El Nuevo Diario - page 28

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democracia
Añosde
Siempre
jugó al poder
D
on Leopoldo siempre rechazó las discusiones
sobre temas ideológicos.
Detestaba la improvisación tanto como el tra-
bajo sin objetivos muy definidos.
No daba puntada sin hilo.
Para él la política era acción, negociación, acuerdo.
En síntesis, para Bravo la política no era un fin.
El ju-
gaba al poder
. Y en ese sentido era lo suficiente-
mente pragmático para adaptarse a la voluble vida
política vernácula donde desde una pequeña provin-
cia tenía que lidiar con gobiernos radicales, peronis-
tas o militares.
—Con la Nación todo es posible menos some-
terse o llegar a la ruptura. A San Juan siempre le
fue mal cuando enfrentó a la Nación—,
solía decir.
Ese mismo pragmatismo es el que aplicó Bravo en su
relación con la Iglesia Católica.
Por un lado, al igual que sus hermanos, había sido
educado por doña Enoe en la doctrina católica.
Por el otro, eran famosos los desplantes de Federico
y Aldo Cantoni contra la Iglesia.
Bravo, durante sus gobiernos, apoyó económica-
mente a la Iglesia para la construcción de tem-
plos. Pero al mismo tiempo tuvo encontronazos
con el obispo Italo Di Stéfano y hasta llegó a de-
safiar al Papa cuando el conflicto bélico por las
Malvinas. Tampoco le importó vivir en pareja con
una divorciada ni reconocer a sus hijos sin haber
pasado por el Registro Civil.
En sus últimas gobernaciones, Bravo vivió en la Casa
de Gobierno. La familia ocupaba dos casas. En una
vivía don Leopoldo con su esposa, la doctora Ivelise
Falcioni, y en la otra los hijos del matrimonio. Doña
Ivelise, a diferencia con las esposas de otros gober-
nadores, tuvo mucha actuación pública. Los viejos
empleados de la Gobernación recuerdan que para
Navidad la familia Bravo ofrecía un agasajo a todo el
personal en los jardines de la residencia y para
Reyes se invitaba a todos los hijos de funcionarios y
empleados y se festejaba con una torta.
Bravo era, durante sus gobiernos, muy ordenado con
sus tiempos. Su jornada comenzaba exactamente a
las 8,30 y se prolongaba hasta las 13 cuando alguno
de sus hijos (generalmente Leopoldo Alfredo –Po-
lito— o Juan Domingo) lo buscaban para el almuerzo.
Regresaba a sus tareas a las 17 y continuaba en su
despacho hasta las 21,30, hora en que se retiraba
para cumplir con algún compromiso protocolar o polí-
tico. En las horas que estaba en su oficina, la activi-
dad de Bravo era muy intensa, con reuniones
programadas y cumplidas estrictamente en el horario.
Además, el sábado era para Bravo un día laborable
en el que también atendía gente.
Quizás como un resabio de sus tiempos en la vida di-
plomática, don Leopoldo era muy ordenado con los
expedientes. Personalmente, los ordenaba sobre una
pequeña mesita y prohibía a sus colaboradores que
los movieran. “Quiero encontrar las cosas cuando las
busco”, decía. En general tuteaba a todos sus cola-
boradores, mientras éstos le daban un trato muy res-
petuoso. Su hombre de mayor confianza en los
últimos gobiernos fue “Lucho” Uliarte, su secretario
General de la Gobernación.
Habas con huevos
fritos y jamón
A
Bravo siempre se lo admiró por su buen
comer. “Nada le hacía mal y cuando salía en
campaña podía comer en una mesa con
mantel, compartir el vino en un jarro de lata o
probar diez comidas diferentes que le ofrecían”,
recuerdan. Sin embargo, tenía una debilidad: las
habas con huevos fritos y jamón casero, una tí-
pica comida de las antiguas fincas sanjuaninas,
que constituían una tentación que le hacía acep-
tar las frecuentes invitaciones de los viñateros
amigos. Su bebida preferida era el vino, aunque
no rechazaba el pisco y el champagne. En cam-
bio no era afecto a las bebidas blancas.
Como buen caudillo siempre estaba rodeado de
gente que quería hablar con él. Aunque fuera por
un día a Buenos Aires, la mayor parte de sus co-
laboradores iba a despedirlo al aeropuerto y lo
iba a recibir. Lo mismo ocurría en los actos públi-
cos, a los que asistía acompañado por todo el
gabinete. “Era una persona que, igual que podía
ser muy drástico ante una falta de respeto o de
lealtad, te hacía siempre sentir bien. Escuchaba
a sus colaboradores, se preocupaba por sus pro-
blemas y cuando íbamos a algún acto o gira no
comenzaba a comer hasta estar seguro que se
había servido al personal que lo acompañaba,
choferes, custodia, personal de prensa o cere-
monial”, recuerda Oscar Gutiérrez, quien fue —al
igual que en gobiernos posteriores— director de
Ceremonial.
LEOPOLDO
BRAVO
>>
Leopoldo Bravo e Ivelise Falcioni aparecen en esta
foto, tomada durante el primer gobierno de Bravo,
acompañados por sus seis hijos: Leopoldo Alfredo,
Juan Domingo, Federico, Fernando, María del Valle y
Alejandro Quinto
Esta foto fue tomada en noviembre de 1985. El domingo 3 el electorado sanjuanino había dado un
amplio triunfo a la Unión Cívica Radical en los comicios para diputados nacionales y convencionales
constituyentes. El tercer puesto en el que quedó el Bloquismo, en ese momento en el gobierno, fue
entendido como un desastre electoral y motivó la renuncia del gobernador Leopoldo Bravo. Enojado,
desde la Casa de Gobierno, caminó hasta la avenida Libertador San Martín y tomó un colectivo de la
línea 6. Esta imagen lo muestra subiendo al coche. Se bajó sobre calle Mitre, cerca de su casa.
Viernes 3 de enero de 2014
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