El Nuevo Diario - page 17

“Allá en el cielo del Valle de los Patos creo que Dios puso una herramienta en mi manos para que
mire estas cosas y otros disfruten” (Roberto Ruiz)
Viernes 5 de agosto de 2016
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s
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FOTÓGRAFO
Honrar la vida. José Bernabe
Ormeño 110 años de edad es
pura vida. Agricultor y arriero de
Entre Ríos, Pampa del Chañar.
En su rostro y en las manos se
notan los caminos recorridos, es
inquieto y simpático, no para de
contar historias. Don José ya no
se sorprende de los cambios y la
evolución de la vida porque esta
acostumbrado a lo que vio pasar
durante once décadas. (Foto y
texto de Roberto Ruiz)
ción ha sido la foto mas lucida, mira
que hay una cantidad impresionante,
pero todo el mundo se detenía en ese
cuadro que tiene una pequeña explica-
ción de la vida de don José Ormeño.
Me parece que la amo a esa foto y to-
davía no ha dejado de ser mía porque
me está costando sacármela del alma.
Me copó esa imagen, sus rasgos de
sufrimiento, de frío, está todos ahí, la
información está en ese rostro. La luci-
dez, la brillantez de su mirada transmite
energía, es un anciano con mucha
energía.
La frustración de
Malvinas
—¿Serías fotógrafo de guerra?
— Tengo una experiencia muy cruel
con eso, o sea, desde un principio
cuando veía películas en el cine Sar-
miento, en Jáchal, veía a los corres-
ponsales de guerra y mi sueño era
serlo. Para la época de Malvinas me
volví un cobarde corresponsal de gue-
rra, me acobardó lo que viví. Me anoté
en el ejército para ir a las Malvinas, me
convocaron y duré un día. Fui a la ma-
ñana y cruce de vuelta con el Hércules
sobrevolando olas rasantes. Las olas
pegaban en las hélices de las alas del
avión.
—¿Por qué volviste?
—Me volví a la tarde porque me encon-
tré con una guerra totalmente diferente
a lo que se leía en los medios y no
tenía sentido arriesgarse, desde ahí
viví la guerra, desde Comodoro Rivada-
via. Estuve en Rio Gallegos donde ate-
rrizaban los aviones que salían a
bombardear durante el día. Desde ese
punto decidí no ser fotógrafo de guerra.
Lo que si hubiera sido y lo intenté fue
trabajar en National Geographic. Esa
cuestión de esperar un pájaro un par
de horas me alucina, te baja toda la
adrenalina que uno tiene de la gran ciu-
dad.
—¿Que sentiste al pisar las islas?
— La primera impresión me cayó muy
mal. Me enteré que los soldados se es-
taban muriendo de frío, que se pasaba
mucha hambre. ¿Cómo podía ocurrir
eso si desde capital estaban haciendo
grandes campañas de juntar abrigo, co-
mida y chocolate? Me enteré de cosas
que ocurrían, que en kioscos de Bue-
nos Aires aparecían chocolates con un
papelito dentro que decía “cuídate
mucho”, dirigido a un soldado que no lo
había recibido. Entonces creo que con
toda prudencia lo mejor fue una reti-
rada. Apenas llegué, Norman Powell,
que era un amigo mío que estaba en-
viado a Malvinas como director inter-
ventor de Radio Nacional Malvinas, me
avisó que con el material periodístico
estaban pasando cosas nefastas, que
Me hubiera gustado que me di-
jeran que no tenía que estudiar
para ser fotógrafo sino practi-
car, tener una mirada y pulirla.
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