El Nuevo Diario - page 21

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Viernes 20 de octubre de 2017
AÍDA PULENTA
NOCHE
&
DIA
“Aspiramos a seguir creciendo,
con el ejemplo de mi papá”
H
ija de Augusto Pulenta y Filomena
Meglioli, Aída creció en San
Martín junto a sus hermanos
Mario Augusto y Ernesto Enrique. Su
abuelo Ángelo Antonio Pulenta fue el pri-
mero en incursionar en el mundo de los
viñedos, tras llegar de Italia. Su papá,
Augusto Pulenta, fue un incansable traba-
jador de las viñas y la elaboración de
vinos y tuvo a su cargo las operaciones
de Peñaflor en la provincia.
Aída se recibió de maestra jardinera en
Buenos Aires y se casó con José
Berzenkovich, con quien tuvo a Gail,
Daniela, Carolina y Andrés.
Cuando recibió la herencia por la venta de
Peñaflor, impulsó a comprar Bodegas
Bórbore. Por ese espíritu emprendedor,
sus hijos la reconocieron poniéndole el
nombre “Aída” al mejor vino de la empre-
sa. Después del homenaje en Santa
Lucía, Aída contó su historia y cómo vivió
esa noche de emociones.
—¿Cómo fue su infancia en una familia
dedicada a la vitivinicultura?
—Siempre estuve rodeada de viñedos.
Nací en San Isidro, San Martín, y fui a
una escuelita de campo. En San Isidro
estaba la primera casa de mis abuelitos.
Yo vivía en otra casa de adobe que des-
pués tiraron abajo. En mi casa siempre
estuvo el tema de conversación de los
vinos, el viñedo, los contratistas… mi
papá iba a la finca hasta los domingos
porque amaba ese trabajo. También tuve
esas raíces por parte de mi abuelo
Meglioli y su bodega sigue estando en
manos de mi hermano en la zona de San
Isidro. Cuando me casé, mi marido tam-
bién se dedicó a las fincas, le gustaba
muchísimo.
—Su padre debe haber sido el gran
ejemplo de trabajo para la familia.
—Mi papá dejó una huella muy profunda
en San Martín, era muy querido. Tengo
infinidad de artículos de diarios y poesías
que lo recuerdan porque hizo mucha obra
de bien en el departamento, sobre todo
en educación. La primera escuela secun-
daria y el Polideportivo de San Martín lle-
van su nombre. Hoy su ejemplo sigue
siendo importante para nosotros y por eso
ambicionamos a seguir creciendo. El pro-
yecto de Bodegas Bórbore se fue hacien-
do más grande. Durante muchos años era
recoger para que no quedara nada pero
hoy está muy linda la bodega. Aspiramos
a estar en la Ruta del Vino y para eso
hacemos remodelaciones. La gente que
trabaja con nosotros es muy idónea.
—Sus hijos destacan el rol que tuvo
durante la crisis del 2001.
—Sí, habíamos recibido la herencia de
Peñaflor, como todos mis primos. Cuando
las generaciones van cambiando hay dife-
rencias de criterio y somos muchísimos
primos. La empresa no quebró pero apa-
recieron deudas bancarias y hubo que
vender. Se vendió bien y todos recibimos
una herencia. Apareció la oportunidad de
comprar Bodegas Bórbore, que había
quebrado. Los Bórbore siempre fueron
una familia amiga y yo no lo dudé porque
la bodega estaba en San Martín. Los pri-
meros tiempos trabajé en el mejoramiento
edilicio y estético sobre todo. Ahora voy
cada tanto a la bodega.
—Sus hijos llevan adelante el proyecto.
—Sí, todos tienen su profesión pero deci-
dieron apostar al proyecto familiar. Mi hijo
es ingeniero agrónomo así que su profe-
sión se adapta perfectamente. Mi hija
arquitecta hace las remodelaciones. La
mayor es licenciada en Administración de
Empresas y le encanta la dirección y rela-
ción con la gente. Y mi hija menor es pro-
fesora de Artes Plásticas y también se
dedica a esto. Hace un tiempo también se
sumó mi nieto Augusto Martín
Berzenkovich, quien está a punto de reci-
birse de ingeniero industrial. Él organizó
casi completamente el último evento.
—¿Cómo vivió el homenaje y la pre-
sentación del vino Aida?
—Hace mucho tiempo se conversó lo de
este vino pero como yo soy perfil bajo, les
dije que lo relacionaran con la ópera
“Aida”, de Verdi. Me imaginaba una eti-
queta con notas musicales. Gabriela
Graffigna los asesoró y les dijo que era
mejor no mezclar los temas así que lo
hicieron solo con el propósito de que figu-
rara mi nombre. La gente se emocionó
mucho cuando apareció ese vino y tuvo
muchísima aceptación. Todas las cajas se
acabaron. También me gustó que presen-
ten el vino Avanti porque el sauvignon
blanc es mi preferido.
Los Pulenta. Esta foto fue una de las últimas que la familia Pulenta se tomó cuando
aún vivía don Augusto, en la Finca Los Piuquenes en Tamberías. Se encuentran en el
centro Augusto Pulenta Spinsanti y su esposa Filomena Brigida Meglioli Guerri, rodea-
dos por hijos y nietos. Aida y su esposo José Berzenkovich y los hijos de ambos, Gail,
Daniela, Carolina y Andrés. Mario junto a su esposa Silvia Dorgan y sus hijos Marito,
Andrea y Gabriela, además de Ernesto Enrique Pulenta Meglioli y su esposa Susana
Lépez, acompañados por sus hijos Augusto, Federico, Maria, Darío y Georgina.
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