Viernes 21 de julio de 2017
Viene de pág. anterior
no debe olvidarse que por la participa-
ción fecunda de dos sanjuaninos ilus-
tres, Fray Justo Santa María de Oro y el
doctor Francisco Narciso de Laprida, se
declaró la independencia argentina el 9
de julio de 1816, en el Congreso de Tu-
cumán”.
El arribo se produjo en últimas horas de
la tarde sin registrarse boatos especia-
les, dado el espíritu austero del gran ca-
pitán.
Además el viajero, no deseando com-
prometerse con ninguna facción política
de la época, decidió alojarse con su sé-
quito, en el convento de los dominicos
ubicado donde todavía existe, con las
modificaciones realizadas.
Entonces tenía entrada por la actual
calle Mendoza donde se advierte el
viejo algarrobo en el que los asistentes
del gobernador ataron las cabalgadu-
ras; tal vez fueron testigos, también, de
esas escenas el olivo que ahora está
fuera del recinto del convento, y la ele-
vada palmera que aún puede obser-
varse.
De inmediato pasó a ocupar la celda del
canciller de la orden amoblada con un
modestísimo catre, dos arcones y tres
sillones tapizados, donde San Martín
recibió a las autoridades y las demás vi-
sitas que concurrieron a presentarle sus
saludos.
Quizás los frailes azorados, corrieron a
tañer la vieja campana, vigía de la ciu-
dad, la cual debió vibrar con repiques
de gloria ante la llegada de tan notable
visitante.
El convento tuvo después dos campa-
nas con un vuelo de 1,60 y 1 metro res-
pectivamente; la mayor fundida por el
experto Antonio Morales en 1778, de
gran experiencia en la materia, adqui-
rida en Córdoba y Mendoza.
La menor se fundió en 1831 durante el
priorato de fray Antonio Balmaceda.
Estas campanas colgadas en la torre
del convento, resistieron varios terremo-
tos hasta que fueron sepultadas por los
escombros ocasionados por el sismo de
1944. Recuperadas se colocaron en un
caballete de madera pudiéndolas obser-
var los visitantes; a la derecha, por la
actual entrada de la calle Laprida, tam-
bién puede leerse la conocida frase de
San Martín: “Estamos en la inmortal tie-
rra de Cuyo donde todo se hace”. Un
poco más adentro están las menciona-
das campanas esperando el destino
correspondiente, convertidas en custo-
dias de la habitación que ocupara el li-
bertador de medio continente. En el
borde interior de la más grande se ha
estampado el nombre REGINA SACRI-
TISSIMI, y las iniciales
F.L.P.H. del prior conventual de la
época.
La celda data del siglo XVII conser-
vando hasta hoy cuatro puertas y la
ventana originarias que guardaron la in-
timidad del ilustre visitante; igualmente
existe la sala capitular contigua mirando
al este, donde el prócer, tal vez, recibió
las delegaciones más numerosas.
Las habitaciones del convento que se
visitan con orgullo y devoción, han sido
declaradas monumentos históricos na-
cionales por decreto 2756, el 23 de di-
ciembre de 1980.
Un curioso cartapacio para anotaciones
diarias, verdadera reliquia, conservado
hasta hoy en el archivo conventual, da
cuenta precisa de la llegada del gober-
nador intendente a la ciudad de los
Jufré.
Son interesantes las constancias rela-
cionadas con la comida que los domini-
cos sirvieron al huésped el día de su
llegada.
Fray Héctor Muñoz, prior actual, me ha
mostrado los originales, donde se
puede leer: “Se gastó en la noche un
real de arroz, un real de papas y medio
en cabezas de cebolla. Este gasto se
hace por llegar esta misma noche a
parar al convento, el señor Intendente
de la Provincia San Martín trayendo dos
compañeros, un ordenanza y tres sir-
vientes”. Se agrega que los gastos se
triplicaron por la abundante leña gas-
tada para hacer brasas, que calefaccio-
naban las habitaciones de los
visitantes.
Firma la documentación el fraile
Eduardo Castro E., procurador del con-
vento.
Objetivos
del segundo
viaje
Apoyar la gestión del doctor José Igna-
cio de la Roza cuya capacidad, adhe-
sión a la causa y hombría de bien ya
eran conocidas.
Explicar a los magnates políticos de la
época, la importancia de sus propósitos
respecto de la independencia hispano-
americana.
Intercambiar ideas con fray Justo de
Santa María de Oro, electo diputado al
congreso de Tucumán, y también con el
doctor Francisco Narciso de Laprida
cuya candidatura a diputado apoyó sin
reticencias.
Hizo saber que todos los esclavos de 16
a 30 años quedaban en libertad por el
solo hecho de incorporarse al ejército
de los Andes; esta resolución se cum-
plió no obstante las reservas de los
amos que dejaron de percibir servicios
gratuitos.
Recibió damas y caballeros de la socie-
dad sanjuanina a quienes agradeció las
donaciones efectuadas para solventar
exigencias del ejército en formación.
Confirmó con energía, las máximas con-
tribuciones impuestas a San Juan. Pidió
hombres aptos y animales útiles,
bronce, plomo, estaño y demás minera-
les para el parque de guerra del Plume-
rillo cuya dirección había encargado a
fray Luis Beltrán sanjuanino de naci-
miento, telas y cueros para confeccionar
uniformes y frazadas, alimentos de
larga duración como el charqui, oro,
plata y piedras preciosas reducibles a
dinero.
Respecto de fray Luis Beltrán, Damián
Hudson en sus “Recuerdos históricos
sobre la provincia de Cuyo” dice: “Veía-
sele allí sobre cien fraguas ardiendo, en
medio de cien yunques, que atronaban
el aire a los golpes del martillo, de las
limas y demás herramientas de la herre-
ría y carpintería, como al dios Vulcano,
agitado, inspirado, correr de un lado a
otro, dando órdenes, enseñando prácti-
camente a doscientos o trescientos tra-
bajadores. Estaban su rostro y manos
ennegrecidas del carbón, de la pólvora
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De inmediato pasó a
ocupar la celda del
canciller de la orden
amoblada con un
modestísimo catre,
dos arcones y tres
sillones tapizados,
donde San Martín
recibió a las
autoridades y las
demás visitas que
concurrieron a
presentarle sus
saludos.
historia
s
La celda histórica de San Martín
LAS VECES QUE SAN
Facsimil del oficio de San Martín, de 9
de octubre de 1816, ordenando al te-
niente gobernador de San Juan se le
envíen, por divisiones, los esclavos se-
parados para que empiecen a discipli-
narse. (Archivo Adm. e Histórico de San
Juan).