El Nuevo Diario - page 17

17
Viernes 28 de octubre de 2016
Alberto Cognigni
ahora, como propiamente cordobesas,
las originales respuestas
«no si vuá
sé...» (
no si voy a ser) a las preguntas
obvias, como preguntarle a un florista
«¿vende flores?»
y el «nero» (negro,
en la ciudad argentina de Córdoba es
un trato afectuoso, de confianza, colo-
quial y ha perdido toda connotación “ra-
cial”; nero puede ser cualquier persona
independientemente de su fisiotipo)
que reacciona con fastidio:
«No, si vuá
ser Miss Primavera!».
Entre las hipótesis del éxito arrollador e
inusual para una revista oriunda del In-
terior, se estima en parte, que colaboró
el vacío que dejó en el mercado por-
teño la desaparición de Tía Vicenta, y
las reiteraciones de Rico Tipo y Pato-
ruzú y por otra parte el staff de grandes
talentos que la revista cordobesa daba
a conocer.
La publicidad
con humor
U
na de las particularidades de
Hortensia fue que hasta la pu-
blicidad estaba teñida de
humor. Cognigni impuso el criterio de
tal manera que el propio staff elaboraba
y acordaba con los anunciantes las pro-
puestas.
E
l declive de Hortensia fue
inevitable fundamental-
mente por la crisis econó-
mica de fines de los setenta y
principios de los ochenta, a más
de que los militares no la veían
con buenos ojos, siempre se sin-
tieron «amenazados» por la po-
pularidad de la revista Hortensia
y eso para esas épocas era un
pecado. Por lógica que la prema-
tura muerte de Cognigni de un
ataque cardíaco el 16 de junio de
1983, un año después que su
mujer, quien había sido otra co-
lumna fundamental de la publica-
ción, fue el tiro de gracia para el
adiós de Hortensia.
Años después su hija María
Emma Cognigni llevó la revista a
las tablas con una obra teatral en
donde se destacaba Chichilo en
el teatro de Giordano de la ciu-
dad de Carlos Paz.
Crist, su compañero de ruta, lo
recordó de una manera especial:
«Alberto era así, desmesurado,
un hincha, un entusiasta, un
niño. Creía, como Salinger,
que Córdoba y París eran limí-
trofes. El Sena se fundía en la
Cañada, Nueva York era Nueva
Córdoba, Londres un lugar
cercano donde hacía revistas
de humor para ver a través de
la niebla. Buenos Aires un
lugar donde se distribuía Hor-
tensia, su sueño. Cognigni era
fellinesco, juntaba todo como
en un circo y era a la vez el pa-
yaso y el maestro de ceremo-
nias».
Los
colaboradores
T
ambién Hortensia
fue receptora de las
producciones de nu-
merosos humoristas y se
convirtió en una vidriera
para ellos. Hasta el rosarino
Roberto Fontanarrosa dio a
conocer las aventuras de
Inodoro Pereyra y Boogie,
el aceitoso a través de las
páginas de la revista.
Otros colaboradores fueron
Caloi, Bróccoli, Lolo Amen-
gual (Lorenzo Amengual),
Crist (Cristóbal Reynoso),
Ian, Roberto Fontanarrosa,
Carlos «El Negro» Ortiz
(célebre por sus viñetas),
Chamartín (historietista),
Peiró (Manuel Peirotti), Her-
menegildo Sábat, Cheché,
Bianfa, Quique Fenner
Por qué se llamó Hortensia
El nombre Hortensia de la
revista, proviene de una co-
nocida demente del barrio
cordobés Santa Ana que
vendía bulbos de hortensia
y que se levantaba la po-
llera mientras escupía pala-
brotas vergonzantes. La
famosa «papa de Horten-
sia». Se la podía ver habi-
tualmente en La Cañada en
cercanías del entonces
arrabal de la docta Cór-
doba, hoy Paseo de las
Artes. Muy mal educada la
vieja: cuando pasaban las
parejas se levantaba la po-
llera y ya que no tenía bom-
bacha decía: «¡Miren la
papa de Hortensia!» (en el
habla coloquial de la provin-
cia argentina de Córdoba
«papa» es una forma de re-
ferirse a los genitales exte-
riores femeninos).
El final
1...,6,7,8,9,10,11,12,13,14-15,16 18,19,20,21,22,23,24,25,26,27,...28
Powered by FlippingBook