Viernes 22 de abril de 2016
20
C
onocer las cifras y las causas
de mortalidad es relevante no
sólo para ver cómo evoluciona
la salud de una población, sino para
decidir dónde intervenir y focalizar las
políticas de salud.
Disponer de esas cifras ayuda a las
autoridades sanitarias a averiguar qué
medidas de salud pública están siendo
aplicadas correctamente, cuáles debe-
rían ser modificadas.
Por ejemplo: nueve de las diez princi-
pales causas de mortalidad son enfer-
medades. De ellas, seis son crónicas
y no transmisibles, y sólo tres son con-
tagiosas, lo que representa un enorme
progreso en la historia reciente de la
humanidad.
sss
La afección que más mata es la car-
diopatía isquémica, causante
del 13,2% de los decesos en el mundo
Aunque alguno pueda no creerlo, hay grandes diferencias sobre
las causas por las que la gente se muere. No es lo mismo en los
países pobres que en los ricos. No es igual entre los jóvenes que
entre los viejos. Es distinta la situación entre los hombres que
entre las mujeres. Esta nota revela datos muy interesantes.
durante 2012. Si a la cardiopatía is-
quémica se suman los accidentes ce-
rebrovasculares (segunda causa con
11,9%) y la cardiopatía hipertensiva
(décima con 2%), se llega a la conclu-
sión de que tres de cada diez perso-
nas mueren por enfermedades del
corazón. Son cerca de 17,5 millones
de decesos.
En tercer lugar está la enfermedad
pulmonar obstructiva, con 5,6% de
muertes. La siguen las infecciones
respiratorias inferiores (5,5%), los cán-
ceres de tráquea, bronquios y pulmón
(2,9%), el sida (2,7%), la diarrea
(2,7%) y la diabetes (2,7%).
La única causa llamada externa, que
no es una enfermedad, son los acci-
dentes viales, causantes del 2,2% de
los decesos en el mundo.
Lo curioso es que las dos primeras
causas de muerte son las primeras
desde hace décadas, aunque están
descendiendo en los países desarro-
llados. Las que más han aumentado a
nivel mundial son el cáncer de pulmón
y la diabetes.
En suma, las enfermedades no trans-
misibles causaron más del 68% de las
muertes en el mundo, un 60% más
que en el 2000. Las cuatro afecciones
más importantes de este tipo: las car-
diovasculares, el cáncer, la diabetes y
las neumopatías crónicas. Relaciona-
das con la nutrición, causaron un 23
por ciento. Entre las diez principales,
aparecen el sida, la diarrea y las infec-
ciones respiratorias.
El 9% restante corresponde a los trau-
matismos, encabezados por los acci-
dentes de tránsito. En menor
proporción aparecen los homicidios y
los suicidios.
No todos son iguales
ante la muerte
¿A qué edad se muere la gente? El
15,3% tiene menos de 15 años; el
41,2%, entre 15 y 69 años; y el 43,5%,
70 años o más.
Estas causas predominan si se toma
al mundo en su conjunto. Pero si se lo
divide por regiones o por las caracte-
rísticas socioeconómicas de las nacio-
nes, hay muchas diferencias.
La OMS clasifica a los países en cua-
tro grandes grupos: los de ingresos
bajos, que agrupan al 13,3% de los fa-
llecidos cada año; los de ingresos
medio-bajos, en los que habita
el 35,6%; los de ingresos medio-altos,
que reúnen al 30,2%; y los de ingresos
altos, con el 20,9 por ciento.
La desigualdad entre el primero y el úl-
timo grupo es alarmante, aunque la
brecha se ha reducido notablemente
en las últimas décadas.
Para empezar, los tres principales
desencadenantes de los decesos
en los países de ingresos bajos son
enfermedades contagiosas, de mucho
menor incidencia en los ricos. Las in-
fecciones respiratorias inferiores son
las más letales entre los primeros, y
también están presentes en los segun-
dos, aunque en el sexto lugar. Pero
otras causantes, como sida, diarrea,
malaria, prematuridad, tuberculosis,
asfixia y trauma al nacer, y desnutri-
ción, han sido erradicadas en los paí-
ses de ingresos altos, o -como el HIV-
tienen bajos niveles de mortalidad.
Por el contrario, casi todas las en-
fermedades que matan en las na-
ciones ricas son crónicas y están muy
relacionadas al envejecimiento de la
población, como el cáncer, las cardio-
patías, la diabetes, el Alzheimer y otras
demencias.
En los países ricos siete de cada diez
decesos corresponden a personas de
70 años o más, y apenas uno de cada
cien, a niños menores de 15 años. En
los pobres, este grupo etario reúne a
cuatro de cada diez muertes. Sólo dos
de cada diez son mayores de 70 años.
Si quisiéramos traducir estos datos a
pocas palabras diríamos: En los países
ricos se mueren los que se tienen que
morir. En los de ingresos bajos, gran
parte de las muertes son evitables.
Por ejemplo, cuando uno analiza cuá-
les son los perfiles de mortalidad de
los más jóvenes, están asociados fun-
damentalmente a enfermedades del
período perinatal”.
Junto a los altos niveles de mortalidad
infantil, este grupo de países sufre
también elevadas proporciones de
mortalidad materna. Si bien a nivel
s
s