la_cena_de_los_jueves2 - page 96

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Lo primero que aprendí es a no atosigarlos con comentarios ne‑
gativos sobre nuestra situación económica. Ellos están de vaca‑
ciones. No vienen a hacer comparaciones sino a descubrir la
Argentina, tal como es:
con sus contradicciones, sus diferen‑
cias sociales, sus riquezas y sus miserias expuestas.
Lo segundo: no gaste tiempo ni dinero tratando de llevarlos a
los mejores lugares porque, insisto, comparativamente perde‑
mos y poco ofrecen de novedoso. Llévelos a lo que es distinto,
lo que no encontrarán en otro lugar y por ello los asombrará.
No se olvide: el turista es un coleccionista de recuerdos.
En nuestra ciudad hay sitios tradicionales para mostrar. Pero no
se empeñe en mostrar lo que no tiene “vida”. No comente la
obra sino lo que contiene.
Visitar una bodega no los asombrará pero sí aprender como se
estaciona el champaña en la inmensa cava del túnel de Zonda.
No existe algo así en otro lugar.
No deje de mostrarles el autódromo...
pero siempre y cuando
haya una carrera.
Si tiene esa suerte, llévelos la noche antes, há‑
gales un asado en los cerros, encienda una fogata y comparta el
mate, las historias, una guitarra si la hubiera. Y espere que ama‑
nezca para verles la cara cuando el día ilumine la quebrada.
Lo mismo ocurre con el estadio cubierto. Llévelos a ver un par‑
tido de hockey, con toda la pasión que despierta en San Juan ese
deporte casi desconocido en el mundo.
El Auditorio es un edificio más, que seguramente no alcanza los
niveles de la Opera de Milán, el Colón de Buenos Aires o la sala
de la Filarmónica de Berlín. No se llene la boca pues hablando
de la obra. Pero si tiene suerte que una noche haya función del
Mozarteum o actúen la orquesta y los coros, no dude en reser‑
var una butaca.
El día más inolvidable que pasaron unos amigos italianos en la
Juan Carlos Bataller
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