Viernes 22 de abril de 2016
familias
sanjuaninas
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LOS PIGNATARI
Apasionados por la
educación y el progreso
Por
Noelia Escales
El enviado del Ministerio
de Agricultura de Italia
El apellido Pignatari llegó a San Juan con
Sabino Pignatari Biscoglia y su esposa,
Eleonor Stabile. Sabino era oriundo de la
provincia de Cerignola, Italia; allí nació en
1881, hijo de Sabino Pignatari y Ripalta
Biscoglia. Estudió en la Escuela Marsala
y, en 1899, egresó como “Atestato di Li-
cenzia en Agricultura”, o sea, Licenciado
en Agricultura por la “Regia Scuola Pra-
tica di Agricoltura de Cerignola” y co-
menzó a trabajar en su profesión.
Fue en uno de los viajes que hizo por tra-
bajo donde conoció a quien sería su es-
posa. Sus descendientes conocen la
historia, recuerdan que Sabino paseaba
por las calles de Castrovilari, una comuna
ubicada al sur de Italia, en la provincia de
Cosenza, cuando escuchó que desde
una ventana salía la voz de una jovencita.
Era la voz de Eleonor, que nació en 1889,
hija de Francisco Stabile y María Rizzo.
Eso lo enamoró y los jóvenes se casaron
al poco tiempo.
Sabino y Eleonor tuvieron a su primer hija
Sabino Pignatari y Eleonor Stabile llegaron a San Juan desde Italia, en la década de 1910. Él venía a inves-
tigar enfermedades de la vid, se enamoró de esta tierra y se convirtió en argentino por opción. Fue un re-
conocido educador en el ámbito de la vitivinicultura y entre sus hijos hay destacados profesionales. Uno
de ellos, su homónimo, es quien lleva adelante una reconocida empresa constructora en la provincia.
en Italia,
Fiora María
. Al poco tiempo, el
Ministerio de Agricultura de Italia lo envió
a Argentina con la finalidad de investigar
las enfermedades de la vid producidas
por la humedad. En 1912 se embarcó
con la pequeña familia en un largo viaje,
trayendo como equipaje una foto, los co-
nocimientos adquiridos y una colección
de cepas de uvas finas. Por las caracte-
rísticas del estudio que debía realizar, el
ambiente de San Juan fue considerando
el más indicado.
En la provincia, la familia Pignatari Stabile
fue creciendo, a pesar de que por las
enfermedades de la época fallecieron
tres hijos siendo pequeños: Sabino
Francisco, Rosita y Sabino Humberto.
Pero si crecieron
Ripalta, María Elena,
Olga “Gorda”, Sabino, Amelia e Irma
“Chichí”
, además de Fiora, que había
nacido en Italia y que en Argentina pasó
a ser Flora. No era extraño en aquellos
tiempos que los nombres de algunos
hijos se repitieran, cuando uno de ellos
había fallecido. Así, el matrimonio Pigna-
tari Stabile, que había perdido a dos
hijos varones, Sabino Francisco y Sa-
bino Humberto, le puso Sabino a otro de
sus descendientes. Sin embargo, a
modo de protección, recuperaron una
antigua tradición familiar según la cual el
primer hijo varón sólo debía llamarse
Sabino, sin un segundo nombre. Esa es
una tradición que la familia ha conser-
vado en las nuevas generaciones.
Sabino Pignatari Biscoglia terminó su in-
vestigación en estas tierras y remitió los
resultados a Italia, pero decidió continuar
su vida en Argentina. Sus conocimientos
científicos y empíricos añadidos a su pa-
sión por el trabajo fueron las claves para
Sabino Pignatari
Biscoglia y Eleonor
Stábile rodeados
por sus siete hijos
en una fotografía to-
mada en la galería
de la casa familiar.
En la década del 30 del siglo XX Sabino Pignatari fue docente en la Escuela Normal
de Maestros Rurales San Martín, donde fue tomada esta fotografía.