El Nuevo Diario - page 11

Viernes 4 de mayo de 2018
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—¿Cómo tomaste la decisión de
concursar?
—Me dedicaba a mi profesión, pero
soy mamá de cuatro nenas y le dedi-
qué mucho tiempo a ellas. Me dedi-
caba a la parte civil. Tenía mucha
intriga de cómo iba a funcionar Fla-
grancia, parecía muy difícil de reali-
zar, algo muy difícil desde la
concepción de lo que se venía traba-
jando. En los cursos de preparación,
no lograba tener toda la confianza
en que fuera posible de aplicar, por-
que inclusive en otras provincias ha
costado que se aplique el formato
con el que fue concebido. No in-
gresé en el primer llamado, sino en
el segundo.
—¿Cómo se organizó la vida fami-
liar con este nuevo trabajo?
—Mi marido también trabaja en el
Poder Judicial y siempre ha sido él
el que ha estado fuera de la casa
más que yo, pero siempre apoyó y
promovió que ocupara un lugar en el
que pudiera desarrollarme. Cuando
ingresé, sentí que estaría más có-
moda en la tarea de defensor, por
los horarios, pero cuando se me da
la tarea de ingresar como ayudante
de fiscal, con los horarios y con todo
lo que significa, me di cuenta que
era lo mejor que me podía pasar. El
hecho que una noche durmamos en
una comisaría, que es algo muy atí-
pico y que cuesta entenderlo por el
resto de la sociedad, permite que
vos estés trabajando mientras tus
hijos duermen y a la mañana estar
con ellos, a veces más dormida. Y el
hecho de tener que trabajar una ma-
ñana o una tarde, me permite partici-
par de diferentes tareas con ellas.
Siento que tengo el mejor trabajo
que podía tener. Y mi marido está
más presente que nunca, aunque
tiene un cargo que le lleva mucha
responsabilidad y además, mis hijas
adolescentes, también comenzaron
a asumir mayores responsabilidades
en la casa, así es que fue un cambio
positivo para todos. Claro que llevó
un tiempo poder lograr el ritmo, la ar-
—¿Por qué decidiste concursar?
—Desde que me recibí me dedico al de-
recho penal, que es lo que me apasiona.
Trabajaba en Fiscalía General, en un tra-
bajo más teórico y como no me gusta es-
tancarme en un solo lugar, me pareció un
desafío. También estaba un poco deses-
peranzada porque el ingreso a Tribunales
era algo que ya había descartado, pero
se dio. El examen fue difícil, bastante
complejo. A mí tampoco me convocaron
en el primer llamado, pero en diciembre
me anunciaron que había quedado en
este desafío.
—¿Sentiste un trato diferente por ser
mujer?
—Nuestro trabajo no tuvo inconvenientes
por una cuestión de género, eso se per-
cibe de entrada por nuestra calidad de
funcionarios públicos. A veces se sor-
prenden o nos subestiman porque nos
ven jóvenes pero después vemos que las
comisarías están llenas de mujeres que
cumplen su rol y luego van a su casa a
tanto de la víctima como del detenido,
para preservar lo importante que es la
vida de las personas. Luego quedamos
en contacto directo con las víctimas,
para informarles el día y la hora de la
audiencia, para la devolución de los
efectos, para contar la resolución de las
causas. Tratamos de protegerlas inten-
tando que nuestro trabajo sea lo más
rápido posible y con la menor invasión,
para que no permanezcan mucho
tiempo en el lugar del hecho o haciendo
la denuncia en la comisaría.
—¿Alguna vez temiste por tu seguri-
dad?
—Tenemos chalecos antibalas, radios
con frecuencia específica para Flagran-
cia, pero más allá de eso la realidad es
que si bien llegamos al lugar del hecho,
éste ya se ha consumado y la Policía ha
tomado las medidas previas. En situacio-
nes que pasan cotidianamente, que salen
los vecinos a apedrear o la familia del de-
tenido, en general lo que hay que prote-
ger es a todas las partes: víctimas,
detenidos, móviles policiales, por lo que
en esa situación lo que se hace es tras-
ladar el procedimiento a la comisaría más
cercana. Para tranquilidad de mi mamá
que lo sufre, no quedamos en medio de
balaceras. Eso puede pasar quizás
cuando participamos de allanamientos,
pero somos muy cuidados por la Policía.
—¿Sos consciente de que sos prota-
gonista de un cambio de paradigma en
la Justicia?
—Sí, es apasionante. No lo cambiaría-
mos por nada. La sociedad quizás no
ha tomado conciencia de la importan-
cia de este proceso y también tiene
que entender que no es una decisión
nuestra cuando se libera a un dete-
nido. Siempre es el juez quien lo deter-
mina, pero se terminó con la puerta
giratoria. También es importante que la
sociedad entienda que tiene que de-
nunciar un hecho, que tiene que ser
testigo. A veces nos pasa que vemos
cómo un policía termina lastimado, con
la ropa rota, con el móvil policial ape-
dreado y nosotros, corriendo para
armar los informes, y todo ese trabajo
se pierde porque la víctima se niega a
denunciar o los testigos no quieren de-
clarar.
importancia de este sistema”
CECILIA CANGIALOSI
“Siento que
tengo el mejor
trabajo que
podía tener”
monía en tanto cambio.
—¿Cómo es el trato en el día a día
con la Policía, en las comisarías?
—Llevo cuatro meses de trabajo y
siempre ha sido de absoluto respeto.
—De acuerdo a tu experiencia,
¿son más varones que mujeres
los que cometen los delitos?
—Sí, son más varones, pero lo que
se ve últimamente son embarazadas
cometiendo hechos ilícitos y también
que muchos de los detenidos han
consumido alguna sustancia. Ahí
vemos la necesidad de trabajar en
conjunto con Salud Pública, por
ejemplo, porque quizás delinquen
por la droga.
—¿Sos consciente del cambio de
paradigma del que sos protago-
nista?
—A veces no nos damos cuenta que
estamos frente a un cambio paradig-
mático del sistema. En San Juan,
sabemos que este no es un sistema
acabado, pero se ha ido puliendo día
a día. Es una responsabilidad muy
grande la que tenemos. Somos las
manos y la voz del fiscal en el lugar
que estamos.
CLAUDIA RUIZ
“Nuestra tarea no tuvo
inconvenientes por una
cuestión de género”
ser madres, amas de casa. Actualmente
estamos todos preparados para cumplir
un trabajo.
—¿Cuál es la reacción de los delin-
cuentes frente a un sistema que pone
la mirada sobre ellos?
—Desde mi experiencia, respecto de lo
que es el procedimiento en sí, este sis-
tema garantiza más los derechos del
imputado. Porque les da mayor tranquili-
dad que estén los funcionarios judiciales
en los lugares del hecho, así sea un do-
mingo a las tres de la madrugada en un
lugar inhóspito, la Policía nos avisa
igual. Tienen la tranquilidad de que el
procedimiento se está realizando de la
manera correcta, con testigos, con el
correcto accionar de la Policía, en eso
también les garantiza a ellos sus dere-
chos. Cuando han estado nerviosos y
me presento, se tranquilizan porque
saben que somos funcionarios objeti-
vos, que no hay nada personal con
ellos. Muchos de los detenidos cono-
cen el procedimiento porque ya han en-
trado antes.
—Hasta ahora la Policía era un poco
“dueña” de todo el procedimiento,
esto también es un cambio también
para ellos.
Tal cual. Esto termina con la llamada
“puerta giratoria”, de los dos lados.
Desde la Policía que buscaba el preso y
desde la falta de respeto de la justicia,
que lesionaba tanto los derechos del im-
putado como de las víctimas, que mu-
chas veces termina siendo la sociedad
en sí.
—¿Sos consciente del cambio de pa-
radigma del que sos protagonista?
—Desde hacía rato que la justicia venía
necesitando un cambio, lo pedía la so-
ciedad, la víctima, los imputados. Fla-
grancia abrió la puerta a todos los
cambios que se vienen: el proceso acu-
satorio, la respuesta inmediata a la víc-
tima y a la sociedad. Trabajar en
equipo. Tenemos un equipo excelente.
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