El Nuevo Diario - page 15

Viernes 1 de julio de 2016
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—¿Y cuándo hiciste tu primer
bajo?
—Me pasaba que cuando veía
una banda quería ser parte, me
quería conseguir un bajo. En ese
momento estudiaba diseño indus-
trial, no me gustaban los bajos
que veía y no me alcanzaba para
el que me gustaba. Hice aeromo-
delismo, automodelismo y de
chico modificaba los juguetes, así
que decidí incursionar hacién-
dolo.
—¿Cómo pasaste de eso a fa-
bricar para vender?
—Algunos amigos me trajeron
cosas para arreglar y fue un hob-
bie hasta que hice mi tesis.
Pensé en hacer algo que me sir-
viera laboralmente y, como es-
taba tocando y más metido en la
música, hice un instrumento, con
estudio de mercado. Ese fue el
puntapié. Primero pensé en ha-
cerlos en serie pero no pude
competir con los productos chi-
nos. Ahora los hago por encargo
para quienes buscan un instru-
mento profesional.
—¿Conseguís los materiales
que necesitás?
—Se consigue, hay una industria
muy grande y creciente de equi-
pamiento musical. Cuando em-
pecé costaba más pero ahora
tenemos más opciones de nego-
cios que venden madera para lut-
hería específicamente, pero si los
accesorios, micrófonos cuestan
un poco, están caros. Por ahí eso
es algo que me ha impedido ven-
der fuera del país, porque me
queda un precio poco competitivo.
—¿Tu mercado excede a San
Juan?
—Si, gracias a las redes sociales
y el boca en boca. Vendí varios en
Buenos Aires, Córdoba, Mendoza,
Neuquén, incluso a argentinos en
España y Estados Unidos. En San
Juan el mercado es chiquito, acá
lo que tengo es mucho trabajo de
reparación.
—¿Cómo empezaste a hacer armónicas?
—Porque acá no había nadie, en Argentina somos
tres luthiers de armónica. Tuve la necesidad de re-
parar mi instrumento, así empecé. Rompí mis ar-
mónicas una impresionante cantidad de veces
hasta que le agarré la mano.
—¿Y cómo fue que fabricaste la primera?
—Porque me lo dijo un amigo. Me falta un año para
recibirme de arquitecto, por eso me doy mañana
con las manos y me gusta trabajar en madera. Así
que tomé el consejo. Todos los insumos los compro
en Buenos Aires y viajo seguido allá porque ahí
está el 90 por ciento de la gente que me compra.
Además, voy a los festivales de blues y demás.
—En esos espacios aprovechás para mostrar
tus instrumentos.
—Exactamente. Tengo el agrado de hacerles armó-
nicas a los armoniquistas más grandes de la Ar-
gentina y del mundo. Esto hace posible que sus
alumnos y la gente que los escucha encargue ar-
mónicas. Ese es un círculo que, por ahora, no tiene
fin. Mis productos han viajado a Estados Unidos,
Brasil, Italia, Chile, Perú, México, España, Indone-
sia pero el 90% en Argentina, por desgracia no en
San Juan.
—¿Cómo supiste armar y desarrollar tu nego-
cio?
—La realidad es que vivo por la armónica. Desde
que me levanto hasta que me acuesto estoy con
una en la mano, raya con la obsesión. Creo que el
luthier tiene que tener un poco de eso, una obse-
sión por el detalle, para que el instrumento suene
correctamente.
—¿Hasta dónde te gustaría llegar con tu em-
prendimiento?
—Me fui poniendo retos y otros se fueron dando
solos. Creo que lo próximo es mantener el ritmo y
tratar de que el instrumento sea cada día mejor.
Actualmente no puedo extenderme porque no doy
a basto.
—¿Sabías que este era un campo para desarro-
llarte?
—Es rarísimo porque en San Juan me tocó hacer
de todo un poco. No hay productores de blues ni
profesores de armónica, soy el único. No es una
ventaja. Nunca imaginé esto pero si imagino un
San Juan lleno de armoniquitas. Esa es la ilusión
que tengo con cada alumno que viene a casa, que
se apasione.
MARTÍN GUZMÁN, ARMONIQUISTA
NELSON VIDELA, CONTRABAJISTA
“No puedo extenderme, no doy abasto”
“Lo que uno pensaba
que era chiquito,
se magnificó”
—¿Cómo surgió la idea de hacer contrabajos?
—A través de una necesidad, de ver lo difícil que es
tener un instrumento. Buscamos una madera autóc-
tona para lograr la sonoridad y recibimos el apoyo del
Ministerio de Producción. Eso nos disparó para anali-
zar la posibilidad tangible de construir el instrumento.
Nos encontramos con propiedades tremendas de la
madera de acá. La hicimos analizar por el CONICET
y tiene mejor propiedades que el pino abeto, que fue
descubierto hace 400 años por Stradivarius y se
mantiene. Con la madera de San Juan pudimos lo-
grar mejor sonoridad. Estamos llevando instrumentos
a Europa, empezando con el trabajo internacional.
—El hecho de trabajar con otra madera les ha
dado un rasgo distintivo y los está ayudando con
el posicionamiento.
—Exactamente. Y sobre todo hay algo que con el
tiempo me di cuenta que es vital, y es que un luthier
tiene que ser músico profesional. Mi carrera de mú-
sico me ayuda a tratar cada instrumento como
cuando uno trata una obra. Ahora estamos reparando
instrumentos y sobre todo trabajando en la puesta a
punto y ponemos todos accesorios con maderas de
acá.
—¿Han hecho otros instrumentos aparte de con-
trabajos?
—Hace poquito hicimos un violín y tuvo el mismo re-
sultado. Lo que te dicen todos cuando tocan el instru-
mento es que suena como si tuviera doscientos años,
tiene una calidad sonora inmediata, estamos delante
de un descubrimiento y milagro.
—¿Cómo generaron los contactos para vender en
el exterior?
—Primero, vivimos en el tiempo de la informática.
Además, nosotros hacíamos los encuentros de con-
trabajo, ahí venían figuras importantes, de todas par-
tes del mundo. Uno les mostraba los instrumentos
como algo autóctono y empecé a ver que ellos no lo
podían creer. Un contrabajista muy importante me
pregunto cómo podíamos comercializar la madera en
Europa.
—Ya lograron alcanzar varios objetivos, ¿cómo
se proyectan?
—Las proyecciones son tener instrumentos armados
en un lugar de exposición, algo que nunca pasó en
Latinoamérica con un luthier. Además del desafío de
suplir las necesidades de muchos músicos que bus-
can violines, violas, chelos y bajos. Lo que uno pen-
saba que era chiquito, se magnificó.
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