El Nuevo Diario - page 12

Viernes 10 de marzo de 2017
COLUMNISTAS
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@JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
C
uando lo vi por primera
vez estaba próximo a cum-
plir 75 años. Bajito de es-
tatura, casi siempre sonriente, el
cardenal Antonio Samoré se había
transformado en un hombre clave
en un conflicto que estuvo a punto
de desatar una absurda guerra
entre argentinos y chilenos.
La designación como mediador por
Juan Pablo II había sido providen-
cial en la vida sacerdotal de Sa-
moré, pues tras una larga
actuación estaba cerca del retiro.
Había nacido en Bardi, provincia de
Parma, fue ordenado sacerdote el
10 de junio de 1928 en Piacenza y
desarrolló su trabajo pastoral en la
misma diócesis hasta 1932.
s s s
Fueron muchos los cargos que
había desempeñado el cardenal.
Desde agregado y secretario de la
nunciatura en Lituania y Suiza en
1938 hasta consejero de la delega-
ción apostólica en Estados Unidos
entre 1947 y 1950.
Ya como monseñor fue designado
nuncio apostólico en Colombia.
Luego desempeñó el cargo de se-
cretario de la Congregación de
Asuntos Eclesiásticos Extraordina-
rios y en 1959, el papa Juan XXIII
lo nombró miembro de la comisión
preparatoria del Concilio Vaticano II
donde también participó entre 1962
y 1965.
Samoré era cardenal presbítero
desde el 26 de junio de 1967, reci-
biendo el birrete rojo y la titularidad
de la Basílica de Santa María
Sopra Minerva.
En 1967 fue elegido presidente de
la Comisión Pontificia para América
Latina. Asistió a la primera asam-
blea ordinaria del Sínodo Mundial
de Obispos, en la Ciudad del Vati-
cano, en 1967.
Luego se desempeñó como pre-
fecto de la Congregación para la
Disciplina de Sacramentos y en
1874 asumió como bibliotecario y
archivista de la Iglesia Católica y a
fin de ese año como obispo titular
de la sede suburbicaria de Sabina
y Poggio Mirteto con lo cual se con-
virtió en cardenal episcopal.
s s s
Con ese hombre de pequeña fi-
gura tuve no menos de diez
charlas entre diciembre de 1980
y febrero de 1982.
Desde el 24 de diciembre de 1978
había sido designado represen-
tante papal especial ante Argentina
y Chile para la resolución pacífica
del conflicto limítrofe entre ambos.
Y realmente cumplió su papel evi-
tando una guerra inminente entre
dos países eminentemente católi-
cos gobernados por dictaduras mili-
tares. Su acción encaminó a Chile
y Argentina hacia el Tratado de paz
y amistad.
En esas vísperas de la Navidad de
1978 pronunció la recordada frase:
“Veo una lucecita de esperanza al
final del túnel”.
s s s
La primera vez que ingresé a la
Santa Sede, ya como corresponsal
de Clarín, fue el 12 de diciembre de
1980. Ese día el Papa recibió a
ambas delegaciones para comuni-
carles su primera propuesta, la que
había sido desarrollada en el más
entero secreto.
Ambos gobier-
nos debían dar a conocer su
respuesta antes del 8 de
enero de 1981.
La propuesta entregaba a
Chile todas las islas en litigio,
pero la Argentina obtendría li-
mitados derechos a instala-
ciones en las islas y recibiría
amplios derechos de navega-
ción en la zona.
La zona de
aguas interiores chilenas sería muy
reducida y debería ceder a la Ar-
gentina derechos de explotación
económica, investigación científica
y de manejo medioambiental. La
mayor parte del territorio marítimo
en disputa sería argentino, pero la
Argentina debería ceder en él a
Chile los mismos derechos que ha-
bría de recibir en el mar de jurisdic-
ción chilena.
s s s
El 25 de diciembre de 1980, Chile,
a pesar de algunas reservas,
aceptó la propuesta. La Argentina
nunca rechazó formalmente la pro-
puesta y sólo emitió una nota el 25
de marzo de 1981, dos meses des-
pués del plazo dado por el papa
Juan Pablo II, dirigida a la Santa
Sede y expresando su descontento
El pEquEño
cardEnal
quE Evitó
una guErra
El cardenal Samoré en una de sus charlas con el corresponsal de Clarín, Juan Carlos Bataller.
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