la_cena_de_los_jueves2 - page 63

63
No importa lo que diga tu hijo.
Sería bueno que el chico supiera que no lo hacemos porque ten‑
gamos almas de perdedores o porque se nos cayeron los brazos.
Las jugamos porque creemos en un país distinto.
Porque estamos convencidos que en la vida hay que apostar.
Y porque pese a todo, seguimos siendo optimistas. Irremedia‑
blemente optimistas.
Seguimos esperando el mundo prometido.
Continuamos pensando que volverá el día en el que los escala‑
fones se hagan por la ley del mérito.
Y estamos convencidos que somos muchos pero muchos más,
los que estamos en lo mismo,
aunque los otros metan tanto
ruido.
Nada te dije aquella noche, Miguel.
Pero si de algo te sirve, te cuento que miro el verano a través de
esta ventana y veo a parejitas tomadas de la mano.
Y siento que aún mi piel reacciona como la primera vez.
Veo a mis nietos y advierto que la vida sigue y que
la alegría se
reinventa cada mañana.
Me inunda el verde y las plantas me dan sus frutos maduros y
me asombra que hace sólo unos meses los árboles estaban sin
hojas.
Y ante ese milagro repetido, advierto que puedo inaugurarme,
una y mil veces.
Aunque por opción sigamos jugando cartas perdedoras, no lo
olvides, Miguel:
la vida tiene la dimensión de nuestros sue‑
ños.
La cena de los jueves
1...,53,54,55,56,57,58,59,60,61,62 64,65,66,67,68,69,70,71,72,73,...206
Powered by FlippingBook