Viernes 22 de abril de 2016
Escribe
Eduardo Quattropani*
temas de la justicia
¿Qué cobrás o dedicate a cobrar?
Con toda naturalidad la noticia
nos dice que: “…
la estrategia
del juez frente al imputado…”.
Como parte de nuestra (in)cul-
tura jurídica, un artículo periodís-
tico informa que: “Un Tribunal decide
si ratifica al juez que
acusa
…”.
Cansado de tratar de explicar el
horror
que ello significa, parece
oportuno poner los mismos ejemplos
en otros ámbitos, así: “El árbitro
paró el partido y reordenó la estrate-
gia ofensiva del equipo azul…”, o “El
árbitro se enfrenta con el equipo na-
ranja…”, o en su caso “…luego de
investigar la solidez defensiva del
equipo verde, el árbitro decide ata-
car por la izquierda…”.
En todos esos casos el
partido
o disputa deportiva
terminaría
a “las piñas”, con un escándalo pa-
recido a cuando el árbitro cobró un
penal fuera del área favoreciendo a
Boca Juniors contra Rosario Central.
Es que en el deporte, como en
cualquier otra actividad, tene-
mos en claro que el
árbitro no
juega
, es decir no patea penales, ni
tiros libres, ni corner, no cabecea, no
participa en la estrategia ni del ata-
que (fiscal) ni de la defensa (impu-
tado).
Es decir, el de “negro” (ahora
multicolor) en el fútbol corre
pero no “patea”, en el vóley no se
baja de la silla y “remata”, en el
boxeo separa, mantiene las reglas
del combate, pero no pega ni re-
cibe.
Es decir, tenemos clarísimo
que en esas actividades el ár-
bitro
es neutral
, garantiza el cum-
plimiento de las reglas, imparte
justicia, resuelve,
pero no com-
pite.
Bueno sería determinar la
razón por la que en el tema jus-
ticia somos (la Nación y San Juan)
tan primitivos y aceptamos que el
juez juegue, pegue, convierta,
monte estrategias a favor y en con-
tra de una parte, es decir acepta-
mos que el juez no sea juez, sino
que sea parte, y de paso, también
juez.
Pautas culturales difíciles de
conmover (acá), a tal grado
que se llega al colmo que el “sil-
bato”, en la mayoría de los casos,
no lo tiene el juez, sino que se lo
presta a la Policía; otra situación
que nos parecería “loca” en el de-
porte pero que nos parece natural
en la justicia.
El tema acá no es gritar
¿Qué
cobrás?, sino “¿Por qué no
te dedicás a cobrar?”.
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COLUMNISTAS
algo de alguien
Mágica mente
E
l otro día oí a un mago con-
tar que todos nacemos con
magia, que venimos llenos
de magia, pero que con las ense-
ñanzas, la vida práctica y concreta,
las normas, leyes y el sentido
común nos “ desenseñan “ a en-
contrar y vivir esa magia y termina-
mos siendo personas comunes, sin
magia.
Estoy totalmente de acuerdo, coin-
cido que es así y es algo que debe-
mos tratar de revertir sino todo y
todos seremos cosas y personas
comunes, normales, predecibles.
Eso sería muy triste, porque ¿qué
gracia tiene saber de antemano
que es lo que va a pasar mañana
en tal lado, a tal hora? Se perderá
la ilusión de la cita; castraremos la
imaginación de creer que será
como soñamos; de aquí hasta en-
tonces, pasará un simple tiempo
común, de espera. Nada más. Ma-
tamos la magia posible con un pu-
ñado de precisiones. Con un reloj y
un GPS, abortamos una porción de
magia suficiente como para seguir
unos días con mariposas en la
panza…
La princesita que allá lejos podría
estar esperando su príncipe azul,
se esfumará si sabemos que en tal
lugar se casará por cuarta vez con
el magnate del chocolate que le
compró un yate marca tal y vestirá
un súper vestido confeccionado
por tal modisto que le costó tanto y
cuanto. Matamos la magia de un
mazazo informativo. Perdí la espe-
ranza de ser yo el príncipe azul;
ella pasó a ser una simple mortal
que solamente tiene más dinero y
fama que nosotros ¿y la magia?
Cuando una madre, de noche, le
cuenta aventuras y cuentos para
que se duerma a su hijo, está po-
niendo la dosis mínima de magia
necesaria para que siga creyendo
que lo imposible se puede conse-
guir soñando y anhelando con
todas las fuerzas de la ingenuidad
y la candidez. Consiguió retrasar
un poquito más el ingreso al
mundo concreto de los adultos. Le
dio piolín a ese barrilete de las ilu-
siones que eleva el viento de la
imaginación.
Me opongo a que la realidad
mande; a que sea mayoría en
nuestras vidas; a que nos obligue a
caminar solamente por el piso y
nos impida volar de a ratos. No
tengo dudas de que si trocáramos
la magia por el consumismo sería-
mos más felices, más deseables
los unos a los otros. Tendríamos
más curiosidad por averiguar la
magia nueva de cada día y menos
ansiedades y pretensiones. Con-
versaríamos con El Principito en
lugar de oír la televisión.
La magia debería ser materia obli-
gatoria desde el primer jardín,
cuando todavía la tenemos dentro
de cada bolsillo. Quien no la apro-
bara debería ir a marzo sin poder
ver el arco iris en todo el verano.
Habría que aprender a buscarla y
disfrutarla en cada cosa, en cada
instante, tal como decía mi abuelita
que debemos encontrar la fantasía
en cada realidad.
s
Vicepresidente Primero del
Consejo Federal de Política Cri-
minal de los Ministerios Públi-
cos de la República Argentina
Escribe
Gustavo Ruckschloss