Viernes 25 de noviembre de 2016
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gua se soltó. «Me dejó entender que su
relación con su gran amigo no era ya
tan buena y que ello era debido a cier-
tos informes confidenciales, de los que
no me explicó su naturaleza, que el mi-
nistro del Interior en la época, el todo-
poderoso Driss Basri, habría
presentado al rey Hassan II. Unas
horas más tarde, su chofer nos pasó a
recoger, y me dejaron, de paso, en el
faro de Malabata. Ya no lo volví a ver».
Misterioso final
La versión oficial de los hechos dice
que Aloui murió en un accidente de trá-
fico entre las ciudades de Rabat y Keni-
tra. Sin embargo, Issou se muestra
convencido de que «Abderrahmane fue
eliminado por los servicios especiales
de Hassan II que, sintiendo su fin
cerca, y visto el riesgo que este asunto
constituiría para el trono una vez que
Mohamed VI fuera coronado, dio la
orden de hacerlo desaparecer».
No es la primera vez que un libro re-
coge los rumores sobre la orientación
sexual de Mohamed VI. En “Mohamed
VI. El príncipe que no quería ser rey”
(Editorial La Catarata, 2009), el perio-
dista español Ferrán Sales, antiguo co-
rresponsal en Rabat, también alude
brevemente a estas sospechas que
han rodeado al hijo de Hassan II. Sin
embargo, el hecho de que la informa-
ción provenga de un oficial formado en
la Real Academia Militar de Mequinez
supone un plus importante. Según el
periodista Ignacio Cembrero, Issou que
ha trabajado como espía español, tuvo
que refugiarse en Ceuta con documen-
tación falsa en 2000 y en 2010 logró
evitar que unos compatriotas le secues-
trasen en su casa de Madrid.
En Memorias de un soldado marroquí,
Issou no sólo ataca a Mohamed VI con
sus acusaciones sobre sus tendencias
sexuales. También se hace eco de un
embarazoso rumor que afecta a su
madre Latifa Hamou.
Ataque a su madre
Tal y como escribe, «un día, un joven
subteniente cuya madre trabajaba en
Palacio, y cuyo tío era un alto mando
de la Guardia Real, me hizo unas confi-
dencias sorprendentes [...]. Según este
oficial, la esposa del rey Hassan II, La-
tifa Hammou, a la que llamábamos la
madre de los príncipes, era la amante
de Hadj Mohamed Médiouri (hecho co-
nocido desde hace algunos años, pero
que, en la época, era un secreto de Pa-
lacio celosamente guardado), jefe de
las guardias del cuerpo desde hacía
muchos años».
lll
Desde la muerte de Hassan II, Lalla La-
tifa, que nunca tuvo un papel institucio-
nal y que ni siquiera mostró su rostro a
la prensa, optó por un destierro volun-
tario y desapareció de Marruecos. Ac-
tualmente, la madre del monarca se
dedica a vivir una existencia tranquila e
igualmente alejada de los medios,
como la que llevó mientras habitaba en
la corte de Hassan II. Hace ya años
que se instaló en una lujosa mansión
de mármol blanco ubicada en el exclu-
sivo Neuilly-sur-Seine, en el distrito pa-
risino de Hauts-De-Seine. Allí su hijo la
visita con frecuencia. Y allí puede
haber leído lo que el escandaloso libro
de Issou dice sobre ella y su hijo. En
Marruecos es imposible.
►
Marruecos es un país soberano
situado en el Magreb, al norte
de África, con costas en el océano
Atlántico y el mar Mediterráneo.
►
Está separado del continente
europeo por el estrecho de Gi-
braltar. Limita con Argelia al este —
la frontera se encuentra cerrada
desde 1994—, al suroeste con el
Sahara Occidental, al norte con Es-
paña, su principal socio comercial
con el que comparte tanto fronteras
marítimas como terrestres —Ceuta,
Melilla y las plazas de soberanía— y
al sur con Mauritania.
►
Ocupa parte del Sahara Occi-
dental, tras la marcha verde de
1975, la firma del no válido Acuerdo
Tripartito de Madrid, y la interrupción
del proceso de descolonización y
abandono de España del territorio.
►
Apenas catorce kilómetros de
agua separan España de Ma-
rruecos. Sus 710.850. km2 dan lugar
a una gran diversidad de paisajes y
gentes, y lo convierten en una conti-
nua sorpresa a la que es difícil acos-
tumbrarse. Cruzar Marruecos en
coche supone enfrentarse a pistas
de piedra a 2.000 metros de altitud,
a pistas de arena a nivel del mar, a
arena sin pistas en el desierto.
►
El paisaje no es lo único que
cambia a lo largo del país,
cambia el clima, cambian sus gentes
y cambia el idioma. En Marruecos
conviven el árabe formal, el dialec-
tal, el francés, y el bereber. En las
zonas turísticas es muy probable en-
tenderse en español, en portugués
en italiano o en catalán.
►
Marruecos
es un país africano
con una población muy joven,
la mayoría de sus habitantes, alre-
dedor del 70%, son menores de 30
años. Siendo en total 26 millones de
personas.
►
Tiene muchas
costumbres
tradicionales
que en otras
partes del mundo pueden resultar
muy curiosas. Por ejemplo si una tu-
rista occidental gusta de usar ropas
ligeras tendrá que hacer una excep-
ción cuando llegue a
Marruecos
y
mucho más si intenta ingresar a una
mezquita
.
►
Una de las costumbres más
arraigadas es la del
consumo
de té
. Se toma esa infusión a toda
hora y es común compartir la bebida
con invitados, huéspedes e incluso
con los visitantes de tiendas.
Es
una señal de hospitalidad
aunque,
por las altas temperaturas que hay
en algunas zonas del país, también
se hace para evitar la deshidrata-
ción.
►
En el saludo los marroquíes
son más formales en las si-
tuaciones sociales que la mayoría
de los occidentales
. En el saludo
se suele preguntar por el estado de
salud y bienestar de todos los
miembros de la familia.
►
Siempre salude con la mano
derecha, ya que la izquierda
es tradicionalmente considerada im-
pura. Besar en las mejillas se prác-
tica entre los miembros del mismo
sexo, sobre todo si son amigos,
pero no de debe realizar entre
sexos opuestos a no ser que la otra
persona sea muy conocida.
►
Asimismo, a la hora de la co-
mida un hombre que no es de
este país se sorprenderá ante la
abundancia, por lo cual
no será de
mala educación dejar la
comida
en el plato. Y cuando el vi-
sitante es invitado a una cena de
una familia marroquí
deberá la-
varse las manos
y no deberá pro-
bar bocado alguno sin antes oír la
oración que hará el dueño de la
Mohamed IV y su
esposa, Lalla
Salma, durante la
visita de los
reyes de España
a Marruecos
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Un país de
contrastes