El Nuevo Diario - page 23

Viernes 29 de julio de 2016
No resultó extraño que la segunda de
los hermanos, Chiquita, al igual que se
madre, fuera en contra de la corriente de
la época. Ella nació en 1917, nueve
meses después que Lidia y por eso a la
más grande la crió la abuela Matilde.
Cuando terminó la escuela su madre la
envió a estudiar Letras a La Plata. Acá
trabajó en la Escuela Boero, en el Liceo
de Señoritas Paula Albarracín de Sar-
miento, en la Escuela Normal San Mar-
tín y en establecimientos de Albardón.
Aparte de hablar inglés a la perfección
tenía una filosofía de vida muy particular,
era vegetariana, respetaba a los anima-
les al punto de no pisar las hormigas y a
mediados de siglo XX practicaba yoga.
Morochita, la tercera de los Escudero
Mugnos, murió siendo muy joven. Poco
y nada hablaban su madre y sus herma-
nos de lo que sucedió el día trágico en
que ella bajó del colectivo sobre la ac-
tual 25 de Mayo, para ir a la Escuela
Luis Jorge Fontana. Después de que
descendió no vio que un auto venía de-
trás del ómnibus.
El eterno buscador
Cualquiera hubiera imaginado que la
búsqueda literaria de Leonidas Escu-
dero era una herencia de su madre,
Margarita. Pero él contaba que en reali-
dad su abuela Matilde tuvo mucho que
ver. Él y sus hermanos pasaban mucho
tiempo en la casa de ella, porque era
quien los cuidaba mientras su madre tra-
bajaba. Él recordaba que cuando se iba
a dormir lo hacía escuchado los relatos
de Matilde, mientras él trataba de re-
construir en su cabeza cada de una de
las imágenes narradas. De ahí en cierta
forma vino su anhelo por contar con las
palabras.
Seguramente también tuvo que ver con
su vocación la gran biblioteca que su
madre tenía en la casa, con las paredes
cuidadosamente empapeladas. Ese reli-
gioso espacio, que tenía un ingreso in-
dependiente al resto de la vivienda, era
el lugar donde Chiquito citaba a sus ami-
gos y gente del ambiente artístico para
compartir el camino literario.
Cuando terminó la escuela, el futuro
imaginado para Jorge Leonidas, al
menos por su madre, era convertirse en
ingeniero agrónomo. Así que lo envió a
estudiar a Mendoza y compró una finca
en calle 8 para que el benjamín de la fa-
milia se ocupara de ella. Él empezó a
cursar, hasta que un día se sentó en la
plaza Independencia a pensar sobre el
camino que estaba siguiendo. Sabía que
eso no era lo que quería para él y se dijo
a sí mismo: “Voy a decirle a mi mamá
que esto no es lo que me gusta”. Así
que la finca quedó en manos de Lili y su
esposo Carlos Bianchi. Tal vez al princi-
pio fue difícil, pero las nietas de Marga-
rita recuerdan que ella siempre decía
con orgullo “¿Sabe que tengo un hijo es-
critor”?
Aunque las palabras comenzaron a ani-
dar en su mente y corazón desde joven,
fue recién después de los cincuenta
años cuando se abocó a ellas. Hasta en-
tonces su principal actividad fue la de
minero, en Calingasta. Publicó su primer
libro en 1970, “La raíz en la roca”. Ade-
más de la minería y la escritura su otra
gran afición de joven fue el deporte.
Jorge se casó con Rosa Álvarez
Yanzi
, a quien conoció porque era
amigo de una familia vecina, los Sar-
miento Camargo. El matrimonio tuvo dos
hijas:
Ana Alicia
y
Rosa Marcela
,
ambas maestras jardineras.
Aunque Chiquito emprendió otra bús-
Notas preparadas por
Usted puede encontrarlas en
y
FUNDACIÓN BATALLER
queda, en febrero de 2016, sus pasos li-
terarios siguen recorriendo la provincia,
entre los libros de jóvenes y grandes, en
el país y en toda Latinoamérica. Antes de
fallecer fue el primer sanjuanino decla-
rado Doctor Honoris Causa por la Univer-
sidad Nacional de San Juan y ciudadano
ilustre de Rawson, el departamento en el
que vivió después de casarse.
Lo irreversible de la historia
La última dictadura militar marcó de ma-
nera irreversible los destinos de esta fa-
milia. La hermana más chica de
Margarita Mugnos, Carmelita Mugnos
tuvo dos hijas: Leonor Matilde “Coquela”
Aguiar y Carmen “Chala” Aguiar, ambas
primas hermanas de Chiquito Escudero.
La segunda se recibió de profesora de
Educación Física y tuvo una sola hija:
Alejandra Mónica Lapaco, nació en San
Juan y luego se radicaron en Buenos
Aires. Durante el último gobierno de
facto, Carmen fue secuestrada por los
militares junto a su hija, su yerno y un so-
brino que estaba de visita en su casa.
Eso fue el 16 de marzo de 1977. Ella
logró salir viva pero su hija y el novio no.
Alejandra tenía apenas 19 años, estu-
diaba Antropología en la Universidad de
Buenos Aires, pintaba y militaba en la Ju-
ventud Peronista. Lo sucedido movilizó a
su madre a ser parte de la línea funda-
dora de Madres de Plaza de Mayo.
También uno de los nietos de Margarita
Mugnos resultó afectado por la dictadura
militar, Rodolfo Bianchi Escudero. Él estu-
diaba cine en Córdoba durante el go-
bierno de facto. Justamente los
estudiantes de todas las carreras vincula-
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En la inauguración del ENI Margarita Mugnos de Escudero: una de las
sobrinas de la docente y escritora, Carmen “Chala” Aguiar Mugnos, y
su nieta Ana Escudero. Detrás de ellas, en el atril, se ve una imagen de
Margarita.
La familia Escudero Mugnos. De izquierda a derecha, parados están Lidia Escudero de Bianchi, Guillermo Bianchi,
María Margarita Escudero, Rodolfo Bianchi, Carlos Bianchi hijo, Eduardo Bianchi, Manuel Trías, Jorge Leónidas Es-
cudero y Ana Escudero. Sentados aparecen: Juan Bianchi, Carlos Bianchi padre, José Leónidas Escudero, Marga-
rita Mugnos, Elisa Mugnos, Rosa Álvarez Yanzi y Rosa Escudero.
Festejando los 80
años de Jorge Leo-
nidas Escudero. De
izquierda a dere-
cha: Verónica Oli-
vera Escudero, Ana
Alicia Escudero,
Rosa Marcela Escu-
dero y su tía Marga-
rita “Chiquita”
Escudero Mugnos.
Jorge Leónidas “Chiquito” Escudero.
das a las artes, filosofía y ciencias so-
ciales fueron las más afectadas por la
persecución y el terminó dejando Bue-
nos Aires para radicarse definitiva-
mente en España.
Las otras plumas de la familia
Margarita Mugnos y Jorge Leonidas no
fueron los únicos que se dedicaron a
las letras, tanto en la familia Mugnos
como entre los Escudero hubo otras re-
conocidas figuras. La hermana de
Jorge, Chiquita, como profesora de Le-
tras publicó libros y un primo hermano,
Carlos Guido Escudero, hijo del tío Noe
Escudero, también fue poeta. Aunque
se quitó la vida a los veinticuatro años,
en 1945, su obra trasciende hasta la
actualidad. Escribió para diarios de
San Juan, Buenos Aires, San Luis y
antes de morir dejó retratadas en pala-
bras las imágenes más dolorosas que
vivió San Juan con el terremoto de
1944. En la década del 60 la Dirección
de Cultura de San Juan publicó sus
poemas y ese trabajo tuvo dos nuevas
ediciones en los noventa y otra en el
siglo XXI.
El otro escritor de la familia fue Manuel
Trías, hijo de la tía Elisa Mugnos, que
se casó con Manuel Trías. Él se radicó
en Buenos Aires y una de sus publica-
ciones más conocidas fue “La tía Mar-
garita”, un libro inspirado en su tía
Margarita Mugnos de Escudero, a
quien admiraba. Además, un sobrino
de Jorge Leonidas, Carlos Flores Escu-
dero, es barítono y ha sido integrante
del coro estable del Teatro Colón.
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