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Viernes 20 de octubre de 2017
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SE VINO DE ESPAÑA ESCAPANDO DE LA VIOLENCIA DE SU PAREJA Y HOY LA JUSTICIA
Amor y
dolor, la
historia
de Mayra
y su hija
El caso puede terminar como el de Gabriela Arias Uri-
buru, a quien su marido le secuestró los hijos. Mayra po-
dría perder la tenencia de su hija por haberse venido de
España con la menor. Cuando lo legal y lo legítimo están
enfrentados.
M
ayra Miranda es una joven san-
juanina que hace 13 años se fue
a España ilusionada por un fu-
turo mejor. Se instaló en un pueblito en
Valencia, “parecido a Caucete”, según
contó a El Nuevo Diario. Es la historia de
lucha y dolor de una sanjuanina que en
España conoció el amor y también le de-
cepción, la violencia y el dolor, según se
desprende de su relato que a veces se
corta porque se le hace un nudo en la gar-
ganta.
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Es una historia donde lo legal se contra-
pone con lo legítimo, pero a la vez en al-
gunos puntos coinciden y se encuentran
en veredas opuestas el tema de la nacio-
nalidad y el interés superior del niño.
Mayra se fue a España, conoció a Carlos
Bermejo Ariño y se enamoró. Se fueron a
vivir juntos y nació una nena.
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Según el relato de Mayra, al poco tiempo
él cambió y fue otra persona. Empezaron
los hechos de violencia verbal, las amena-
zas y un día le desfiguró el ojo con un ele-
mento contundente que le tiró. También
llegaba alcoholizado algunas noches, pro-
ducto de compartir hasta la madrugada
con los clientes del resto—bar que tenía.
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Ella se vino a San Juan aduciendo que se
le había vencido el pasaporte y debía re-
novarlo, pero detrás de eso se escondía
el verdadero motivo: el terror a los malos
tratos que iban en aumento. A todo esto,
la hija de ambos tenía apenas un año y
medio. Ya en San Juan, Mayra empezó a
rearmar su vida, a sabiendas que se
venía una batalla legal. Precisamente esa
batalla legal es la que está perdiendo. La
Corte determinó que debe volver a Es-
paña con su hija para terminar de dirimir
allá el conflicto legal por tenencia, alimen-
tos y lugar de estadía de la menor.
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Mayra se horroriza cuando le mencionan
la frase “volver a España”. Nadie le ase-
gura que su integridad física y la de su
hija estén resguardadas. Nadie puede
asegurarle que pierda la tenencia por
haber dejado España trayendo consigo a
una ciudadana de esa tierra. Hoy, hace
todo lo posible desde lo legal y desde lo
social para quedarse en San Juan. Por
esa razón el martes último convocó a una
marcha que partió desde Plaza 25 de
Mayo y terminó en Aberastain y Laprida,
sede del Segundo Juzgado de Menores, a
cargo de María Julia Camus pero que se
encuentra subrogado por el juez Jorge
Toro.
—¿Cómo empieza esta historia?
—Yo volví a San Juan cuando mi hija
tenía 18 meses, yo soy sanjuanina. Me
vine para hacer el pasaporte que se
había vencido pero también porque sufría
violencia de parte del padre de mi hija,
Carlos Bermejo Ariño. Por eso decidí que-
darme, por el miedo a la violencia y em-
pezó la lucha por mi hija.
—¿Qué pensás de la decisión de la
Corte?
—La Corte dijo que tengo que volver a
España porque la niña es española, nació
allá y ahora la requieren las leyes de Es-
paña. Hemos tenido una audiencia el
miércoles pasado en el Segundo Juzgado
de Menores para que le comunicaran que
tiene que volver y ella pidió hablar con los
jueces para decirles que se quiere quedar
en Argentina, que tiene su vida acá, sus
amigos, hace actividad deportiva. Actual-
mente tiene siete años, la mayor parte de
su vida la pasó acá.
—¿O sea que Sofía pasó más de la
mitad de su vida en San Juan?
—Tenía un año y medio cuando nos vini-
mos, al padre lo reconoce porque yo le
hablo de él, ya que la familia paterna nunca
se interesó por ella. El día que tuvimos la
audiencia pidió a gritos quedarse acá, a su-
plicar y no la escucharon, me parece muy
injusto que la hagan sufrir así.
—¿Hay denuncias en España contra el
padre de la nena por la violencia que
ejerce en contra tuya?
—No las hice porque tengo miedo, él
está en una situación económica buena y
el pueblo donde vivíamos en Valencia es
como Caucete, todo el mundo se conoce
y por miedo a que me volviera a golpear,
no la hice. Pero sí acá en la Comisaría de
la Mujer porque siguió amenazándome
acá, porque está desde el 23 de mayo en
San Juan.
—¿Tenés fecha para volver?
—No, no tengo un plazo perentorio.
—¿Hace cuánto que te fuiste a Es-
paña?
—Tenía alrededor de 17 años, hace bas-
tante.
—¿Cómo hace para verla el padre
ahora que está en San Juan?
—Tuvo que hacer un régimen de visitas
porque hubo una sentencia que estable-
cía que tenía que cumplir unas pautas. Él
tiene que establecer un vínculo de tres
meses con la niña, de los cuales ha es-
tado un mes con ella pero en la puerta de
mi casa, porque la niña no ha querido ni
compartir un almuerzo con él.
—¿Qué dice tu abogado respecto a
E
l tema es así: vos llegás a tu
casa, y desaparecieron tus
hijos. No sabés dónde
están. Tenés que contactar a Inter-
pol, a los Estados parte, a la Justi-
cia. Tenés que salir a mover la
democracia entera para defender
los derechos de tus hijos”.
Así relataba su experiencia en el
año 1999 Gabriela Arias Uriburu,
que es argentina y tiene residencia
en Guatemala. Su ex marido, el jor-
dano Imad Shaban, secuestró a sus
tres hijos y los llevó a Jordania.
Tras intensa batalla legal y espiri-
tual, Gabriela logró un fallo histórico
de la justicia jordana. Además, creó
la Fundación Niños Unidos por el
Mundo
), la
primera ONG en el mundo en abor-
dar la temática de la restitución fa-
miliar por y para el niño, priorizando
su lugar en la familia, en el mundo,
y en el modo en el que debe actuar
la Justicia cuando los derechos
esenciales de los niños han sido
violados.
En 1997 se produjo una gran crisis
El caso de
Gabriela
Arias Uriburu
No quiero que
decidan que la niña
se vaya sin mí