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Viernes 10 de marzo de 2017
Por
Juan Carlos
Bataller
porque no entregaba islas a la Ar-
gentina y permitía una profunda
presencia chilena en el Atlántico.
Recuerdo que en una de esas char-
las con Samoré le pregunté si pen-
saba que con dos gobiernos
militares se podía llegar a un
acuerdo pacífico. Tras señalarme
que lo que diría era absolutamente
“off the record”, respondió:
—La Iglesia no tiene los mis-
mos tiempos que la política.
Puede esperar hasta que cam-
bien las condiciones políticas
en la Argentina.
—¿Y mientras tanto?
—El objetivo es que se vayan
disipando las posibilidades de
guerra.
s s s
Y así fue. Todo 1981 Samoré lo de-
dicó a entrevistarse en forma sepa-
rada con los equipos mediadores a
los que consultaba sobre sus pre-
tensiones, argumentos y posibilida-
des de ceder en sus apuestas. Sólo
rara vez se hicieron reuniones con-
juntas.
Las negociaciones se realizaron en
la Casita de Pío IV, la sede cons-
truida en el siglo XVII que alberga
desde entonces la Pontificia Acade-
mia de las Ciencias.
Hubo momentos de mucha tensión.
Tras la no aceptación argentina a la
propuesta papal.
Pero no se llegó al enfrentamiento
armado a pesar de algunas provo-
caciones.
El 29 de marzo de 1981 asumió el
poder en la Argentina Roberto
Viola, pero no logró imponerse a
los sectores duros de las fuerzas
armadas argentinas.
Sin consultar con el mando político,
el Ejército Argentino detuvo a una
supuesta red chilena de espionaje.
La medida tuvo repercusión en
Chile, donde se detuvo a dos su-
puestos espías argentinos. En una
escalada de la tensión, el 28 de
abril de 1981 el general Leopoldo
Fortunato Galtieri, comandante en
jefe del ejército, cerró la frontera
con Chile, de norte a sur, sin con-
sultar al presidente, Roberto Viola.
Recuerdo otra charla con el carde-
nal a mediados de 1981.
—Estos tipos quieren guerra,
cardenal—, recuerdo
que le co-
menté.
—Quedarían muy expuestos y ais-
lados internacionalmente. El último
paraguas que les queda es la me-
diación.
s s s
Era evidente que Viola nunca tuvo
el poder y finalmente, el 22 de di-
ciembre de 1981 asumió el go-
bierno Leopoldo Fortunato Galtieri.
Galtieri llegaba con hambre de
guerra. Una de sus primeras medi-
das fue denunciar en enero de
1982 el Tratado de Solución Judi-
cial de Controversias firmado con
Chile en 1972, que permitía a cada
uno de los países acceder a la
Corte Internacional de Justicia de
La Haya en caso de litigios, una
opción que guardaba Chile como
instancia última.
El 19 de febrero de 1982, seis se-
manas antes del comienzo de la
Guerra de las Malvinas, el remolca-
dor argentino ARA Gurruchaga
ancló por tres días en la Isla Deceit
a pesar de las protestas chilenas y
violando el Acta de Montevideo que
exigía sustraerse de realizar actos
que perturbasen la armonía entre
ambas naciones.
Todos estos obstáculos debieron
ser eliminados o por lo menos ali-
gerados por el cardenal Antonio
Samoré para poder mantener si-
quiera la apariencia de negociacio-
nes en curso.
En los hechos no hubo avance ofi-
cial en las negociaciones, en parte
porque Chile no quiso aceptar
ceder en lo que ya había aceptado,
la propuesta de 1980.
s s s
Y es en este punto donde un hecho
ajeno a la mediación modifica sus-
tancialmente la situación política.
El 2 de abril de 1982 el gobierno
de Galtieri ordenó el desembarco
de fuerzas argentinas en las
Islas Malvinas.
Tras la Guerra de las Malvinas el
debacle argentino causó la caída
del gobierno de Galtieri y su reem-
plazo por el general (R) Reynaldo
Benito Bignone, quien gobernó sólo
con el apoyo del ejército. La de-
rrota, el desprestigio de la cúpula
militar, la falta de apoyo siquiera
entre las fuerzas armadas y la bre-
vedad de su presidencia impidieron
avances en esta etapa de las nego-
ciaciones con excepción de la pró-
rroga del Tratado de Solución
Judicial de Controversias de 1972,
acordada el 15 de septiembre de
1982.
s s s
El 10 de diciembre de 1983 asumió
el poder Raúl Ricardo Alfonsín y uno
de sus principales objetivos fue rein-
sertar nuevamente a la Argentina en
el concierto de naciones. Para ello
buscó una solución pronta al pro-
blema del Beagle. Las negociaciones
se agilizaron de tal manera que,
cambiando el método usado hasta
entonces, las negociaciones entre
Ernesto Videla y Marcelo Delpech,
jefes de delegación de Chile y la Ar-
gentina respectivamente, se realiza-
ron más en Sudamérica que en
Roma.
Basado en propuestas de
ambos gobiernos el cardenal
Agostino Casaroli a cargo de la
mediación por el fallecimiento
de Samoré, presentó el 11 de
junio de 1984 la última pro-
puesta papal de la mediación,
no sin antes aclarar que un re-
chazo de la propuesta signifi-
caría para el Papa el término
infructuoso de la mediación.
Ambas partes aceptaron la pro-
puesta, en principio.
Alfonsín convocó a un plebiscito triun-
fando ampliamente el acuerdo.
El 29 de noviembre de 1984 fue fir-
mado en Roma el Tratado de Paz y
Amistad entre Argentina y Chile por
los respectivos ministros de Relacio-
nes Exteriores Jaime del Valle de
Chile y Dante Caputo de la Argentina.
s s s
El cardenal Antonio Samoré no pudo
ver la concreción del tratado pues fa-
lleció antes de la firma del mismo, el
3 de febrero de 1983 en Roma,
siendo enterrado en la iglesia del
Monasterio de los Carmelitas en Ve-
tralla, cerca de la ciudad italiana de
Viterbo.
En su honor se rebautizó el segundo
paso en importancia entre Chile y Ar-
gentina como Paso internacional Car-
denal Samoré (Ex- Paso Puyehue).
Como corolario, este humilde corres-
ponsal podría decir que no debe
haber sido fácil mediar con persona-
jes como Pinochet o Galtieri. Para
ellos,
los ejércitos se dividían entre
halcones y palomas.
Habían triunfado los tiempos
de la Iglesia. El mantenimiento
de la paz fue la obra de la pa-
ciencia del mediador y también
de su autoridad moral, que im-
pidió a una junta militar an-
siosa de guerras enfrentar a
dos países limítrofes
.
Augusto Pinochet.
Gobernaba con mano
dura a Chile en la época
del diferendo.
Jorge Rafael Videla
Presidía Argentina en el
punto culminante del dife-
rendo en 1977.
Canciller Dante Caputo
Fue el hombre que con-
dujo la diplomacia en la
etapa democrática.