TAPA ATLAS LINGUISTICO TOMO 1 - page 38

Atlas Lingüistico y Etnográfico del Nuevo Cuyo
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inmigrantes que habían tenido relación con esos cultivos en
Italia, Francia y España. Y desde ellos, a la industrialización de
caldos y elaboración de vinos, licores y aguardientes. Las mo-
dalidades criollo-tradicionales de la matanza se enfrentaron con
las modernas de las inmigrantes, incluso españolas, mucho más
elaboradas y pulidas, reportadas al país por gentes humildes de
diversas zonas europeas que tuvieron en el cerdo una de las
bases de su nutrición invernal.
Podemos señalar como ámbito de mayor respuesta a nues-
tras inquisiciones, el campo del cultivo de la vid como corres-
ponde a una región eminentemente vitivinícola. Le ha seguido
en respuesta y conocimiento el campo semasiológico del agua
y, por fin, el del carneo. Esto último, concomitante con la geo-
grafía de la región, no siempre o poco propicia para la cría del
ganado porcino
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, a causa de ancestrales costumbres culturales
y alimentarias, proclives a las áreas de poca aceptació n
inmigratoria.
Como siempre, el léxico es una vía de ingreso para captar un
complejo problema antropológico y sobre todo, cultural, in-
serto en las vísceras de la región argentina.
3. Del territorio a encuestar
El espacio trabajadopor el equipo se limita al Nuevo Cuyo
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,
región que incluye, junto a las tradicionales provincias de San
Juan, Mendoza y San Luis, la de La Rioja, desde los años no-
venta. Este territorio supera los 400.000 km
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, suficiente para
una tarea dialectológica de envergadura, no limitado como en
el caso de algunas monografías, a solo a un valle, o a una región
menor, ni incluso a una provincia
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.
Alvar y Quilis concedieron inicialmente a la Argentina 72
puntos a encuestar para el ALH, y de ellos, muy pocos dedica-
dos a Cuyo. Actitud comprensible tratándose de un atlas de
gran dominio. En cambio el ALECuyo, siendo un atlas de pe-
queño dominio, podía incrementar la puntuación espacial por
lo que fijamos como prudente la cantidad de 20 puntos por
provincia, con un total de 60 para toda la región. Más adelan-
te, con la incorporación de La Rioja, esa cifra subió a 80, aun-
que las encuestas superaron estos guarismos.
Sometimos la región a un sólido análisis desde ángulos va-
riados: el arqueológico, el etnográfico, el histórico, el económi-
co y, sin duda, el lingüístico. En la determinación definitiva de
las localidades, se tuvo en cuenta y se respetaron, las divisiones
políticas de cada provincia, armonizando el número de depar-
tamentos (nunca superior a veinte, en dos casos de 19) con los
intereses propios de nuestra investigación. Se tomaron como
hitos referenciales las concentraciones humanas con mayor sig-
nificación histórico-cultural.
Al comienzo de esta presentación expusimos la importancia
capital de la presencia de Alvar para la planificación de este
Atlas. Al regreso de Jáchal, don Manuel sugirió la inclusión de
la Provincia de La Rioja en el futuro trabajo, ampliando la tra-
dicional limitación del Cuyo histórico. Esta intuición, carente
de todo compromiso político o universitario, coincidía perfec-
tamente con el nuevo proceso administrativo académico que
tendía -y continúa en funcionamiento- de incorporar a La Rioja
como parte de la región oeste de Argentina, dominada casi to-
talmente por el referido territorio de Cuyo. De manera que,
planteada la circunstancia a las autoridades, todas estuvieron
contestes en reestructurar el proyecto.
Desde todo punto de vista el territorio a estudiar, con o sin
La Rioja, se presenta como algo discontinuo y complejo. A
veces la flora y la fauna unen regiones de provincias distintas,
otras los asentamientos aborígenes que ofrecen relacione s
complejas, nacidas de cuando los caminos fueron de ushuta y
senderos de llamas. La geografía acomoda las cosas a su mane-
ra, la historia de otra, las vías de comunicación han dependido
de actitudes políticas, caminos y vías férreas. En todos los lími-
tes provinciales se observa un continuum cultural con sus veci-
nos, situación que no es privativa de nuestra región sino de
todo el país, de todo el continente, quizás de todo el mundo
habitado por el hombre. Pero estábamos ante la obligación de
definir y darnos un límite. Así lo hemos afrontado. De manera
que el ALECuyo aparece coincidiendo con la moderna región
del Nuevo Cuyo
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.
4. Los puntos encuestados
La determinación de los puntos a encuestar no pretendió
abarcar homogéneamente el espacio, asistiendo desde los luga-
res más apartados hasta los centros capitalinos superpoblados.
En principio dividimos el territorio según las coordenadas ho-
rizontales y verticales con que Alvar trabajó sus atlas españoles.
En todo caso introdujimos algunas acotaciones correctivas,
como respuesta a las exageradas concentraciones poblacionales.
La incorporación de La Rioja significó no solamente agre-
gar 20 puntos a los 60 originarios, sino avanzar en un terreno
relativa o escasamente transitado por los integrantes de este
proyecto, con pocos informantes previamente contactados y,
sobre todo, con la necesidad de fortalecer conocimientos histó-
ricos, económicos y culturales de la provincia vecina. Las refe-
rencias lingüísticas concernientes a ese territorio provenían,
como en casos semejantes, de los trabajos de Battini, publica-
dos entre 30 y 50 años antes de nuestro emprendimiento.
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Las zonas bajas de las cuatro provincias sufren calores agotadores duran-
te la canícula, con el viento Zonda y la escasez de agua en períodos a
veces prolongados. En la zona de Los Llanos de La Rioja pudimos obser-
var la cría de un porcino en un pozo donde era refrescado en la siesta con
baldazos de agua.
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Las características físicas de la región están dadas más adelante, con el
trabajo de Ariel Rivero, geógrafo. Por su parte, el desarrollo histórico
regional, aparece referido en breves páginas, delineado por la historiado-
ra Ana Quinteros de Silva. Nosotros agregamos simplemente algunos
aspectos que, desde nuestro punto de vista lingüístico, complementan la
observación del lector.
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La delimitación tradicional argentina recorta al país en varias regiones y
a veces en subregiones, a saber: rioplatense, central o mediterránea,
mesopotámica, Nordeste, NOA (Noroeste argentino), Cuyo, Región
pampeana, Patagonia, y Tierra del Fuego, Malvinas e Islas del Atlántico
Sur. Sin embargo, como todas las distinciones, clasificaciones y divisio-
nes políticas, ninguna coincide con el despliegue de la realidad cultural.
Lingüísticamente reconocemos las diferenciaciones aportadas por Vidal
de Battini en
El español de la Argentina
, Buenos Aires, 1982.
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La discusión originada a causa de nuestra decisión de incluir a La Rioja
junto a las tres vecinas de Cuyo puede llegar a extremos, argumentos de
unos y consideraciones de otros, válidos o fútiles. Lo cierto es que el
asunto depende del punto de vista, del tema y la materia a analizar.
Chepes está muy cerca de San Juan por los caminos, Guandacol lejos de
Chilecito y de La Rioja, por las vías de comunicación. Valle Fértil y
Aguango se abrazan en una misma historia y folklore, y el norte de San
Juan participa de un mismo pasado diaguita que todavía los identifica
con el extremo sur del NOA, desde Santa María hasta Jagüel. Temas
que hemos desarrollado en varios trabajos de folklore regional.
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