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CON TU VIDA
gente me preguntaba, qué por qué ven-
día vinos mendocinos. Lo que pasa es
que no me pedían los de acá, porque los
otros eran de mejor calidad, hasta que
San Juan empezó a hacer vinos de ver-
dad.
—Palito, algo asombroso. Recuerdo
la primera vez que fui al hostal y comí
las brochetas. Fue una novedad.
Treinta años después la gente sigue
pidiendo eso, cuando cambiaron
tanto los gustos, eso es extraño.
—Claro. Eso te iba a comentar. De los
casamientos que hice, les hice a los pa-
dres, a los hijos y a los nietos les hice los
cumpleaños de quince. ¿Cuántas gene-
raciones son? Y en la carta, decimos,
“vamos a cambiar, ya no más el lomo, ya
no más la brocheta catalina” y la gente
nos preguntaba “¿pero no está el
lomo?”. La gente lo sigue pidiendo.
—Hay gente que contrata parte del
servicio de Mendoza. Yo creo que hoy
se puede hacer todo con gente de
San Juan. Hay servicios importantes
—Sí, hay servicios que tienen muy
buena calidad, muy buena vajilla y son
responsables en lo que hacen.
—¿Cómo anda San Juan en materia
turística? Imagino que el primero que
detecta si hay turismo o no, no es el
Ministerio de Turismo sino la gastro-
nomía.
—Claro. Vos has visto cómo pasan los
años, te empiezan a mandar los hijos.
Cuando llega un turista mi hijo me dice
“papá anda y preguntale cómo llegaron
al restaurante”. Yo me acerco y digo:
“Buenas noches, ¿cómo está? Soy el
propietario, mi nombre es Palito. ¿Cómo
llegaron a este restaurante?”. Me dicen:
“llegamos porque nos dijeron en Tu-
rismo, lo encontramos en el celular o
porque nos recomendaron en la plaza”.
Y les pregunto “¿Recorrieron San Juan?,
¿A dónde fueron?”. El Valle de la Luna
es lo primero que les recomiendan. Des-
pués cuando van a los Valles de Calin-
gasta, Rodeo, Barreal se quedan
asombrados y me dicen “por qué no lo
promocionan más”. Yo lo he comentado
con la ministra de Turismo. Cuando yo
era mozo del Nogaró hubo un director de
Turismo, Guillermo Barrena Guzmán. Él
nos enseñó que el mozo tenía que ven-
der, el recepcionista y el taxista también.
Y nos enseñaba cómo había que vender
el turismo. Si me preguntan dónde
queda Zonda, tengo que decir que hay
12 o 14 kilómetros, cómo se puede lle-
gar. Ahora cambió todo.
—Turismo es servicio pero hay gente
que ni siquiera recibe tarjetas….
—Sí, yo recibo todas las tarjetas.
—Cómo fue cambiando el gusto san-
juanino. Yo veo que por ahí la cerveza
está matando el vino, ¿es así?
—Son épocas, todo pasa. Antes se to-
maba whisky, después champagne, fer-
net. Antes se tomaban los tragos, o
copetines como se les decía. Eso pasó.
—Cuando organizás una fiesta
grande, ¿qué es lo que más se toma?
¿Champagne o fernet con coca?
—Primero champagne y aparte hay
barra de tragos.
—¿Qué es lo que más se pide?
—Se pide mucho el Gancia con Seven
Up, un Lemon Champ. El fernet viene
después, a la hora del baile.
—Veo que hay fiestas que no termi-
nan nunca y después de la cena viene
la pizza o la ternera.
—Ahora hay casamientos que empiezan
a las 7 de la tarde y terminan a las 6 de
la mañana, hay que darle de comer a la
gente todo ese tiempo.
Viene de página anterior
—Nada que ver con esos casamientos
en los que uno iba con un escarba-
dientes para pinchar el pollo o el le-
chón.
—Mi casamiento fue así, con lechón,
pollo, empanadas y postre helado.
—Mirá lo que es ahora.
—Uy, sí, ahora es todo comida gourmet,
con islas. Hay comida árabe, sushi, co-
mida española, mariscos, la tabla de
fiambres.
—Hoy tener un servicio gastronómico
significa tener una empresa impor-
tante.
—Y tenés que tener bromatólogo, gente
capacitada, nosotros le damos charlas a
los mozos y yo todavía voy supervisando
las mesas. Cuando se movió uno es por-
que algo quiere, capaz que hielo, o le
faltó el cuchillo.
—¿Eso se lo transmitís a tus hijos?
—Sí, a mi hijo Marcelo, a Belén, que tam-
bién le gusta y a mi señora. Y de los ocho
nietos que tengo ninguno pinta para gas-
tronómico. Por ahí hay uno que le gusta
vender pollo y empanadas. Pero siempre
los apoyo. Yo les digo que estudien,
practiquen deporte y ya llegará la hora
de trabajar.
—¿Has sido feliz en tu vida?
—Sí, muy feliz
—¿Repetirías toda la historia?
—Si vuelvo a nacer sería gastronómico.
En algunas cosas me equivoqué, pero
nadie es perfecto, tuve muchas oportuni-
dades en la vida. Al Nogaró venían todos
y podría haber sido político, gremialista,
visitador médico.
—¿Te ofrecieron cargos?
—Sí, me ofrecieron, “venga Palito, yo lo
voy a poner”. Pero siempre fui muy tí-
mido y de a poco fui perdiendo la timi-
dez. Pasa que tengo dos facetas. En la
calle soy tímido, perfil bajo, pero cuando
me pongo un smoking, el traje, en una
fiesta, soy otra persona.
—¿Leés?, ¿te gusta escuchar música
o ver televisión?
—Tengo muy poco tiempo para ver tele-
visión pero escucho música.
—¿Vos descansás los lunes?
—Descanso los domingos en la noche
nada más, todos los demás días trabajo.
Y hay veces en los que empiezo a las 8
de la mañana y termino a las 7 del día si-
guiente. Ya el físico no me da pero toda-
vía me queda tiempo. Me apasiona lo
que hago, le pongo corazón, inteligencia.
Y siempre digo, gracias a quienes me
acompañaron, creyeron en mí, en mi fa-
milia y mi empresa. Eso es muy impor-
tante.
—Siempre terminamos esto con una
canción, ¿cuál sería tu canción para
despedirnos?
—Honrar la vida.
Palito Gonzalez Junto a su madre Nelida Vega, en 1997
Palito Gonzalez y Eduardo “Guegué” Feminis Julio
1980 Hotel Nogaro .
Carlos “Palito” González junto a Sandro, a quien atendió en más
de una oportunidad en el Hotel Nogaró. La foto es de 1972.
Carlos “Palito” González junto a sus hijos y nietos
“PALITO”
GONZÁLEZ
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Entrevistas y textos:
Juan Carlos Bataller
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Edición para TV:
Mariano Eiben
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Mixer:
Luciano Bataller
l
Producción:
Giselle Covarrubias
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Diseño:
Miguel Camporro
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Cámaras y Fotografías:
Rubén Paratore
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Grafología:
Elisabeth Martinez
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Desgrabación textos:
Joana Icazatti y Noelia Escales
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Maquillaje:
Charly Ramos
Un nombre propio...
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“Martes 13 no
siempre significa
mala suerte porque
así fue el día en que
empecé a trabajar
como cadete de una
droguería y después
pasé a una farmacia”,
recuerda.