Viernes 1 de septiembre de 2017
ROBERTO MORGATI BUSCA A SU FAMILIA BIOLÓGICA EN SAN JUAN
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R
oberto Morgati llegó hasta la Fun-
dación Bataller buscando sus orí-
genes al enterarse de los
trabajos que la institución realiza sobre el
terremoto de 1944. Es que el padre de
Roberto, a quien apodaban el “Sanjua-
nino”, descubrió a los 14 años que había
sido adoptado y aunque conocían su his-
toria, nadie quiso hablarle de su familia
biológica. El hombre, que según la partida
que tiene en su poder nació el 14 de di-
ciembre de 1941, sólo recuerda vagas
imágenes de su pasado.
Empleado y escritor, Roberto vive en Bue-
nos Aires y con medio siglo de vida, deci-
dió buscar su identidad tras conocer que
su padre era adoptado. Los únicos datos
que su padre conserva de su verdadera
identidad es “la imagen de una mujer
mayor que lo tenía en brazos, palmeras,
gente corriendo y humo”.
—¿Qué te llevó a iniciar la búsqueda?
—Es una materia pendiente que fui de-
jando para más adelante, pero creo que
llegó ese momento. Quiero saber quién
soy, estoy buscando la mayor cantidad de
datos en base a lo poco que me viejo
me contó. Mi padre descubrió que fue
adoptado a los 14 años por un papel
que guardaba mi abuelo, que era fotó-
grafo. Sin embargo tiene recuerdos e
imágenes y una foto de cuando tenía
unos dos años, que son las que em-
pecé mi búsqueda.
—¿Qué recordaba?
—Mi viejo me dijo que recuerda verse
en brazos de una mujer, había palme-
ras, gente corriendo y humo. Luego se
ve en un conventillo en Belgrano, con
esta mujer que era muy cálida, de ojos
claros, a la que llamaba “la abuela Fal-
cón”. A Buenos Aires, recuerda que lle-
garon en tren. En ese mismo
conventillo había un hombre de apellido
Nazar, que lo pone en contacto con otra
persona de apellido Morgati. Se
acuerda del barco que lo trasladó hasta
Gualeguaychú.
—¿En ese papel no figuraba el nom-
bre de un organismo u otro dato?
—No, no tengo claro. Quién lo adoptó
no le dio mayor información. Es más, al
los asentaban como hijos propios. Pero
si a mi padre todos le decían el “San-
juanino”, es que conocían su historia
pero nadie le decía nada más.
—¿Cuántos años tiene tu padre?
—En el papel figura como que nació el
14 diciembre de 1941, pero no debe
ser real. Papá tiene según esto, 76
años. Él siempre tuvo interés en saber
quién era, de conocer sus raíces, pero
sólo tiene estos pocos recuerdos.
—¿Vino alguna vez a la provincia?
—Cuando éramos chicos, estuvi-
mos, fuimos a la plaza, vio las
palmeras y algunas zonas y
sintió que era de acá. Justo
hubo un sismo y decidió que
nos íbamos porque tenía miedo
de que nos pasara algo.
— ¿No recuerda si tenía herma-
nos o en qué departamento vi-
vían?
—Hablamos mil veces pero no tene-
mos más datos que “la abuela Fal-
cón”. Según mi padre, mi hermana
mayor se parece mucho a ella, tiene
los ojos claros y pelo ondulado. Noso-
tros somos 8 hermanos, cuatro de ojos
claros y el resto de ojos marrones.
Sobre las palmeras, me contacté con
un escritor Molina, escribió un libro
sobre los huérfanos. Me dijo que en el
terremoto del 44, la gente se refugió en
la plaza, quizás por eso recuerde humo
y palmeras.
“Quiero saber
quién soy”
Roberto llegó
a San Juan bus-
cando a su fami-
lia biológica. Su
papá (abajo)
fue adoptado y
le decían “El
Sanjuanino”