Activo, ágil, viajero, trabajador y longevo. A sus 97
años, el pintor sanjuanino Vicente Genovese, radicado
en México desde hace más de 50 años vuelve a su San
Juan para exponer sus obras y rememorar su vida,
con sus idas, vueltas, sinsabores, alegrías y con
proyectos a futuro, demostrando que se encuentra
más vigente que nunca.
—
¿Dónde comienza su historia?
—Mi historia nació acá en San Juan y,
por lógica, me gustaba dibujar como a
todos los niños, nada más que lo mío
fue un toque más curioso. Yo no sabía
dibujar, a lo mejor suene para risa esto,
en el colegio había un chico que dibu-
jaba y todas las chicas iban a verlo en el
descanso. Entonces yo lo miraba, movía
la cabeza y no sabía dibujar, ya
tendría catorce o quince años.
—
No me diga, no le creo…
—Entonces agarro un día un papel y me
pongo a dibujar un monito, y ya me puse
a dibujar monitos a ver si salía algo de
Patoruzú. A medida que practicaba y me
salían uno o dos dibujitos ya me sen-
taba siempre en el descanso a dibujar.
Por ahí me salía alguna cosa bien y otra
no. Dibuje y después conocí a otros pin-
tores, a un caricaturista que falleció
hace tiempo, Saavedra, y después ya
estudié dibujo.
—¿Entonces su contacto con la pin-
Viernes 28 de octubre de 2016
tura empieza en edad escolar?
—Más o menos en la edad de 15 o 16
años. Después conocí a Alberto Pare-
des y también Pedro Parada, que era
chileno. Empecé a juntarme seguido a
dibujar con ellos.
—
¿En ese momento descubrió que
quería que la pintura fuera parte de
su vida definitivamente?
—Al llegar a ese extremo no, sino como
ambición. Esa alegría que me daba di-
entrevistas
bujar seguía adelante y después vinie-
ron, no digamos beneficios, sino conoci-
mientos de uno mismo.
—
¿Y tuvieron éxito esos primeros di-
bujos en su escuelita con sus compa-
ñeros?
—Sí, claro. Ya había aprendido a dibu-
jar, así que después comencé a trabajar.
—
¿Tuvo apoyo familiar para seguir
una carrera en el mundo del arte?
—Creo que en la mayoría de los casos
cuando un hijo quiere estudiar canto u
otra carrera que los padres creen que
no es beneficiosa, no lo apoyan, pero no
de mala gana, sino que el padre siem-
pre quiere el beneficio del hijo. Pero…
las vueltas de la vida van cambiando en
muchos aspectos, entonces afloran
otras cosas que no están previstas en
los seres humanos.
—
¿Usted entiende hoy lo que le qui-
sieron decir sus padres?
—Perfectamente, estoy muy de
acuerdo. Mi madre sí quería que pintara
y también estoy muy de acuerdo con mi
padre y lo felicito, tenía toda la razón del
mundo.
—
¿Fue algo dividido?
—Sí, claro.
—
¿Fue difícil para usted hacerle caso
a su madre, que quería que pintara y
no escuchar a su padre, que le reco-
mendaba otra cosa?
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“Quise traer mi obra para que
fuera patrimonio sanjuanino, pero
allí está, esperando en México”
Una entrevista de
Mariano Eiben
VICENTE GENOVESE