritorio a cuesta y con
todos sus archivos guardados en el tamaño de una notebook
que además transporta su música, sus fotos familiares y el ar‑
chivo de todo lo que ha escrito en los últimos veinte años.
Pero además, a través de esa misma notebook y por medio de
Internet, puede ver desde 12 mil kilómetros de distancia lo que
sucede en cada oficina del periódico, escucha las radios de San
La cena de los jueves
1...,105,106,107,108,109,110,111,112,113,114 116,117,118,119,120,121,122,123,124,125,...206
Powered by FlippingBook