Viernes 28 de octubre de 2016
entrevistas
VICENTE GENOVESE
El terremoto
y la pintura
—
¿Estaba usted en San Juan
cuando ocurrió el terremoto?
—Sí, me agarró en la calle.
—¿Qué me puede contar de ese
día fatídico?
—Ese día fatídico… muchas
veces dicen que el ser humano
tiene suerte o hay indicaciones
que uno no puede saber. Ese día
iba ir a ver a la que es hoy mi es-
posa, entonces me dice mi tío
“¿Adónde vas, Vicente?”
, le res-
pondo “
Voy a la casa de una se-
ñorita
”. Me dice mi tío
“¿Porque no
esperás para que me lleves una
carta al correo?”
. Cuando salgo de
la casa, me encuentro con un
amigo, Cacho, que me pregunta
adónde voy y me acompaña al co-
rreo. Esa demora, una cosa increí-
ble… por eso digo que uno nunca
sabe cuándo muere. Esa demora
nos llevó hasta la calle Rivadavia,
llegó el terremoto, nos pusimos en
el medio de la calle y ni una piedra
nos cayó encima.
—Realmente increíble, cómo la
vida lo lleva a uno al lugar y al
momento indicado.
— —Un
señor que estaba en una fiambre-
ría salió corriendo y otras perso-
nas también. Cuando terminó todo
el movimiento caminamos por
calle La Rioja, estaba todo lleno
de tierra y escombros. Yo llegué a
mi casa y no había pasado nada y
todo quedó de pie. Pienso cuándo
uno tiene que morir, porque si yo
hubiera ido más rápido, el terre-
moto me agarra dentro del correo,
que cayó. Mi amigo me decía lo
mismo, “
Petiso nos salvamos
”.
—¿Cree que el terremoto del ‘44
influenció de alguna forma en
los artistas de la época y a
usted a la hora de pintar? Por-
que, definitivamente, marcó un
antes y un después en la pro-
vincia.
—Posiblemente. El que tuvo
tiempo de pintar sobre el hecho,
pintó. Santiago Paredes pinto bas-
tantes cosas, yo también, pero
como trabajaba en Vialidad tuve
que cumplir con mis obligaciones
también.
—¿Evaluó irse de la provincia
ante tanta destrucción?
—No, bajo ningún punto de vista.
—¿Siempre pensó en quedarse
en San Juan?
—Sí, pero después pasaron cosas
que hicieron que me fuera.
gué allá con 50 años y fui
coordinador de dos mate-
rias, premio académico
mexicano, entre 11 partici-
pantes el único argentino
era yo y el resto mexica-
nos y me publicó un libro
la universidad.
—¿Qué sintió al vivir
ese rechazo?
—Acá no le importaba a
nadie, me sentí ignorado
en San Juan, que Dios los
perdone a todos. Me hu-
biese convenido enseñar
acá y le digo la pura ver-
dad, yo ni pensaba traba-
jar en México cuando me
fui a estudiar allá. Tam-
poco estuvo en mi mente
que me iban a dar trabajo
tan rápido, pero después
analizo mi título mexicano
y México respeta a todo
aquel que tiene su título universitario.
—¿Cree que le queda algo por hacer
o por pintar en su vida?
—Tengo cosas en mente. Cuando
vuelva a México empezaré a trabajar.
Allá me están esperando 9 telas prepa-
radas.
—¿Cómo elije lo que pinta? ¿Lo elije
usted o es algo que se le viene a la
mente?
— Por ejemplo, hago paisajes a acua-
rela y tomo algunos apuntes. Cuando
tengo apuntes sobre algo empiezo a
trabajar, o sea que no lo preparo, a
veces me surge.
—¿Hay algo de lo que se arrepienta
en su vida?
—¿De qué se puede arrepentir uno?
No me arrepiento de nada, no he
hecho daño a nadie, al contrario, tengo
todo perfectamente bien.
—¿Cuál cree que es el legado que
deja a través de la pintura, que va a
seguir, cuando nosotros no este-
mía era traer toda mi obra que tengo en
México a San Juan para sea patrimonio
sanjuanino. ¿Sabe lo que me va a cos-
tar si la traigo por mis propios medios?
Allí está todo en México. Son más de
500 obras inéditas, no están expuestas.
También entregué 200 fotos a la direc-
tora de un museo aquí y no sé qué
habrá pasado con eso.
—Además de pintar, ha escrito varios
libros.
—Sí, uno me lo publicó la Universidad.
—¿Cómo nace ese amor por la escri-
tura?
—Nació en México. Posiblemente facili-
taron ese amor el ambiente y la convi-
vencia con los alumnos, porque yo he
tenido bastantes alumnos. Daba 40
horas de clase en la universidad, ma-
ñana y tarde, y 16 horas en una secun-
daria. Escribí sobre arte y también un
libro de cuentos.
—Al día de hoy, ¿continúa pintando y
escribiendo?
—Escribiendo no, pero pintando sí.
—¿Expone esas pinturas?
—Es que en Cuernavaca, el pueblo
donde vivo, no hay donde exponer, y ex-
poner me sale en pesos mexicanos
arriba de 10.000. Aparte de eso, en la
venta de cuadros las galerías tienen un
porcentaje del 30—40%, entonces que-
damos en la misma.
—¿Cree que su vida y su carrera ha-
brían sido muy distintas si usted se
hubiera quedado en San Juan?
—Si yo me hubiera quedado en San
Juan ya estaría en el cementerio, que lo
escuchen todos los sanjuaninos.
—¿Por qué cree eso?
—Porque aquí, al no darme trabajo, mi
mente quedo casi anulada en la pintura.
Cuando hice cosas con amor a mi pro-
vincia, con el amor de venir a enseñarlo
acá y me cerraron la puerta en la cara,
¿qué hace uno? Se casaron mis hijas e
inmediatamente me fui para México. Lle-
mos?
—Posiblemente alguno de los temas
que quiera seguir alguien, como la
“transfiguración psicológica”, o quizás
alguien hace una cosa similar con estos
monstruos que tenemos dentro de la
mente que están proyectados. Se pue-
den inspirar en paisajes e interpretar a
la naturaleza en movimiento, luces,
sombras o desnudos.
—¿Le causaría alegría que alguien se
sintiera atraído e inspirado por sus
pinturas?
—Nunca pensé eso. Yo pinto y ahí
están las obras. De mi boca nunca sale
nada con exceso de orgullo. Además, a
nadie le digo que soy pintor, nadie sabe.
“
”
Si me hubiera quedado en San Juan,
ya estaría en el cementerio. Al no
darme trabajo, mi mente quedó
anulada en la pintura.
s
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