Viernes 22 de abril de 2016
Antonio Beltrán
y Luisa García
fueron los
padres de Ana
María quienes
aparecen en la
foto junto a su
hermana.
Ana María tiene
dos hijos médi-
cos psiquiatras,
Verónica y Se-
bastián
Ana María estudió en Córdoba y ahí conoció a su esposo, Luis Sebastián
Varea. Están juntos desde hace 45 años.
entrevistas
de pasillo tampoco es una consulta. Se
puede llamar por teléfono a tu medico,
decirle “me pasa tal cosa” pero no se
pueden hacer consultas telefónicas todo
el tiempo porque no se ve la cara, porque
no se mira la expresión porque no hay
contacto visual donde uno va percibiendo
otras cosas que no se perciben a través
de la voz.
—Y en este mundo súper especiali-
zado donde en la mayoría de los
casos el médico ni siquiera tiene la
historia clínica, se atiende al paciente
en cinco minutos.
—Bueno, cada uno decide individual-
mente cómo atiende pero a mi entender,
tener una historia clínica es imprescindi-
ble. Hace muchos años, cuarenta,
cuando vivía en Córdoba, el hospital pri-
vado de Córdoba todavía ni pensaba en
tener computadoras, pero tenía una his-
toria clínica única en donde si el paciente
solicitaba una síntesis se le brindaba con
sus análisis incluidos y era hecha a
mano. Eso fue una gran enseñanza, yo
sigo haciendo mi historia clínica a mano
a pesar de tener una computadora. En el
Hospital Italiano cada paciente tiene un
código de ingreso y en su historia clínica,
que es compartida por todo el hospital, fi-
guran todos los estudios, todos los análi-
sis y todos los diagnósticos.
—El problema es que no lo mal utili-
cen.
—La cautela tiene que ser grande porque
hay una cosa en esto que se llama se-
creto médico entonces no se puede po-
pularizar la historia personal de un
paciente.
—¿Hay menos médicos, hay más
gente enferma? En muchos casos, los
turnos con suerte se dan para un par
de semanas después.
—Hay mucha demanda y además, esto
es una apreciación personal de la que
me hago responsable de decirlo, hay una
suerte de desolación y de angustia colec-
tiva, hay mucha gente que necesita que
alguien le diga, o ponga la responsabili-
dad en alguna situación de desequilibrio.
Es más fácil si la culpa de lo que tengo,
la tiene la tiroides por lo que yo me siento
mal. El responsable de que yo tenga una
hipertensión es este corazón, entonces
no se le da el tiempo suficiente como
para mirar que hay detrás de todo eso.
—Buscar las causas profundas.
—Así es. Detrás de una hipertensión
puede existir una desolación que está tan
metida dentro de nosotros, la incertidum-
bre, la impredictividad, el desasosiego,
esas son cosas que no se ven y son
cosas comunitarias. Una comunidad que
no tiene sus necesidades básicas cubier-
tas que son higiene, alimentación, educa-
ción y salud va a padecer desequilibrios
con mucha más frecuencia que la socie-
dad que las tiene cubiertas.
—El niño es también un sistema que
debe ser tratado en forma diferente
que un viejo. No sólo es importante la
especialidad sino que también se dife-
rencia por edad.
—Lo primero que aclaro es que para mí,
la vejez es una cuestión de actitud y hoy
más que nunca porque hay personas de
80 años productivas, que están dando lo
mejor de sí por toda la vivencia tenida. El
médico que hace geriatría tiene que
tener mucha precaución al estar al frente
de un ser humano que piensa y que
crea. No puedo opinar sobre cómo tienen
que actuar los médicos porque eso es
una cuestión estrictamente personal y es
elección de cómo vivir.
—Más allá de lo que plantea, ¿cómo
debe abordarse la atención?
—Hasta los 10 años miren el sistema fa-
miliar porque generalmente los chicos
son el emergente de un sistema familiar
en donde la vincularidad de ese sistema
con ese emergente no es saludable. Y en
los mayores de 70—80 dejen que se ex-
presen, hay un montón de gente con un
capital humano adentro increíble. Desde
hace unos años está de moda la sexale-
sencia, hombres y mujeres después de
los 60 años que comienzan a crear pro-
yectos de vida totalmente diferentes de
s
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“Cuando miro mi vida,
siento una paz infinita”
E
l padre de Ana María fue Antonio Beltrán, ya fallecido, que fue poli-
cía de la Federal, vivió en Buenos Aires, Mendoza y San Juan, fue
jefe de la Policía de San Juan en el gobierno de Carlos Gómez Centu-
rión y otra vez en el de Jorge Escobar. Además, fue abogado y el crea-
dor de la Escuela de Policía San Juan. Payi lo recuerda con
admiración:
—Mi padre me dio alas, me permitió volar. Era abogado, doctor en
leyes, y me mostró valores como son el respeto, la justicia, la leal-
tad y sobre todo la dignidad. Mi mamá era Luisa García. Docente,
trabajó siempre, me enseñó el valor de la responsabilidad, el amor,
la manifestación del afecto, la generosidad del alma y el cuidado
amoroso de los vínculos.
Ana María estudió en la escuela Normal Sarmiento desde jardín de in-
fantes hasta quinto año
“donde me recibí de maestra y fui becada
por un año en Estados Unidos. Hay estudios que han sido muy im-
portantes para mi vida, como por ejemplo la música, toco el piano
y siempre que estudio o trabajo, lo hago escuchando música”.
La universidad la hizo en la Nacional de Córdoba y en esa época tra-
bajó en los servicios de radio y teledifusión de la universidad, condu-
ciendo un programa que se llamó primero Imagen Universitaria y luego
Panorama universitario.
“Ya cuando me recibí en tiempo y forma di
mis primeros pasos en Clínica Médica en el Hospital de Clínicas.
Luego estuve en endocrinología y medicina nuclear”.
Fue docente de la facultad de medicina y tuvo una beca de la Comisión
Nacional de Energía Atómica donde cursó metodología y aplicación de
radioisótopos en Ezeiza. También cursó en la Universidad Favaloro la
maestría de Psiconeuroinmunoendocrinología entre 1997 y 1998. En
ese entonces era casi imposible hablar de eso.
—De Córdoba no solo traje un título. Me casé con Luis Sebastián
Varea, cordobés de Río IV. Estamos juntos desde hace casi 45
años y tenemos dos hijos, María Verónica y Sebastián, ambos mé-
dicos y psiquiatras, y dos nietos, Constanza y Santiago. Cuando
miro mi vida, siento una paz infinita, orgullosa de mis hijos y su
trascendencia.
ANA MARÍA “PAYI” BELTRÁN
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