Viernes 28 de julio de 2017
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La presencia del arzobispo.
Monseñor Italo Di Stréfano accedió a la petición del gobernador
Escobar y acudió al Penal para hablar con los internos amotinados. Sus oficios destrabaron las
negociaciones para la libertad de los rehenes.
Eduardo Manrique, Diario de Cuyo. El cronista de la sección Policial fue uno de los periodistas
que también fue tomado de rehén, en medio de la gran situación de tensión que se vivía en el
Penal. Tras ser liberado dijo que: “me trataron bien… se escucharon algunos disparos… me pa-
rece que los mismos amotinados decían que habían heridos, pero yo no los he visto”. El perio-
dista fue uno de los más avezados, ya que pidió continuar de rehén mientras liberaban a los
demás “porque habían prometido eso, que nos iban a liberar a todos mientras terminaba la ne-
gociación, que fue lo que finalmente pasó”.
Este vehículo habría sido el que transportaba las
armas solicitadas por los reclusos para darse a la fuga.
Orlando Arias, fotógrafo. El fotó-
grafo de Diario de Cuyo se con-
funde en un emotivo abrazo con
sus familiares, al reencontrarse
después de más de cuatro horas
de estar “retenidos” como rehenes
por los 13 delincuentes del Penal
de Chimbas. Dijo que “en el lugar
donde yo estuve no pude ver nin-
gún herido… no sentí temor, ya
que los internos me transmitieron
tranquilidad”. Agregó que “en
estos momentos están subiendo a
la Trafic… les quiero decir que
todos están bien…”.
El titular de la Policía local des-
tacó la acción de los policías co-
legas del Nuevo Cuyo. Mendoza
movilizó más de un centenar de efecti-
vos en las tres entradas de la provin-
cia: Jocolí, El Puerto y la ruta
Calingasta-Uspallata, desde San
Juan. En San Luis se dispuso reforzar
con casi cien efectivos el puesto fron-
terizo de Las Trancas. Se trataba de
Lucio Brizuela, Jorge Ibáñez, Alberto
Sánchez, Matías Bigorano, Oscar Na-
veda y Juan Manuel Ortiz, que fueron
trasladados en una Trafic con cinco
custodias en su interior.
El jefe de Policía, comisario
Dante Marinero, exhibió a los pe-
riodistas los elementos secuestrados
a los delincuentes por la Policía de
Mendoza. Se observó una ametralla-
dora, tres fusiles FAL, un revólver pe-
queño, dos cargadores, “puntas”
fabricadas en el penal y chalecos anti-
balas. Marinero dijo que no les encon-
traron drogas ni psicotrópicos.
En el Servicio Penitenciario Pro-
vincial se vivieron momentos de
confusión a la hora de las visitas,
pues un grupo de casi treinta mujeres
exigía ingresar a ver a sus maridos o
novios, mientras unos cuarenta guar-
diacárceles efectuaban una minuciosa
requisa entre los internos.
Encontraron 25 “puntas” de dis-
tinto tamaño, que llegaban hasta
los cuarenta centímetros de largo. En
un verdadero trabajo artesanal, los
presos se las arreglaron para darles
filo y hasta hacer ranuras en las hojas,
para provocar heridas cortantes en
caso de algún enfrentamiento.
Se secuestraron cables, cordo-
nes de calzados y tiras para suje-
tarlas. Un par de “puntas” tenían como
mango encendedores de plástico.
El director del instituto, Eleodoro
Cortés, suspendió algunos bene-
ficios, como los televisores y los radio-
grabadores que solían tener los
internos.
Pero todavía quedaban otros de-
lincuentes en fuga. Entre los
nueve fugados que aún estaban en li-
bertad, había varios considerados de
extrema peligrosidad, como Miguel
Angel “El Taza” Albornoz, Alberto Pei-
retti, Fabricio Salinas y Rodolfo To-
ledo.
Se sabía que los fugados esta-
ban armados con escopetas y
ametralladoras y la Policía presumía
que se escondieron en algún “aguan-
tadero” del Gran San Juan. También
seguían en libertad Pablo Ferrer Kuic,
Carlos Bruzzotti, Gustavo Herrera,
José Luis Pastén y Víctor Riveros.
E
l Penal de Chimbas fue ámbito de fugas memorables. En los 25 años pre-
vios al fin del milenio se registraron 95 fugas. Algunas fueron espectacula-
res, otras, masivas o solitarias. El récord de evasiones lo ostentan Carlos “El
Incendiario” Guevara, que cayó muerto en un tiroteo, y Miguel Angel “El Taza”
Albornoz, con cuatro fugas.
En 1997, se escaparon 21 reos. En 1998 hubo cuatro fugas y en 1999 se llegó
al escalofriante número de 59. Casi fue más fácil salir que ingresar.
Pero no hablemos del pasado. Cada tanto hay motines, huelgas de hambre o
episodios de violencia en el que los presos exigen por los mismos motivos que
en el 99. Mora judicial, menor requisas a los visitantes, hacinamiento o malas
condiciones higiénicas del lugar, el trato de guardiacárceles. Además, siguen ar-
mados, con celulares y drogas. Cada tanto una requisa interna da cuenta de
ello. Siguen protestando cerca de fin de año, buscando la mediatización de los
casos.
CON REHENES...
la toma
Un colador
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