la_cena_de_los_jueves2 - page 16

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O admiradores.
—¡Qué hacés, campeón!
A todos ellos mi padre les respondía:
—Juan, me llamo Juan. Y si no quiere llamarme por mi nom‑
bre, dígame señor.
Tal vez sea una moda.
O sólo producto de la ignorancia.
Pero realmente resulta molesto cuando un vendedor, un mozo,
o cualquier desconocido, nos dice madre, tío o abuelo.
Digámoslo claramente: yo soy abuelo de
mis
nietos, tío de
mis
sobrinos, padre de
mis
hijos, no tengo el cargo de jefe y nunca
salí campeón a nada.
Esto es tan absurdo como cuando alguien me presenta di‑
ciendo:
—El papá de Mariano.
(o el papá de cualquiera de mis hijos)
Tan absurdo como cuando presentan a Mariano diciendo:
—El hijo de Juan Carlos.
Es hora que entendamos y se lo hagamos entender a los más
lentos
, que cada uno de nosotros tiene nombres y apellidos. Y
que lo lógico, si queremos hacer referencia al parentesco, es que
digamos
“te presento a Juan Carlos, que es papá de Mariano”
o a
“Mariano, que es hijo de Juan Carlos”.
Muchos de estos absurdos nacen del mal periodismo.
Uno lee o escucha:
—Los abuelos del Hogar de Ancianos….
También podemos leer:
—Los abuelos que van a cobrar sus jubilaciones…
¡Ignorantes!
En el Hogar de ancianos se alojan
ancianos
no abuelos. Algunos
tendrán nietos
pero ese no es el requisito para vivir allí.
Y los que cobran la jubilación son
jubilados
no abuelos. A nadie
Juan Carlos Bataller
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