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JONES
ministro del Interior, Ramón Gómez, a quién
incluso defendió en un caso muy delicado.
Tenía acceso directo a aquel y sus informes
eran los que prevalecían en el ministro, aun-
que éste no lograba torcer la voluntad de
Yrigoyen, que defendió siempre a su amigo
gobernador.
D
e don Ramón Barrera se decía que
había hecho buenos negocios en
algunos juicios de sucesión gracias a
sus contactos en la justicia. Tan buenos que
siempre se quedaba con la parte del león.
Barrera era presidente del Banco Comercial
de San Juan. Una entidad en cuyo directorio
se entremezclaban algunos legisladores, como
Argentino B. Echegaray, que era vicepresi-
dente, o Juan Galvarini, que se desempeñaba
como vocal.
El año 20 había sido muy bueno para el
banco. Como que duplicó su movimiento en
cuentas corrientes respecto al año anterior e
incrementó su activo en un 50 por ciento.
Pero además, adquirió en 85 mil pesos una
casa en la esquina de General Acha y Mitre
(esquina sudoeste) y cuarenta días después
vendió en la misma suma la mitad de la pro-
piedad, levantando en el resto su propio edi-
ficio.
Bajo la conducción de Barrera y sobre la
base de un pequeño banquito obrero y caja
de ahorros de debilitada cartera, desde 1917
crecía pujante el Banco Comercial.
Estos dos hombres tenían pues motivos para
estar enfrentados con Jones. Vita fue el cere-
bro en la estructuración del bloque legislati-
vo, aunque fiel a su política de hombre gentil
y adepto al bajo perfil, no aceptó la presiden-
cia de la Cámara de Senadores que lo habría
convertido en vicegobernador virtual.
Barrera -en cuya casa se realizó el juicio
político a Jones- tenía igual que Vita influen-
cia en el Poder Judicial que descabezó Jones
y tuvo protagonismo en el accionar de los
jueces rebeldes.
C
antoni, en cambio, era sapo de otro
pozo.
Temperamental, sanguinio y el
único con real vocación de poder personal,
tenía un objetivo muy claro:
ser el próximo
gobernador.
Se cuenta que el odio con Jones nació en
Buenos Aires, en la primera reunión que
tuvieron. El gobernador le habría expresado
que quería que su ministro de Gobierno fuera
Ventura Lloveras y de Hacienda y Obras
Públicas, Cantoni.
Federico no podía ser
ministro de nadie: él apostaba al premio
mayor.
Quizo sugerir el nombre del ministro
y Jones lo rechazó.
Luego sugirió el nombre del jefe de Policía y
del presidente del Banco Provincia. En
ambos casos Jones se mantuvo firme:
-Usted puede ocupar el cargo que desee.
Pero usted, no otro nombre.
Cantoni no se lo perdonó.
M
ientras duró la oposición a Jones,
Vita, Barrera y Cantoni permane-
cieron unidos.
Barrera hasta olvidó el acto realizado antes
de las elecciones nacionales de marzo de
1.920, cuando Cantoni atacó duramente a la
Corte de Justicia y descalificó en lo personal
a Roberto y Ramón. Los acusó de quedarse
con herencias y hasta incursionó en la vida
privada de éste último.
Ahora parecía que los caminos se separaban
de nuevo. Se estaba por cortar el hilo que los
unía: la oposición hacia Jones.
Alberto
Vita
Ramón
Barrera
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