El Nuevo Diario - page 14

E
n la antigüedad, tanto en Grecia
como en Roma, el destierro era
considerado una pena aún mayor
que una condena a muerte.
Hace 25 años, una universidad en la que
el rector era Tulio Del Bono, desterró a los
ingenieros José Matar, Carlos Rudolph y
Julio Millán.
Millán aguantó poco. Una leucemia su-
mada a destratos inconcebibles, como re-
alizarle allanamientos en su casa para
corroborar si estaba enfermo o hacerlo es-
perar horas en el rectorado esperando ser
atendido, apuró la muerte del ingeniero
que había sido el primer rector normaliza-
dor de la universidad.
Los otros dos siguieron peleando por rei-
vindicar sus nombres. Lo lograron en la
justicia –que tras 20 años de proceso el
juez terminó pidiendo disculpas en la sen-
tencia- pero no lograron que la universidad
reconociera el error.
Este último sábado murió José Matar.
Según cuenta su esposa, se fue en paz.
Seguramente también se fue con el dolor
de no haber logrado el reconocimiento de
sus pares por el error que se cometió hace
un cuarto de siglo.
En San Juan, hablar de minería era hablar
de dos jóvenes que venían haciendo ron-
cha.
Discípulos de Ruiz Bates, el má-
ximo referente de la carrera de
ingeniería de Minas, ya como estudian-
tes comenzaron a destacarse.
Uno, Carlos Rudolph, quien había na-
cido en la Capital Federal aunque era
un alemán de cuerpo entero: Metódico,
detallista, gran estudioso y trabajador.
El otro, José Matar, nació en Valpara-
íso, Chile, y era quien proponía las
ideas revolucionarias, quien soñaba
con 20 años de anticipación y quien
embarcaba a Rudolph en proyectos
que parecían utópicos pero que el
tiempo demostraba que eran posibles.
Fueron los primeros becados por el CONI-
CET. Viajaron a especializarse en el MIT,
el Instituto Tecnológico de Massachusett,
que junto con Harvard eran los mayores
íconos universitarios de los Estados uni-
dos y modelo de lo que debe ser la inte-
gración entre el Estado, la universidad y la
industria. Imbuidos de ese espíritu volvie-
ron para radicarse en San Juan a pesar
de tener ofrecimientos para quedarse.
Entre otros cargos, Rudolph fue decano
de la Facultad de Ingeniería y Matar, se-
cretario de Minería de la provincia y direc-
tor nacional de YCF. Ambos fueron
fundadores y directores del Instituto de In-
vestigaciones Mineras de la Facultad de
Ingeniería y para firmar convenios de in-
vestigación tecnológica y de formación de
recursos humanos, crearon la Asociación
Cooperadora del Instituto de Investigacio-
nes Mineras (ACIIM) y luego la empresa
IDEMSA, con participación mayoritaria de
la Cooperadora y en un 10% del Estado
nunciado, las siguientes administraciones
siguieron apelando con recursos de casa-
ción ante la Cámara Federal de Apelacio-
nes y de Inconstitucionalidad ante la
Suprema Corte de Justicia. Al ser recha-
zados los recursos, la absolución quedó
en firme 20 años después que comenzó
esa sentencia de destierro.
Y fue un destierro, porque en el medio les
hicieron 17 sumarios administrativos en
tres meses, les impidieron el acceso a ofi-
cinas y laboratorios, no les entregaron la
correspondencia nacional e internacional
que les llegaba, comunicaron a todos los
centros relacionados con la minería sobre
el juicio que llevaban adelante, los ningu-
nearon de todas las formas posibles.
A Millán, los tiempos de la justicia le impi-
dieron ver la absolución antes de morirse.
Ellos creían que con el fallo judicial se ter-
minaba la historia y a esos ingenieros, que
estaban cercanos a cumplir los ochenta,
se les iluminaban los ojos cuando habla-
ban de la elaboración de oro amonedable,
de la obtención de cobre directamente utili-
zable por la industria, del marco institucio-
nal para incentivar el cambio de
provincial.
Como la universidad no podía ser contra-
tada directamente, ACIIM e IDEMSA sub-
contrataban al Instituto para realizar
trabajos de investigación.
Ochenta profesionales de la minería llega-
ron a actuar en este ámbito.
Lograron lo que parecía imposible.
La universidad se daba la mano con la
producción y surgía una industria de cono-
cimientos con mercado internacional.
Se realizaban estudios de talcos, grafitos,
diatomitas, calizas y dolomitas para la pro-
vincia; de fluoritas, baritina y manganeso
para la Nación; de manganeso y oro para
YMAD; de hierro para Altos Hornos Zapla;
de cobre y oro para La Alumbrera, de ura-
nio para Energía Atómica, de levaduras
para el INV, de sorgo para el INTA, de
cobre y molibdeno para Pachón.
San Juan y sus prestigiosos técnicos esta-
ban presentes en Farallón Negro, en Bajo
La Alumbrera, en Energía Atómica, en
YCF, y en cuanto emprendimiento de en-
vergadura hubiera.
Tanto prestigio creó grandes recelos. Pa-
recía que, para algunos, era intolerable
que desde San Juan pudieran trabajar
mano a mano con los más avanzados ins-
titutos del mundo. Y esos recelos fueron
creciendo.
La
Universidad Nacional de San Juan
,
a través del entonces rector Tulio Del
Bono, denunció por peculado, enriqueci-
miento ilícito y administración fraudulenta
a los profesionales.
Y fueron muy activos con la denuncia. Se
encargaron en desacreditar por todo el
mundo a esos ingenieros sanjuaninos con
la peor ofensa que podían infringirles: los
acusaron de ladrones.
La justicia colaboró para que fuese un cal-
vario lo pasado por Matar y Rudolph. Si
bien la universidad no pudo probar lo de-
Viernes 8 de abril de 2016
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FALLECIÓ JOSÉ MATAR SIN LOGRAR LAS DISCULPAS DE LA UNSJ
Este sábado falleció José
Matar, uno de los tres
ingenieros que fueron
denunciados por la
universidad hace 25 años.
Tras dos décadas, la justicia
les pidió disculpas. La
universidad nunca lo hizo.
Ganó
la mediocridad
productores de materia primas a materiales
elaborados, de los cinco años que hacen
falta para formar una nueva camada de
grandes ingenieros…
Rudolph y Matar creían que con la senten-
cia de la justicia terminaba ese destierro al
que fueron sometidos y querían entregarles
sus últimos años a dejar una impronta aún
mayor.
No, estaban equivocados. Muy equivoca-
dos.
Pidieron que les devuelvan sus pertenen-
cias y fueron citados para la justicia al edifi-
cio de Ingeniería. Más allá que el decano no
los recibió, les devolvieron unas pocas
cajas. Faltaba la mayoría de los trabajos co-
menzados hace más de 20 años, algunos
de los que todavía tienen gran vigencia.
Le pidieron al Consejo Superior de la Uni-
versidad que enmendara el error de haber-
los catalogado como ladrones ante sus
pares, tanto en la provincia como en todo
el mundo. Tampoco lo consiguieron. Y en
la justicia sigue adelante una demanda mi-
llonaria que algún día podrá compensar los
desatinos.
No sólo a Rudolph y a Matar les sacaron
años claves en sus vidas. Tenían la edad
justa –un poco más de 55 años- para pro-
ducir sus mejores trabajos. San Juan se
perdió el inmenso aporte que podrían
haber hecho en momentos en que la mine-
ría por fin despegó. Tenían un futuro bri-
llante y se los cortaron.
Mientras tanto, algunos siguieron ocu-
pando los más altos cargos. En estos 25
años, Tulio Del Bono siguió como rector,
fue ministro de Gobierno, diputado provin-
cial, secretario de Ciencia y Técnica de la
Nación, de la provincia de Córdoba y de
San Juan.
Esta semana falleció Matar.
Y a Rudolph le quedan pocas ganas de
luchar a pesar de su tozudez alemana.
Los ingenieros José Matar y Carlos Rudolph en sus años de lucha para que la UNSJ les pidiera disculpas y
les devolviera sus investigaciones.
Julio Millán, el primero que falleció.
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