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Viernes 22 de abril de 2016
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LOS AÑOS EN QUE UN
nota de tapa
C
uando los italianos de Sicilia
emigraron a América, la mafia
los acompañó para brindarles protec-
ción y asegurarles la obtención de di-
nero principalmente por medio ilícitos.
En 1885 la mafia asoma por primera
vez en Argentina a través de un cri-
men cometido en el barrio de La
Boca. Luego ocurrió otro hecho en el
Mercado Spinetto, aparecieron las
“contribuciones” de los comerciantes
a cambio de no sufrir agresiones, y
toda la variedad de delitos que
hemos conocido a través de anécdo-
tas, libros y películas.
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En 1910 apareció en escena
Juan
Galiffi
, conocido como
“Chicho
Grande”
, quien puso un pequeño ne-
gocio en un lugar apartado de la pro-
vincia de Santa Fe. Desde allí
comenzó a dirigir una serie impor-
tante de asaltos y robos. Luego se
instaló en Rosario y tomó el control
del tráfico de verduras.
Este siciliano llegó a la Argentina, con
18 años, en 1910. Y se radicó en Gál-
vez, Santa Fe. Allí tuvo un vertiginoso
ascenso: de empleado fabril pasó a
ser dueño de una peluquería, de una
cantina y de una carpintería. Compró
casas y viñedos en Mendoza y San
Juan y caballos de carrera.
Pero dicen que su rol de empresario
era una cortina. Galiffi transformó a
Rosario en la Chicago argentina.
Montó un imperio mafioso asocián-
dose a delincuentes eficaces y desal-
mados —sus “ahijados”— a quienes
delegaba el trabajo sucio.
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Dicen que era un hombre de buenas
modales, vestía muy elegantemente,
y hasta fue reconocido como propie-
tario de caballos de carrera por el
Jockey Club de Montevideo.
La lista de delitos de la banda
de
“Chicho Grande”
es extensísima
y se desarrolló a lo largo de muchos
años. Secuestros, asesinatos, asaltos
a trenes, todo tipo de crímenes.
Llegó a acumular una gran fortuna,
convirtiéndose en industrial propieta-
rio de una fábrica de muebles y de
caballos de carrera que ganaban
sospechosamente cada competen-
cia.
Su hija Agatha (“la flor de la Mafia”)
se convierte en niña mimada de la
sociedad rosarina por su educación y
belleza.
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Un día apareció otro protagonista de
estas historias:
Alí Ben Amar de
Sharpe
, argelino, que se convirtió en
lugarteniente de Galiffi y recibió
pronto el apodo de
“Chicho Chico”.
Con su llegada, las actividades de la
banda mafiosa recibieron un pode-
roso impulso. Se sumó la trata de
blancas, es decir, el tráfico de muje-
res que eran explotadas ejerciendo
la prostitución.
Con el tiempo se descubrió que Alí
se llamaba en realidad
Francisco
Morrone
y no era para nada arge-
lino. Sus orígenes y actividades ante-
riores siempre fueron un misterio
porque él mismo confundía diciendo
a veces que había sido jockey en
Francia, u, otras veces, ingeniero es-
pecialista en cateos de minas. Usaba
un título universitario falso que hasta
hizo figurar en la chapa que puso en
la puerta de la lujosa mansión que al-
quiló en un barrio selecto.
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“Chicho Grande” comenzó a notar
que “Chicho Chico” estaba ganando
poder dentro de la organización y
que parecía querer quedarse como
“capo” máximo.
Sólo podía haber un “capo di tutti
capi”.
En 1933 los “ahijados de Galiffi” lo
ahorcaron.
Se contaba por esos tiempos que lo
invitó a una fiesta en su residencia
del barrio de Belgrano,
lo alimentó
opíparamente y luego lo hizo con-
ducir a los fondos de la mansión
donde lo mataron de un balazo y
lo enterraron.
Galiffi se entregó a la Policía.
Dijo
que era víctima de calumnias.
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Pero en 1938 se supo la verdadera
historia:
Alí había sido estrangu-
lado (cuando encontraron el cadá-
ver todavía tenía un cable eléctrico
arrollado cuatro vueltas en su cue-
llo) y enterrado en una quinta de
Ituzaingó.
¿Y qué fue de “Chicho Grande”?
Antes del descubrimiento del cadáver
de Alí, fue expulsado del país por
aplicación de la ley de residencia, su
banda se disolvió y muchos de sus
miembros fueron también expulsados
o apresados. Deportado a Italia en
1933 sin pruebas en su contra,
Ga-
liffi murió en su cama en 1944 en
Milán como consecuencia de un
síncope cardíaco durante una
alarma aérea en la segunda guerra
mundial.
La mafia en
Argentina
Juan Ga-
liffi, lla-
mado
“Chicho
Grande”
Alí Ben Amar de Sharpe,
el
“Chicho Chico”
Estructura de
la organización
l
Don:
jefe de la familia
l
Sottocapo:
subjefe, sustituye al
Don en caso de que este esté inca-
pacitado.
l
Consigliere:
consejero del Don, le
asesora en decisiones importantes.
l
Caporegime:
semejante a un ca-
pitán o teniente que está a cargo de
un grupo de soldados (regime, en ita-
liano)
l
Capodecime:
dirige a un grupo de
diez soldados.
l
Soldato:
son los conocidos sica-
rios de la mafia.
l
Associati:
son los aspirantes a
soldato, aun no han sido admitidos
en la familia.
Cada familia está dirigida en última
instancia por un Don, que es aislado
de las operaciones reales por varios
niveles de jerarquía. Según la creen-
cia popular, el asesor más cercano y
de mayor confianza del Don era el
llamado consigliere (consejero, en
italiano). En realidad, el consigliere
era el encargado de mediar en las
disputas internas. También se ocu-
paba de la economía del «negocio»,
aunque un segundo también podría
hacerlo. Luego había unos cuantos
regimes, grupos con un número va-
riable de soldati (plural de soldato,
soldado), que llevaban a cabo las
operaciones reales.
Cada regime era dirigido por un ca-
poregime, que informaba al jefe.
Cuando el jefe tomaba una decisión,
nunca daba las órdenes directa-
mente a los soldados que las lleva-
rían a cabo, sino que pasaba las
instrucciones hacia abajo por una ca-
dena de mando jerarquizada. De
esta forma, las capas más altas de la
organización estaban a salvo de
verse implicadas si se capturaba a
los miembros de las capas más
bajas.
Esta estructura fue inmorta-
lizada en la famosa novela de
Mario Puzo, El Padrino.
El ritual de iniciación surgido en Sici-
lia a mediados del siglo XIX apenas
ha cambiado hasta hoy.
El jefe de la
Policía de Palermo informó que el
mafioso que va a iniciarse es lle-
vado en presencia de un grupo de
jefes y subjefes. Uno de estos
hombres pincha en el brazo o la
mano del que está siendo iniciado
y le dirá que derrame la sangre
sobre una imagen sagrada, nor-
malmente un santo. El juramento
de lealtad se realiza cuando la ima-
gen es partida y quemada, simboli-
zando la aniquilación de los
traidores.