M
iro por esta ventana a la
vida y un San Juan ves-
tido de verde me llena
los ojos, mientras una brisa cálida
comienza a anticiparme la prima-
vera que se viene. San Juan es
hermoso en otoño pero deben
haber pocas cosas comparables
con estas pinceladas de verde
que todo lo inunda.
Son los ciclos de la vida. Que se
repiten desde antes que el hom-
bre posara su pie sobre la tierra.
Pero...
¡Fíjese qué diferencia!
Tengo sobre mi escritorio un artí-
culo escrito por un futurólogo
sobre este siglo XXI que transita-
mos. Le cuento algunas cosas
para que usted también se ima-
gine un mundo que será distinto
del que hoy vivimos.
El autor nos anuncia la masifica-
ción de inventos que ya están he-
chos, experimentados y próximos
a ser partes de nuestra vida.
¿Qué dicen?
El entretenimiento favorito
de grandes y chicos ya no
serán los videos juegos sino la
“realidad virtual”. Provistos de
un casco con visor, un traje y
guantes dotados con sensores
que lo mantienen conectado a
una computadora, todos podrán
habitar un espacio artificial con
imágenes, sonidos, olores y
sensaciones táctiles. Podremos
escalar el Everest, poner un pie
en la luna, amar a Angelina Jolie
u ocupar el lugar de Messi en la
selección argentina.
La cocina ya no será un su-
plicio. Ni siquiera existirán
las actuales novedades como el
microondas, el freezer o el lavava-
jilla. La vajilla será descartable y
las comidas llegarán a cada casa
precocinadas y envasadas. Algu-
nos dicen que todo será más
blando y fácil de digerir.
Una computadora central
coordinará la vida hoga-
reña. Ella hará de despertador
en la mañana temprano, contro-
lará el aire acondicionado cen-
tral a una temperatura estable y
encenderá o apagará las luces
de acuerdo a sensores que indi-
carán la presencia o no de per-
sonas en cada ambiente.
La gente no necesitará salir
de compras. En lugar de ir a
un negocio este vendrá a ella. En
las pantallas de las computadoras
aparecerán los artículos y bastará
apretar una tecla para comprar
una prenda, una bebida o un auto.
El diario será electrónico por
lo que el papel dejará de
tener ese uso, las bibliotecas pú-
blicas estarán al alcance de nues-
tras teclas, lo mismo que la
música o la película que desee-
mos ver. Al no existir distancias,
grandes centros se encargarán de
la distribución electrónica de los
productos.
Ya no esperaremos la hora
de nuestro programa favorito
sino que a la hora que deseemos
podremos verlo. Netflik es un anti-
cipo de la televisión dominante en
los próximos años.
El dinero en efectivo desa-
parecerá. Entraremos en la
era del dinero electrónico. Todo
lo pagaremos mediante órdenes
de débitos a nuestra cuenta.
El agua tendrá un valor supe-
rior incluso al de la electrici-
dad. Quien la derroche deberá
pagarla a precio de oro. Hasta las
duchas tendrán dispositivos para
evitar consumir agua mientras uno
se enjabona la cabeza. El agua
usada se recuperará y será tra-
tada y filtrada para después ir a
los depósitos del inodoro.
Desaparecerán muchos de
los trabajos que conocemos y
aparecerán otros que exigirán
mayor calificación.
Cada vez habrá edificios
más altos. En Japón ya se
proyectan edificios de cuatro ki-
lómetros de alto. Además, se
comenzarán a construir las pri-
meras ciudades subterráneas y
las viviendas serán más chicas.
Los coches del futuro estarán
equipados con un cerebro
electrónico capaz de controlar
todas las funciones y hasta condu-
cirlo en los viajes.
La tecnología brindará po-
sibilidades insospechadas
para el diagnóstico y trata-
miento de enfermedades. Los
médicos podrán diagnosticar a
distancia. Aparecerán fármacos
conceptualmente distintos:
aptos más que para curar, para
prevenir enfermedades y accio-
nar el sistema inmunológico de
cada individuo.
La robótica invadirá todos los
campos. Desde la seguridad
a la limpieza. Desde las tareas pe-
ligrosas, como apagar incendios, a
la mayoría de las tareas hoy ma-
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Viernes 28 de octubre de 2016
agenda
Juan Carlos Bataller
Juan Carlos Bataller @JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
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COLUMNISTAS
El futuro y la primavera
nuales en las grandes fábricas.
El traslado será mucho
más rápido. Habrá trenes
que circularán a 400 kilómetros
por hora y se deslizarán por le-
vitación magnética.
¿Quiere que sigamos? No tiene
sentido.
Lo que pretendo decirle es esto:
nuestros conocimientos de hoy r
e-
presentarán el uno por ciento de
los conocimientos del hombre
del 2030
. En los próximos 15 años
se harán cien veces más descubri-
mientos que en toda la historia de
la humanidad.
Y estamos hablando de 15 años.
Algo que quizás alcancemos a ver.
O que verán nuestros hijos.
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Dejo la nota sobre mi escritorio y
vuelvo a la ventana. La primavera,
ese fenómeno tan repetido,
me
sigue maravillando. La flor más
simple sigue siendo una flor.
Como lo siguen siendo los pája-
ros.
No han necesitado cambiar
tan rápido en nombre del pro-
greso. Y nos siguen asom-
brando. Y nos siguen
maravillando.
Las grandes preguntas no se las
formulamos a los futurólogos, a los
economistas ni a los políticos. No
las arreglamos con números, con
balances, con presupuestos.
Algunas dudas me preocupan. No
sé qué lugar tendrá en ese mundo
que se nos viene el chico que hoy
integra esa mitad de argentinos
pobres. Qué será de ese millón de
jóvenes que ni estudia ni trabaja.
No sé. De esto no habla la nota
del futurólogo. Tampoco dice si las
parejas se seguirán jurando amor
eterno cuando caen las sombras
sobre una plaza.
No sé si existirá la palabra amigo.
No sé si seremos más felices, si
habrán desaparecido las dro-
gas, el alcoholismo, los suici-
dios.
Vamos hacia un mundo que no
elegimos nosotros, que no pode-
mos modelar, sobre el que no nos
preguntan nuestra opinión.
Enciendo el televisor y un grupo
de políticos discute sobre los
temas nuestros de cada día.
Apago el televisor y vuelvo a la
ventana.
Antes que oscurezca
quiero ver un poco más los pri-
meros verdes de la primavera.
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