El Nuevo Diario - page 40

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democracia
Añosde
traje que le cabe por ser el único representante en la
Cámara alta del partido Cruzada Renovadora de San
Juan. Alterna el saco y la corbata con un guardapolvo
blanco que utiliza cada vez que pisa San Juan y
atiende un promedio de 160 pacientes por día, sin
cobrarles un centavo.
Desde su papel de sanitarista, también en Buenos
Aires, cada tanto pone en una situación incómoda a
Carlos Ruckauf con pedidos de muletas y camas or-
topédicas que el vicepresidente no le niega. Cuentan
que en una de las últimas reuniones de labor parla-
mentaria, Avelín propuso veladamente que los legis-
ladores solventaran con parte de sus dietas la
compra de una silla de ruedas motorizada para un
empleado del Senado.
“Arreglá para que este gasto lo pague el Senado”,
le encomendó, expeditivo, uno de los senadores justi-
cialistas.
EL consultorio en el bloque
Sigue el relato de la periodista:
Sobre el escritorio del despacho de Avelín, en el
cuarto piso del Senado, hay rastros de su profesión:
un tensiómetro y un estetoscopio conviven entre pro-
yectos de ley.
Es común verlo con el instrumento destinado a escu-
char latidos ajenos colgado de su cuello o recomen-
dando a alguno de sus asesores que afloje con el
stress.
En una escena similar, Avelín recibió a esta cronista.
“Pase m´hija, adelante”, invitó mientras terminaba de
revisar a su paciente en el improvisado consultorio.
La charla con el senador, de una hora y media, se in-
terrumpió dos veces. La primera vez, para que Avelín
recetara por teléfono el tratamiento adecuado para
un oído que supuraba. Y la segunda, para que el
mozo que traía el café conociera el estado de salud
de un ascensorista del Senado que había sufrido una
descompensación por quedar atrapado en el eleva-
dor.
“Logré que pusieran un teléfono en el ascensor
-
explicó Avelín-.
El hombre tiene que poder avisar
si pasa algo”.
Muchos de sus compañeros de la Cámara alta toman
en broma lo que dice en el recinto. Se caracteriza por
hacer reclamos de asistencia sanitaria cuando nadie
los espera.
El año último, en pleno escándalo del caso Yabrán, el
jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, acudió al Senado
para uno de sus habituales informes un día después
de que recibiera en la Casa Rosada al empresario.
La oposición tenía preparada artillería pesada para
acusar al funcionario por los vínculos del poder con
el negocio telepostal. Al promediar el debate, en
medio de un clima caliente, Avelín planteó un tema
que en él ya es un clásico:
la necesidad de que el
Gobierno donara un tomógrafo para un hospital
provincial de San Juan.
Como Rodríguez se fue sin responder, el legislador le
gritó antes de que abandonara su silla:
“¡Usted es el
primer corrupto!”.
Hoy todavía sigue reclamando el aparato.
“Cuando hablo de las parturientas que se mueren y
de los desdentados, hay muchos senadores que se
ríen porque creen que hago planteos electorales -ad-
mite-. Pero a mí no me importa, porque son medio-
cres. Hace muchos años que atiendo pacientes y si
mañana tengo que dejar la banca porque no puedo
cumplir, me voy sin ningún problema”. .
Las ideas
que defendió
S
i uno charla con sanjuaninos que vivieron la
época de Avelín gobernador, un gran porcen-
taje de ellos les dirá:
-Don Alfredo no estaba preparado para ser gober-
nador. No contaba con un equipo propio de fun-
cionarios ni conocía de los complejos
mecanismos de una administración moderna.
Pero esa misma gente defenderá la honestidad de
Avelín, sus convicciones y su papel como legislador
nacional.
Alfredo Avelín fue uno de los primeros políticos ar-
gentinos en interesarse por la situación del agua en
las últimas dos décadas. Mientras ejercía la actividad
en su banca como senador nacional desde mil nove-
cientos noventa y uno, apoyado por su hija, Nancy
Avelín desde la Cámara de Diputados de la Nación,
defendió los Hielos Continentales de la Patagonia.
Fue también un gran defensor del patrimonio nacio-
nal y de los recursos naturales, y se opusó a las pri-
vatizaciones de YPF (petróleo), ferrocarriles, correo
argentino, Banco Hipotecario y del sistema jubilatorio
con la creación de las AFJP.
Sus luchas y sus afrentas públicas le fueron tejiendo
una imagen de caudillo. Sin pelos en la lengua. Una
reunión de antología fue la que protagonizó con el
ministro Cavallo.
Contaba Polito Bravo que la provincia estaba incen-
diándose por los atrasos salariales a los empleados
públicos. Necesitaban urgentemente la ayuda nacio-
nal.Pero primaron las diferencias ideológicas.
Delante de todos y por diferencias abismales de en-
tender la política económica argentina, Avelín se
despachó con dureza ante el menemista devenido en
“salvador” aliancista: “Usted es un caradura. Es un
cachafaz. Es el jefe de la mafia. Usted es el culpable
de todas las desgracias económicas del país y ahora
viene a ser redentor”
Hasta el último de sus días Avelín fue muy duro con
quienes lo destituyeron:
-Como arruiné el negocio de estos piratas degradan-
tes de las instituciones y de la provincia, entonces
me inventaron el juicio político, porque el juicio polí-
tico fue un invento de estos tramposos y fulleros de
la política que indudablemente no perdonan que
haya hombres decentes, correctos, honestos, con
honor argentino. Y como ellos creían que había re-
nunciado… yo no renuncié, les rompí en la cara la
resolución de la Cámara y se los tiré prácticamente
en las narices. Me fui como entré, con la frente alta,
con el respeto de todo San Juan y, por supuesto, la
historia juzgará el día de mañana a estos traficantes
de la política, verdaderos traidores de la causa nacio-
nal.
De vuelta en el llano, don Alfredo volvió a sus libros
–escribió varios- a sus poemas, a atender gratuita-
mente a la gente, a concurrir todos los días a su ofi-
cina en el local de la Cruzada Renovadora, aunque
sabía que muchos días estaría sólo.
El veintiséis de enero de dos mil doce, minutos antes
de las once de la mañana murió Alfredo Avelín. Tenía
84 años. Aseguran que su patrimonio incluía sólo su
vivienda, un auto Peugeot modelo noventa y ocho, y
una jubilación como médico.
ALFREDO
AVELIN
>>
Después que le
comunicaran que
fue destituido,
Afredo Avelín dejó
su oficina en Casa
de Gobierno lle-
vando su maletín
de médico.
Viernes 3 de enero de 2014
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