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Viernes 10 de noviembre de 2017
El caso que se hizo
público en San Juan
involucra a dos varones
qué ya tienen DNI de
mujer. ¿Es posible que
en la niñez perciban un
género distinto al
que nacieron?
E
l género es una construcción
ideológica, una ley cultural,
política, moral. “Masculino” y
“femenino” son roles dentro de una
dicotomía que busca ordenar cabe-
zas y dar certezas. Pero qué pasa
cuando a los dos años alguien em-
pieza a esbozar que no es lo que se
espera que sea. Lulú fue la primera
niña que, por primera vez en el
mundo, logró cambiar el género en
su documento de identidad sin tener
que acudir a la Justicia. Un paso
que repiten otros chicos y chicas
mientras sus familias viven el pro-
ceso desorientadas, entre sistemas
represivos y derechos protegidos
por la ley argentina.
“Yo nena, yo princesa. Luana, la
niña que eligió su propio nombre”
es el título del libro que escribió Ga-
briela Mansilla. Fue editado en abril
de 2014 y reeditado en noviembre
por la Universidad Nacional General
Sarmiento. El Senado de la Nación
lo declaró de interés cultural. Ade-
más, es de lectura obligatoria en
varios institutos de formación do-
cente en nivel inicial y primario, y
está recomendado en el Anexo 3 de
la Ley de Educación Sexual Inte-
gral. El libro es una carta de amor
de una madre a su hija que sirve
para explicar la experiencia de vida
de Luana y también de su familia.
En base a esta publicación, Jorge
Maestro prepara el guión de lo que
será la película sobre la vida de
Lulú.
En San Juan, hace poco fue cono-
cida una historia similar: Alejandra y
Fidel tienen cuatro hijos, y dos de
ellos, que nacieron varones, a los 6
y 8 años manifestaron que eran
nenas. Desde entonces, los papás
se hicieron activistas de la infancia
trans sin discriminación ni violencia
y lograron que ambas tengan su
DNI de mujer.
Vanesa Pringles – Psicóloga
“La identidad sexual se
adquiere en la adolescencia”
LO QUE DICEN LOS PROFESIONALES
La difícil tarea
de acompañar
una infancia tr
ans
—¿Existe la infancia trans?
—Podríamos decir que actualmente nos
encontramos con esa nueva situación.
Hay antecedentes en otros países y es-
tamos viendo los primeros casos en Ar-
gentina.
—¿Cómo se define la infancia trans?
—Tenemos que definir algunos concep-
tos vinculados a la sexualidad o al desa-
rrollo psico—sexual de una persona.
Cuando hablamos de trans, hablamos
de una persona que tiene sexo mascu-
lino o femenino y que puede hacer una
elección o una concepción social dis-
tinta a los órganos sexuales con los que
nació, podríamos decirlo así. Partimos
de género y no de sexo. El género es
una construcción social que se va ha-
ciendo a partir de que la persona nace
hasta que alcanza la identidad sexual,
que es cómo la persona se siente, auto-
percibe y siente su propio cuerpo.
—¿A qué edad una persona adquiere
la identidad sexual?
—Los estudios de psicología evolutiva
siempre han hablado de que se ad-
quiere en la adolescencia; de hecho,
por ahí estos conflictos de identidad se-
xual que hoy surgen en algunos casos
en niños, anteriormente aparecían en la
adolescencia. A esa edad la persona
juega distintos roles, cuando se define a
sí mismo de acuerdo a sus vínculos pri-
marios, es cuando alcanza la identidad
en general.
—¿Qué puede percibir un chico de 3
o 4 años?
—A los 3 o 4 años el niño recién está
empezando a diferenciarse, a reconocer
su cuerpo, sus órganos sexuales. Si a
un niño de dos años le pedimos que di-
buje el cuerpo completo, no puede ha-
cerlo. Recién a los 3 o 4 años se
diferencia de las nenas o de los varones
y empieza a jugar distintos roles, que
para mí no hablan de la identidad se-
xual. Es normal que el varoncito se
ponga los tacos de la mamá o los colla-
res o que juegue con muñecas, creo que
esto no habla de identidad sexual sino que
son juegos. Recordemos que los realiza
por imitación, hace lo que ve, padre, madre
o adulto que lo tiene a cargo. Va realizando
diferentes juegos, imitando. La familia
es el primer socializador que tiene un
niño, después tenemos un segundo so-
cializador que es la escuela y los grupos
de pares, todo va a influir en los juegos
y conductas delos niños.
—¿Pueden haber definiciones a los 6
o 7 años?
—No lo sé. Creo que habría que hacer
un buen acompañamiento psicológico
de los padres y de los hijos para tomar
una buena decisión, como por ejemplo
un cambio de documentación. Nos en-
contramos con una persona que está en
vía de desarrollo de su identidad sexual,
no va una cosa por un lado y otra por
otra, somos una unidad cuerpo—mente.
Hay un proceso evolutivo normal y es-
perable que los niños van cumpliendo.
—¿Qué debe hacer un padre al que
su hijo le dice me siento mujer o me
siento varón?
—En esto tenemos que ser cautelosos.
Me parece muy bueno que existan
papás que estén lo suficientemente
atentos a sus hijos y que puedan ver
este comportamiento o que puedan
estar atentos para acompañarlos. Ge-
neralmente me ha tocado trabajar mu-
chos casos en los que a los 20 años
terminan con situaciones de violencia
familiar, porque sus papás no aceptan
que tengan una identidad sexual dis-
tinta.
—¿Existe el riesgo de que un padre
acompañe al chico en ese cambio de
género y cuando sea grande se arre-
pienta?
—Puede pasar, por eso digo que para
tomar una decisión de esa naturaleza
es necesario un buen acompañamiento
profesional. Un profesional puede diag-
nosticar. El proceso va más allá de un
cambio de documentación. De la mano
de la documentación viene todo lo so-
cialmente esperable: los mandatos
dicen que la nena es la muñeca y el
varón la pelota.