Viernes 28 de julio de 2017
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El retorno de un clásico
E
n el pueblo dónde transcu-
rrió mi infancia, a los niños
nos cortaba el pelo Don Ca-
valli, allí íbamos acompañados por
nuestras hermanas (que decidían
el estilo y tipo de corte). Sin em-
bargo, nuestra aspiración era lle-
gar a la barbería de los Simón –
donde se cortaban nuestros abue-
los, padres y tíos -.
Los Simón eran barberos. Algunos
memoriosos recordarán las instala-
ciones de las barberías, eran
como un quirófano, sillas móviles,
aparatos para desinfectar los ins-
trumentos, brochas espumosas,
navajas y también los rituales –
como la cara cubierta por una toa-
lla y la rociada del pelo que siem-
pre daba frío -. Nadie pedía turno,
se esperaba, fueron inolvidables
las charlas sobre fútbol, mujeres,
cacerías y amores – picantes, pero
llenas de eufemismos -, reírse de
los chistes (que a veces no enten-
díamos), los ejemplares de “Rico
Tipo” entremezcladas con “El grá-
fico”. Pero el valor de todo ello se
incrementaba porque allí íbamos
solos.
Cuando me radiqué en San Juan,
los sábados a la tarde iba con mi
suegro Carlos Colombi a la mítica
Peluquería Mayo – casi una réplica
en grande de la barbería que “De
chiquilín la miraba de afuera…” -.
Ceremoniosos Rivero y Olivares
atendían con respeto en un clima
de severa profesionalidad, que in-
cluía la afeitada y el arreglo del bi-
gote. Pero eran los setenta y se
había instalado la lucha entre la ti-
jera y a la navaja. Di Lorenzo con
la célebre Evi en la calle General
Paz, encabezaba las huestes de la
navaja que fue el comienzo del fin
de las barberías, cambió el mobi-
liario y las instalaciones, se convir-
tieron en espacios unisex que
o cama solar. Esta práctica no es
nueva, puesto que los productos de
la cosmética masculina se realiza-
ban artesanalmente en las barbe-
rías del siglo XIX.
En San Juan se ha instalado una
barbería que remoza los viejos
tiempos porque reúne lo clásico
con lo actual. La clave para ello es
la estética del lugar. Gran parte del
secreto de la evocación que el
lugar provoca la produce la cons-
trucción vintage de la casa en la
que se han instalado. Se trata de
una expresión muy genuina de la
arquitectura privada post- terre-
moto, en la que se ha respetado,
por ejemplo, la iluminación indi-
recta producida por las molduras,
un elemento característico de la
época. Los colores elegidos po-
seen la sobriedad de los Gentle-
men’s club (tal como se ven en las
películas y fotos, porque nunca es-
tuve en uno)..
En el ingreso, una gigantografía en
blanco y negro que incluye innume-
rables símbolos de género indica
que se acabó la decoración pop -
colorida y con modelos tipo Kent -.
Se corresponde más con el espíritu
“bears” e ”hipster”, que se articula
con una reliquia del mundo barbe-
ril: un viejo sillón de peluquería de
varones. La historia de esos sillo-
nes está indisolublemente unida al
devenir de la barba. Se trata de un
artefacto que permitía hacer la
afeitada perfecta o modelar una
barba elegante. Por los cincuenta
sólo usaban barba los hombres
muy viejos o los mendigos, en los
sesenta se popularizó pero por-
tada de manera desprolija y liberta-
ria, por los setenta y ochenta casi
no quedaba nadie que modelara la
barba, sólo se usaba la máquina
para darle diversos largos – que
terminaron por convertirse en sím-
bolos de yuppie o marginal -.
El corte de pelo, la afeitada y todos
los demás actos se convierten en
un momento placentero, ir con
amigos a tomar algo, compartir un
rato con los hijos – sin hacer nada
más que esperar - llevar los nietos
como un signo de continuidad ge-
neracional, Atendida por persona
muy jóvenes, con excelente dispo-
sición y grado de profesionalidad,
se destaca por algo que había casi
desaparecido, la apacible charla
con el barbero – claro que aquí se
ubica lo que creo que se debe
reestudiar, el volumen de la música
es más adecuado para los cortes
escalonados que paro los que pa-
samos los sesenta .
s
10
COLUMNISTAS
Escribe
Eduardo Peñafort*
*Filósofo. Crítico de arte
ofrecían experimentar otro tipo de
atenciones – como el lavado del
cabello antes del corte -.
No todo es glamour en esta histo-
ria, en las crisis de los 80 y 90, iba
con mis hijos varones a la sede de
UOCRA en calle Alem para que
nos cortaran el pelo – debajo de un
árbol y en una silla común – por-
que era hasta dónde daba el pre-
supuesto.
Es tendencia mundial el revival de
las barberías entendidas como “pe-
luquerías a la antigua”. Todavía no
se ha generalizado el retorno de “la
antigua afeitada señorial”, pero se
observa el resurgimiento de la at-
mósfera, junto con la inclusión de
modas nuevas: depilación definitiva
Retrato de una barbería clásica tomada por el fotógrafo
sanjuanino Oscar Pintor.