la_cena_de_los_jueves2 - page 116

116
Juan, lee los diarios digitales de todo el mundo y hasta puede
ver en Singapur o Bélgica, la televisión de su provincia.
Esa misma computadora, del tamaño de un portafolios, le per‑
mite bajar películas, ingresar al museo del Prado en Madrid, re‑
servar una habitación en un hotel de Beijing o sacar los pasajes
para un vuelo Tokio–Praga o las entradas para ver el Bolshoi el
17 de mayo en Moscú o asistir al estreno de una ópera en la
Scala de Milán.
A diferencia de aquel joven periodista de los años 70 que sólo
podía escuchar los partidos de fútbol en los relatos de Fiora‑
vanti, hoy ve en directo los encuentros de las más importantes
ligas del mundo, las carreras de automovilismo, el tenis y hasta
los partidos de golf.
Con sólo apretar algunas teclas su ordenador le traduce mate‑
riales escritos en otros idiomas, las fotos digitalizadas las toma
él mismo y las envía a su redacción desde cualquier sitio del
universo.
Lo más importante: ya su lugar de trabajo es el mundo o su pro‑
pio hogar.
Todo esto lo han posibilitado las computadoras y las comunica‑
ciones.
¡Qué quiere que le diga!
Podemos ver el vaso medio vacío o el vaso medio lleno.
Pero estos cambios que experimentó un periodista a lo largo de
su carrera, también los ha vivido el médico, el arquitecto, el in‑
geniero…
En los próximos años los va a vivir cada día más el docente, el
alumno, el jubilado, el hombre y la mujer.
Será un mundo distinto.
Para los pesimistas, será peor.
Perdonen que discrepe. Para aquel joven periodista de los años
70 que hoy sigue en su oficio
, ¡esto es una maravilla!
Juan Carlos Bataller
1...,106,107,108,109,110,111,112,113,114,115 117,118,119,120,121,122,123,124,125,126,...206
Powered by FlippingBook